• Cada estudiante dispone exactamente de 7.2 metros cuadrados en su cubículo privado. Pero cuentan con amplios espacios comunes como mesa, cocina y sala.

Frankfurt, Alemania. 4 de noviembre de 2017 (dpa).- Helena Lor estudia derecho en Fráncfort y convive con otros diez jóvenes en una construcción en la que cada uno dispone de muy poco espacio privado. Su hogar es el Cubity, un proyecto que propone un nuevo modo de vida ecológico y social.

El hogar estudiantil Cubity, fue construido en 2016 en base a módulos prefabricados, cuenta con doce “cubos”. Cada estudiante dispone exactamente de 7.2 metros cuadrados en su cubículo. El mobiliario consiste de una cama simple con pequeños cajones y una estantería, así como de un escritorio, una silla y un diminuto cuarto de baño con ducha.

Los cubos dispuestos en dos pisos están agrupados alrededor de una gran “plaza”, donde los estudiantes comparten una cómoda mesa para almorzar y cenar. Además, cuentan con una amplia cocina. En una especie de galería en el piso superior se encuentra otro ambiente común para ver televisión o para leer. Con esta propuesta arquitectónica, el proyecto quiere demosrar que hoy en día es posible construir en forma innovadora y con poco espacio.

Sin embargo, hay que acostumbrarse a vivir y dormir en el “cubo”. Según Kai Kemmler, también estudiante de derecho, “en siete metros cuadrados uno llega pronto a su límite”. Por eso no sorprende que, fuera de cada cubículo, los estudiantes aprovechen el espacio semicompartido para colocar percheros sobrecargados de ropa o para alinear sus zapatos.

Cubity fue desarrollado en la Universidad Técnológica de Darmstadt, al sur de Fráncfort, y fue subvencionado por la empresa de vivendas prefabricadas Deutsche Fertighaus Holding. Los estudiantes de Darmstadt pusieron especial atención en el abastecimiento energético de la construción. Con la ayuda de energía solar mediante la fachada de vidrio y una instalación fotovoltaica sobre el techo, es posible generar más electricidad de la que consumen los habitantes. Esto convierte al proyecto en el primer hogar para estudiantes a escala mundial que concreta un estándar de este tipo.

En la práctica, los cubos se calientan mucho, en especial en el verano, relata Kai Kemmler. Además del sistema de ventilación, en el techo y en el piso han sido montadas tuberías que bombean agua caliente o fría según sea la estación. Pero el sistema a veces necesita algo de tiempo para entrar en acción. Elisa Stamm, encargada del asesoramiento científico del proyecto, destaca que “no todo puede ser perfecto desde el primer momento”.

El proyecto analiza la calidad energética de la construcción mediante numerosos dispositivos tecnológicos, mientras que un experto analiza el aspecto social de la convivencia de los habitantes.

El modelo Cubity será puesto en práctica durante tres años. Hasta ahora, ninguno de los inquilinos ha abandonado el proyecto bajo protesta. Si bien Kai Kemmler tiene una postura crítica respecto a ciertas particularidades de la convivencia en espacio reducido, tampoco quiere irse de su cubículo.”250 euros de alquiler mensual son imbatibles”, señala el estudiante. El año pasado, cuando buscaba una habitación en una residencia para estudiantes “común y corriente” de la metrópolis financiera, estaba en el puesto número 800 de la lista de espera.