• La Academia Mexicana de la Lengua tiene 36 miembros de la CDMX y 36 de los estados.
  • Justo Sierra, Amado Nervo, Carlos Pellicer, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Salvador Novo, Juan Rulfo, y Octavio Paz han sido algunos de sus integrantes.

Guanajuato, Gto., a 10 de septiembre de 2016. Con el propósito de conservar y restituir la pureza del español, redactar diccionarios y gramáticas de las lenguas habladas en territorio nacional y auxiliar en el uso y estilo, se creó la Academia Mexicana de la Lengua, que el 11 de septiembre de 1875 tuvo su sesión inaugural.

Se trata de una entidad de gran solemnidad y tradición, pero lejos de ser conservadora y acartonada, es una institución de vanguardia, que le propone al usuario la corrección, y hasta donde es posible, la falta de ambigüedad en el lenguaje, explica al respecto el Dr. Benjamín Valdivia, profesor de la Universidad de Guanajuato y uno de los 72 miembros de la Academia Mexicana.

Acorde con su lema, la Academia “limpia y da esplendor” a la lengua, más que dictar normas, fija los usos que hacen del español los mexicanos, para incorporarlos como lenguaje válido. Así, al fijar los vocablos, estos se constituyen en un referente para quienes están interesados en el uso correcto del idioma, agrega el poeta y asesor de la Rectoría General en la Casa de Estudios.

En un país con más de 119 millones de habitantes, la Academia Mexicana de la Lengua sólo admite 72 miembros, 36 de número, nombramiento que corresponde a quienes radican en la Ciudad de México, y 36 correspondientes, para quienes viven en el interior de la República.

Se trata de un nombramiento vitalicio, que representa un alto honor para quienes lo reciben, pero también implica una enorme responsabilidad, reconoce el Dr. Valdivia, quien al ser admitido -en el año 2000-, se convirtió en el miembro más joven de la Academia. “Apadrinado” -es decir, propuesto- por el filósofo Mauricio Beuchot y el cervantista Eulalio Ferrer.

Para formar parte de esta institución, es necesario contar con una sólida y reconocida trayectoria profesional, en la que destaque un impecable uso de la lengua, ser propuesto por al menos dos integrantes de la Academia, y que el resto de los integrantes avalen su designación.

Al respecto, el profesor universitario recuerda que hubo una única ocasión en que la Academia extendió una invitación, fue para el poeta guanajuatense Rafael López, quien rechazó la propuesta, y desde entonces se canceló esta modalidad.

El Dr. Benjamín Valdivia aclara que no se trata de una asociación de escritores, pues en la Academia Mexicana de la Lengua hay científicos, médicos, filólogos o científicos. Es decir, se atrae el uso del lenguaje en diversos ámbitos.

Así, entre sus integrantes figuran actualmente el filósofo e historiador Miguel León-Portilla, el científico Ruy Pérez Tamayo,el filósofo Ramón Xirau, la astrónoma Julieta Fierro y la filóloga e hispanista Margit Frenk.

A lo largo de sus 141 años de historia, grandes figuras han ocupado un asiento en las sesiones de la Academia, que ha tenido entre sus miembros a Justo Sierra, Amado Nervo, Carlos Pellicer, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Salvador Novo, Juan Rulfo, y Octavio Paz.

Junto a estos nombres, se encuentran los de tres profesores de la Universidad de Guanajuato: el Mtro. Eugenio Trueba Olivares, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1970, el del escritor y cronista celayense Herminio Martínez -quien falleció en 2014- y el del Dr. Benjamín Valdivia, miembro correspondiente desde hace 16 años y quien participa activamente en los proyectos de la institución.

Para el Dr. Valdivia Magdaleno, miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II y adscrito a la División de Arquitectura, Arte y Diseño de la UG, la Academia de la Lengua tiene que ir detrás de los usuarios para ir fijando los vocablos que son correctos, porque las lenguas son dinámicas, colectivas y están asociadas a muchas influencias.

Cuestiona: ¿qué preferimos, un lenguaje incorrecto pero distintivo, o un lenguaje correcto, pero ambiguo? la Academia tiene que ir viendo esos detalles, y si logramos las dos cosas, nos entendemos mejor, porque -haciendo uso de una expresión popular-, “hablando se entiende la gente”, finalizó.