Cuando nos da miedo enfrentar los problemas

Basta con decir en voz alta la palabra “conflicto” o “problema” para que imaginemos inmediatamente un campo de batalla, un escenario hostil donde lo que digamos o hagamos nos compromete, donde las diferencias pueden ser caóticas y provocan distancias insalvables y donde nos sofoca el terror a perderlo todo. Es por ello, que las personas con miedo a los conflictos debemos entender varias cosas y empezar sabiendo que el conflicto o los problemas, pueden traernos dimensiones muy positivas, ya que resolver con efectividad esas discrepancias repercute en nuestra identidad y autoestima, y, además, ayuda a limpiamos de nuestras relaciones y esos contextos sociales en los que nos movemos a diario. No olvidemos que un conflicto o problema está en todos lados y en cualquier lugar; sin embargo, es común ver a las personas con miedo al conflicto o los problemas como aquellas que va llenando el costal de la paciencia, de sus enojos y frustraciones poco a poco y en silencio. Lo hacemos tragándonos todo lo que duele, lo que nos hace ceder y dejar pasar esto, lo otro y lo demás, hasta que al final es demasiado tarde y ese costal que se fue llenando poco a poco, acaba estallando en nuestras propias manos

Es importante no olvidar que los miedos, cumplen con una función evolutiva, ya que nos ayudan a sobrevivir, a reaccionar mejor ante los riesgos. Pero hoy los auténticos problemas de nuestra era ya no son los depredadores que ponían en riesgo nuestra supervivencia, las amenazas han dejado de ser físicas para convertirse casi en exclusivamente en miedos que se crean en nuestra mente, donde se generan dinámicas y discursos mentales de manera personal que se repiten constantemente como: “mejor no hago o digo esto para que no se enojen”, “no me atrevo a decirle esto porque puede que le haga daño” o “no sé cómo decirle a esta persona que eso que ha hecho no me parece bien”, entre otros. Por lo que se vive constantemente en la frontera de la inseguridad permanente, habitando refugios donde la inmovilidad se vuelve la respuesta a todo, sabiendo incluso que no está bien en ningún sentido.

Así que, para salir de esto, es fundamental aprender a reaccionar ante lo que nos disgusta y defender nuestros derechos como un principio de bienestar y salud, hay que entender que enfrentar los conflictos y problemas y manejarlos con efectividad, nos ayudará a crecer en muchos ámbitos. Si bien es cierto que hemos aprendido que una retirada a tiempo evita muchos conflictos, todos lo sabemos y todos lo hemos puesto en práctica alguna vez viendo que, en general, la estrategia conlleva buenos resultados, pero también sabemos que no todo lo vamos a resolver retirándonos o evadiendo el conflicto o los problemas, porque si hacemos esto, entonces estaremos generando espacios de sufrimiento y una barrera defensiva ante todo lo que vivimos y terminaremos asumiendo situaciones que no deseamos, como ceder el poder sobre nosotros a alguien más y nuestros límites se volverán casi imperceptibles. Sumando todo lo anterior, no es una sorpresa que el siguiente paso sea la somatización, donde el cuerpo ya no puede callar nada de lo que estamos evadiendo y la frustración se hace evidente a través de dolores musculares, problemas digestivos, úlceras, herpes, así como la ansiedad y trastornos mentales, entre otros síntomas.

Y ¿cómo sabemos si soy una persona o conozco a alguien que tiene miedo a enfrentar los conflictos o problemas? Si bien es cierto que no existe un perfil único, hay algunas características que nos ayudan a darnos una idea al respecto presentando dichos factores con mayor frecuencia:

• Son personas que les cuesta reconocer sus emociones, ya que optan por esconderlas frecuentemente, por lo que también carecen de asertividad y habilidades sociales.
• Tienen un gran temor por perder el vínculo o la relación con los demás al expresar sus pensamientos y emociones de forma auténtica, ya que relacionan la sinceridad con un peligro, con la posibilidad de perder a alguien por ello.
• Se preocupan en exceso por la imagen social que ofrecen de sí mismas, por lo que no quieren cometer errores, crear desavenencias y buscan validación social por cualquier medio.
• Cuando hay un conflicto, no siempre lo evitan. En muchas ocasiones optan por la salida más bondadosa: ceder o asumir la culpa para poder así recuperar la armonía.
• Adoptan un rol modélico, uno enfocado a llevarse bien con todo el mundo.

Por último, es importante entender que estas personas les es común instalarse en la pasividad o la huida aleja a estas personas de su propio rol social, delegando la responsabilidad de aprender a consensuar, a dialogar, a resolver problemas, a negociar y a satisfacer también las propias necesidades, y hasta la propia integridad.

Es por eso que la tarea para estas personas una vez que detectan el problema, es exigirse el trabajo, la constancia y un adecuado entrenamiento en habilidades sociales, gestión emocional y autoconocimiento. El primer paso talvez, es reconocer que tenemos que dejar de huir de nosotros mismos y decidamos encarar la vida para alcanzar el bienestar, y si hay que pedir apoyo profesional, nunca está de más el solicitarlo.

MÁS EN BRUNOTICIAS

Esta y más información léala, véala o escúchela en BRUNOTICIAS. Síganos en nuestras redes sociales Facebook @Brunoticias. Twitter @Bru_Noticias. Suscríbase a nuestro canal de YouTube Brunoticias o descargue nuestra App para teléfonos móviles y tabletas con sistema Android y iOS es gratis. Brunoticias, periodismo responsable.

Adictos al trabajo, workaholics