Miguel José Yacamán, el científico que se sobrepuso al movimiento del 68

Ciudad de México (Agencia Informativa Conacyt).- Miguel José Yacamán es un reconocido físico con una amplia trayectoria en cuanto a investigación científica y docencia se refiere; asimismo, realiza una importante labor en materia de difusión de la ciencia.

No obstante, para llegar a donde está el hoy doctor Miguel José Yacamán, tuvo que superar diversas vicisitudes, como la incertidumbre de haber elegido la carrera correcta y problemas económicos durante su época de estudiante, hasta el desánimo que le representó el violento desenlace del movimiento estudiantil de 1968.

Platicamos en exclusiva con el doctor Miguel José Yacamán, quien relató cómo fue su juventud, los problemas que enfrentó desde el momento en que eligió su carrera, hasta que comenzó su ejercicio profesional en el ámbito de investigación científica, pero también en el escenario de la docencia.

El sistema educativo y el movimiento estudiantil de 1968

Como parte de su historia, el doctor Miguel José Yacamán recordó que le tocó concluir la universidad al mismo tiempo que el movimiento estudiantil de 1968 experimentó un trágico y violento desenlace.

“Lo que pasó en el 68 es que se experimentó una crisis de intolerancia que generó la violencia que todos conocemos. Asimismo, esa intolerancia rompió el sistema, así que comenzamos a percibir que este último estaba sostenido con palitos y la universidad que estábamos viviendo era parte de él”. Añadió que consecuencia de todo ello, la educación en México estaba derrumbándose.

Cuando se da el cambio de gobierno y la educación se vuelve masiva, vino un segundo choque. “Cuando algo se expande muy rápidamente pierde presión, el sistema perdió presión cuando cambiamos la calidad por la masividad y yo creo que esa crisis es algo que a la fecha no hemos resuelto”.

En resumen, dijo, “yo viví todo ese cambio y percibí que la diferencia entre los estudiantes de mi generación y los que vinieron después del 68 era enorme. En mi caso particular, el desánimo experimentado de manera inmediata luego del violento desenlace del movimiento, se convirtió en motivación, ya que la crisis educativa me convenció de que debía buscar retroalimentación fuera. Mucha gente salió de la UNAM a estudiar doctorados fuera tras el movimiento”.

Explicó que la salida de estudiantes al extranjero para realizar su formación de maestría y doctorado derivó en una renovación del sistema ya que comenzaron a traer nuevas ideas.

Actualmente se desempeña como profesor en la Universidad de Texas y como profesor afiliado a la Universidad de San Luis Potosí; asimismo, es miembro del Seminario Permanente de Investigadores y miembro emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Pertenece al Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República. Entre 1991 y 1994 fue director adjunto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); entre 1992 y 1995 se desempeñó como secretario ejecutivo del SNI.

En 1992 fue presidente fundador de la Academia Mexicana de Materiales; en 1993 fundó la Asociación Mexicana de Microscopía. Ha publicado 11 libros, 550 artículos en revistas especializadas, más de 100 memorias de congresos internacionales y más de 50 memorias en congresos nacionales. Cuenta con 13 mil citas bibliográficas a partir de sus investigaciones en las áreas de ciencias de materiales y nanotecnologías.

El escenario científico en México

A decir del propio investigador, aun cuando la física le resultó una carrera muy gratificante profesional y económicamente, el arranque no lo fue tanto. “La ciencia en México tiene hasta hoy en día un arranque muy difícil, la situación inicial es muy difícil y luego de repente se dispara y la gente vive muy bien. Creo que los científicos logran un nivel de vida muy aceptable; no obstante, el principio sí resulta muy complicado”.

Esto, consideró, contrasta mucho con el sistema norteamericano, en el cual se ofrecen todas las facilidades para que la gente esté bien desde el comienzo de su vida profesional. Eso es un tema pendiente aun para el ámbito científico en el país.

Pese a ello, reconoció que entre las fortalezas en México se encuentra la posibilidad de hacer investigación desde la licenciatura. “Yo entré a un grupo muy importante en la universidad, en él había un líder científico muy importante, el doctor Alonso Fernández; él nos ponía a desarrollar diferentes tópicos y nosotros comenzábamos a trabajar”.

La vida en el extranjero

Al rememorar su estancia en el extranjero, el doctor Miguel José Yacamán reconoce que fueron momentos muy difíciles en su vida. “Lo primero que pasa en Inglaterra, en el otoño, que es cuando llega uno a los cursos, es que oscurece a las tres de la tarde y uno se deprime”.

Cambia totalmente el estilo de vida, lo que complica la estancia de los estudiantes en otros países, además de las limitaciones económicas en la mayoría de los casos. “Pero al final del día, está uno haciendo lo que le gusta y eso es lo que motiva y hace que se sienta uno bien. Ninguna dificultad se compara con el placer que da a un científico hacer sus descubrimientos”, afirmó.

El dilema de elegir una carrera

Al inicio de la charla y tras escarbar en los recuerdos de su adolescencia, su época de estudiante de secundaria para ser exacto, el doctor relató que cuando incursionó a la preparatoria y debió escoger el área —en aquella época, el área seleccionada desde la preparatoria ya no se podía cambiar en la universidad— le resultó una decisión muy difícil porque como la mayoría de los jóvenes a esa edad están muy poco informados.

“Elegí química porque me había gustado durante la secundaria, pero más adelante, ya al decidir la carrera, me di cuenta que dentro del catálogo de posibilidades también estaba física y junto con un grupo de compañeros (seis o siete muchachos), decidimos elegir mejor física, pero lo hicimos sin saber realmente de qué se trataba”.

Entre sus recuerdos, se encontraron aquellos momentos en los que titubeó sobre su continuidad en la carrera que eligió debido a que había materias que sencillamente no le resultaban atractivas; no obstante, decidió continuar por aquellos detalles que le resultaron placenteros y promisorios y que a la larga se convertirían en su gran pasión.

Asimismo, defendió la elección que realizó al explicar que cuando era joven le sucedió lo que seguramente pasa con muchos otros estudiantes. “En preparatoria tuve un profesor de física que era muy bueno y un profesor de matemáticas que también lo era, las matemáticas no me gustaban tanto, pero la física sí, así que sentí que tenía posibilidades en esa carrera y por eso la elegí”.

Además de ello, dijo que en aquella época, a diferencia de ahora, los jóvenes sabían que si concluían una carrera en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el futuro económico estaba asegurado. Ello, junto a la fundación de lo que a la se convirtió en el Instituto de Investigaciones Nucleares (lo cual ocurrió cuando ya cursaba su tercer año y el cual a la larga dirigiría), fueron sus principales motivaciones para no abandonar la formación en física.

“El instituto era el gran proyecto del gobierno mexicano en materia de ciencia y se veía muy promisorio el futuro para los físicos. Finalmente, la física funcionó y funcionó muy bien para mí”.