Ciudad de México. 17 de noviembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- En 1999, la Organización Mundial de la Salud reconoció el maltrato infantil como un problema de salud pública mundial con graves consecuencias, que pueden durar toda la vida.

En el Instituto Nacional de Pediatría (INP), comenzó a estudiarse este problema en la década de los años ochenta, a través del Departamento de Medicina Interna, acto que motivó la creación de nuevas iniciativas como la creación de la Clínica de Atención Integral al Niño Maltratado en 1997, y más adelante el Centro de Estudios Avanzados sobre Maltrato Infantil (CEAMI).

De acuerdo con Arturo Loredo Abdalá, fundador e investigador del INP y del CEAMI, 10 por ciento de la población pediátrica puede ser víctima de alguna modalidad de maltrato infantil, situación que motiva a sensibilizar, concienciar y educar a la sociedad sobre esta problemática.

Por lo anterior, Arturo Loredo Abdalá escribió y publicó recientemente el libro Maltrato infantil: gravedad y prevención, dirigido a un público general. En entrevista habló sobre el quehacer científico del CEAMI, maltrato infantil y aspectos generales del proyecto editorial.

El maltrato infantil es la agresión u omisión física, sexual, psicológica y negligente intencional contra una persona de menor edad, incluso antes de nacer, que afectará su integridad biopsicosocial a corto, mediano o largo plazo. Esta acción u omisión puede ser ocasional o constante y generada por una persona, institución o una sociedad en función a su prioridad física, intelectual y económica.

El tema debe ser entendido y definido como maltrato infantil. Así debe registrarse en los expedientes para que quede una información adecuada y podamos saber cuál es la frecuencia de este problema. Tiene cuatro grandes modalidades: abuso sexual, psicológico, negligencia y abuso físico.

Sabemos que en nuestro país el comportamiento no es similar en un área urbana, suburbana o rural de nuestro país. Por eso es un fenómeno muy complejo que requiere una intervención interdisciplinaria y debe entenderse como un problema médico-social-legal.

Ante el cambio de comportamiento de un niño, el adulto regaña y amenaza en lugar de investigar por qué el niño se comporta de tal forma. Si el niño dice algo, hay que creerle.

Para hacer un diagnóstico de maltrato infantil, deben descartarse siete situaciones: accidentes, estrategia disciplinaria, estrategia educativa, pobreza, ignorancia, usos y costumbres o algún padecimiento cuyas manifestaciones clínicas en un momento dado puedan ser similares a las que se ven en niños maltratados. Es muy complejo realizar un diagnóstico.

Podemos decir que 10 por ciento de la población pediátrica puede ser víctima de alguna modalidad de maltrato. Por ejemplo, uno de cada 10 niños.

A pesar de los esfuerzos, no avanzamos, porque estamos en una replicación transgeneracional de fenómeno y a estas alturas del siglo XXI hablamos del maltrato infantil, cuando deberíamos hablar de prevención.

Al tema del maltrato infantil no se le da la atención que requiere porque no hay mucho interés de los profesionales, esto por dos razones. La primera, no deja dinero, estamos en una sociedad muy difícil. Segunda, deja muchos sinsabores y daño emocional en algunos casos. Es por ello que pocas personas se dedican a estudiar este tema con la vehemencia, orientación y la claridad.