Agradecer: el hábito que puede cambiar tu vida

NOSCE TE IPSUM por: Josman Espinosa Gómez

“La gratitud no es solo la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás” Cicerón

No ha sido un año fácil, muchas cosas han pasado desde aquél día que nos dijeron que no volveríamos a nuestros centros de trabajo y que estaríamos en confinamiento a causa de la pandemia provocada por el COVID 19. Desde ese día nuestras vidas se han adaptado a nuevas formas y acciones para sobrellevar esta situación, y entre las que muchos de nosotros empezamos a reconocer como una de las más relevantes, fue la de ser más agradecidos con lo que si teníamos, más que con lo que no teníamos o no podíamos hacer.

La palabra gratitud procede del latín gratitūdo y, según la RAE, es “el sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera.» Gratitud pues, es algo que sentimos y que además nos impulsa a la acción.

A través de ella, reconocemos las cosas buenas de nuestras vidas, ya sean intangibles o tangibles, y actuamos en consecuencia. Pero además de un estado temporal, también es un rasgo de carácter y ser una persona agradecida equivale a sentirse más satisfecho con la vida.

El agradecimiento, es además de un acto de humildad y reciprocidad para con otros, un valor que beneficia nuestra salud, tanto física como psicológica. Asimismo, la ciencia ha demostrado que la gratitud tiene efectos benéficos y que ser agradecidos diariamente reconfigura el cerebro para mejorar la salud y aumentar la felicidad.

Muchos estudios[1] durante la última década han encontrado que las personas que conscientemente cuentan sus bendiciones tienden a ser más felices, menos deprimidas y más saludables. Hace algunos años un equipo de neurocientíficos logró mapear cómo el cerebro humano experimenta la gratitud. Gracias a los testimonios de personas que sobrevivieron al Holocausto nazi se descubrió que cuando nos sentimos agradecidos se activan áreas cerebrales vinculadas con la cognición moral y los juicios de valor subjetivos.

De acuerdo con Glenn Fox, investigador del Brain and Creativity Institute de la University of Southern California se descubrió que cuando sentimos gratitud, en el cerebro se activan las áreas responsables de los sentimientos de recompensa, de la cognición moral, de los juicios de valor subjetivos, de la equidad, de la toma de decisiones económicas y de la autorreferencia.

En general, la corteza prefrontal, parte anterior de los lóbulos frontales del cerebro, está involucrada en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social correcto en cada momento. El córtex del cíngulo anterior, por su parte, ha sido vinculado a la empatía y las emociones. Así, la gratitud se refleja en esta actividad cerebral que teje redes neuronales vinculadas con nuestro comportamiento social.

Por otro lado, un estudio realizado en la Universidad de Harvard nos dice que cuando se escriben razones por las que se está agradecido o se dicen en voz alta, el cerebro se impacta de forma notable y además mejora ciertas funciones en el organismo que tienen que ver con dormir, comer y beber, activando el metabolismo y reduciendo los niveles de estrés. Esto se vincula con que la gratitud cotidiana puede remodelar las vías neuronales y reconectar el cerebro para que piense de forma más positiva, aumentando así su capacidad para manejar situaciones desafiantes y difíciles, manejar la depresión y disminuir el dolor físico.

Según una investigación publicada en la revista Cerebral Cortex, sentir gratitud o realizar actos de bondad estimula el hipotálamo (la parte de nuestro cerebro que regula una serie de funciones corporales, incluido el estrés); inundando el cerebro con una sustancia química llamada dopamina que produce la sensación de bienestar, felicidad, placer y vitalidad. También expresar gratitud fortalece nuestro cuerpo y nuestro cerebro al reducir el cortisol, la hormona del estrés.

Hay muchas razones para ser agradecidos y hacerlo un hábito en nuestras vidas, y más aún en este fin de año 2020 que termina, practicar la gratitud nos lleva a ver que el proceso a menudo cambia nuestro enfoque sobre nosotros mismos y con respecto a otras personas o nuestro entorno. Como resultado, a menudo nos sentimos más conectados con los demás, con la naturaleza, con las experiencias e incluso con la comunidad global. ¿No es eso lo que queremos hoy en día?

Atrévete a agradecer y empieza por ti mismo, continua con ese regalo hacia tus seres queridos y termina enseñando a alguien más, a ser agradecido, tu familia, tus amigos, y el mundo te lo agradecerá y es algo que este año 2020 nunca te quitará.

[1] Recuperado de: https://neurodoza.com/que-efectos-tiene-la-gratitud-en-nuestro-cerebro/#:~:text=Dar%20gracias%20activa%20el%20metabolismo&text=Esto%20se%20vincula%20con%20que,y%20disminuir%20el%20dolor%20f%C3%ADsico el 16 de diciembre de 2020.

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