Por Brenda Orozco

“¿Por qué le dices a la gente que la mejor solución para dejar de llorar es olvidar? La vida es una maraña de dudas y preguntas, que puedes pasar la vida respondiendo con ciencia, literatura, religión, música, cultura, viajes, auto-exploraciones y que te van a llevar al mismo lugar en donde me encuentro yo ahora: A ningún lugar. (…)

No te voy a olvidar, porque simplemente, no puedo olvidar. Pero, te preguntarás ahora, ¿vas a seguir queriendo olvidarme? y mi respuesta a tu pregunta es: SIEMPRE, pero jamás podré hacerlo. Por lo tanto, aprenderé a pensar en otras cosas. Aprenderé a que tu recuerdo ya no me lastime, aprenderé a seguir adelante sin olvidar, porque simplemente, no puedo olvidar. No quiero olvidar.”

Tomado de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.

En promedio, un usuario comparte 415 contenidos en Facebook por año, pasa 23 minutos al día en Twitter, con un aproximado de 16 mil tuits a lo largo de su vida y envía una infinidad de correos electrónicos. Ni siquiera quiero pensar cuántos mensajes de Whatsapp o Telegram se mandan por minuto, sin contar los usuarios de Swarm, Instagram, Snapchat y Google+. Cada uno de estos usuarios comparte un aspecto irrefutable: tarde o temprano van a morir. Entonces ¿Qué pasa con nuestros perfiles? ¿Qué pasa con todas esas fotos, recuerdos, frases que subimos durante nuestra vida?

Si bien el que se va no tendrá mayor preocupación, la pérdida de un ser querido se vuelve un tema complicadísimo para los familiares, donde todo se vive en tiempo real. Si de por sí el dolor es grande, los mensajes de pésame en el muro, etiquetar o mencionar al fallecido, compartir fotos de celebraciones y momentos especiales han transformado nuestra forma de relacionarnos. Se ha dado el caso incluso en que los familiares se enteran de la muerte por una publicación poco discreta.

Seamos sinceros, la mayoría de nosotros no pensamos en un “heredero” que pueda hacerse cargo de desactivar nuestra cuenta. No es un tema menor si consideramos que el 70% de la población mundial participa en alguna red social y que según los sitios Lifeinsurancefinder.com y expansión.com cada año mueren 200,000 mil usuarios de Facebook. Entonces ¿Qué debemos hacer cuando un familiar fallece y no conocemos sus contraseñas?

En Facebook: La primer opción es que desde este momento puedes decidir si quieres que tu cuenta se convierta en “conmemorativa” o si prefieres que se elimine de forma permanente. Las cuentas conmemorativas proporcionan un lugar para que tus amigos y familiares compartan recuerdos sobre ti y aparecerá tu perfil con la leyenda “En memoria de”; tus amigos pueden compartir recuerdos en la biografía  y tus fotos permanecen visibles. También puedes eliminar tu cuenta de forma permanente a través de un “contacto de legado”, de esta forma todas tus fotos y publicaciones desaparecen. Tu familia puede solicitar post mortem que seas eliminado, enviando una solicitud que incluya algún documento que corroboré tu partida, como el certificado de defunción o una declaratoria de presunción de muerte.

En Twitter la política es similar. Puedes entrar a la sección de ayuda y solicitar que se elimine el perfil comprobando que eres el albacea o un miembro de su familia inmediata. Por correo electrónico te envían las instrucciones y solicitan una copia de un certificado de defunción.

Con el paso de los días, de los meses y de los cumpleaños, es muy usual cambiar el teclado por un diván y recomendar al doliente, que olvide, que “siga con su vida”, posteando imágenes religiosas o frases de auto ayuda, sin embargo, este es un lujo que en estos tiempos las redes sociales no brindan y que además seguramente no encontrará eco, pues los que sufrimos la partida de quien amamos no buscamos olvidar ni borrar el recuerdo, porque se aprende a vivir con la ausencia.

POSTDATA

En la segunda parte de esta colaboración hablaremos de “El derecho al olvido”, un tema que merece ser abordado porque nunca dejamos realmente de estar ni de aparecer en internet, constituyendo un legado que ocasiones puede ser poco grato.