• El relicario de cuerpo entero (corpi santi) de San Hermión representa a un mártir vestido a la usanza romana.
  • Fue creado durante el pontificado de Pío VI (1775-1799), únicamente hay 50 piezas similares en el mundo, 45 de las cuales están en Europa y cinco en México.

Lagos de Moreno, Jalisco. 25 de septiembre de 2018.- Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han completado el primer análisis de radiología y registro tridimensional superficial que se aplica al relicario de san Hermión Mártir, obra que, resguardada en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Lagos de Moreno, Jalisco, contiene numerosos restos óseos, probablemente la osamenta completa, de una de las primeras personas inmoladas por defender la cristiandad.

Hace unas semanas, un equipo multidisciplinario dirigido por Gabriela Sánchez Reyes, investigadora de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos (CNMH) del instituto, examinó esta relevante pieza histórica con tecnología no invasiva; aspecto innovador a nivel internacional.

El estudio, hecho como diagnóstico en caso de una restauración, reveló que la estructura interna de este bien cultural antropomorfo —cuyas medidas son de 144.2 cm de largo y 52.6 cm de ancho—, aloja el cráneo, los huesos largos y algunas costillas de dicho personaje en sus posiciones anatómicas, junto con dientes y otros restos depositados dentro de su cráneo, y un cúmulo adicional de huesos en una bolsa de tela colocada a la altura de su pecho.

Lo anterior, agregó la también maestra en historia del arte, pudo conocerse luego de tomar placas radiográficas con un equipo portátil de radiología digital directa que, operado por José Luis Velázquez y Fernanda Castro Dosal, investigadores de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, permite reunir en pocos segundos imágenes en alta definición —formato DICOM— de la composición interna de los objetos.

“Por primera vez a nivel mundial aplicamos radiología y registro tridimensional superficial a esta variante de relicarios, lo que nos permite conocer el interior de estos bienes patrimoniales sin tocarlos, manipular excesivamente sus prendas o comprometer su estado de conservación, todo mientras obtenemos información precisa de sus materiales y de cómo están estructurados”.

Los arquitectos Juan Carlos García Villarruel y Marisela González Quiroz, del Laboratorio de Imagen y Análisis Dimensional de la CNMH, hicieron un registro tridimensional de la figura. Por medio de dos técnicas digitales: aplicación de luz estructurada para registro de detalles y fotogrametría digital para documentar colorimetría de materiales, recabaron datos a fin de modelarla digitalmente con fines académicos e incluso de difusión en estudios por venir.

En complemento, la restauradora Laura Milán Barros, de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), recopiló muestras de los distintos materiales que conforman la pieza, mismas que se analizarán en los laboratorios de dicha institución. Asimismo, en el relicario se realizó una limpieza superficial con brochas de pelo suave, a la par que se eliminaron depósitos de polvo y suciedad en su urna.

Todas estas acciones fueron consignadas dentro de un documento entregado a las autoridades religiosas, “en el que se asentó quién, cuándo y por qué se abrió esta urna”, resaltó Gabriela Sánchez Reyes, al encomiar el interés del presbítero José Aldana Wario por la conservación e investigación de las piezas resguardas en el templo donde oficia.

Igualmente, destacó el apoyo financiero del Centro Universitario de los Lagos, de la Universidad de Guadalajara, a través de su Departamento de Humanidades, Artes y Culturas Extranjeras, y del fotógrafo Alfredo Covarrubias Hermosillo, para los trabajos de radiología.

Suman esfuerzos para indagar en la historia

En contraste con otras piezas hechas a base de cera que los citados especialistas han estudiado —entre ellas las de san Vicente Niño y san Deodato, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México—, el corpi santi (cuerpo santo) de san Hermión es un relicario que representa a un joven mártir vestido a la usanza romana. Se trata de un lote creado durante el pontificado de Pío VI (1775-1799), de cuyo estilo se tiene noticia en únicamente 50 piezas similares, 45 de las cuales están en Europa y cinco en México.

A partir de esta primera inspección se determinó que la manufactura del cuerpo-relicario empleó una técnica mixta: además de los restos óseos, cuenta con soportes de metal y combinaciones de diversos textiles, papel y fibras vegetales que se usaron para generar volúmenes y secciones del cuerpo; para las zonas que simulan piel, se empleó una tela delgada y transparente (presumiblemente seda) que permite observar los huesos a través de ella.

La vestimenta en forma de armadura fue realizada con telas metálicas cosidas sobre papel y unidas al cuerpo mediante alfileres. Algunos de los elementos decorativos asociados, como la espada, la palma y el vas sanguinis —redoma que acorde con el culto católico recogía la sangre derramada por los primeros cristianos, ejecutados antes del año 313 en que se oficializó esta religión en el imperio romano—, son de madera estofada con hojas de oro y plata.

Gracias a un proyecto internacional de colaboración creado por Gabriela Sánchez Reyes, denominado Corpi Santi Project International Network and Database, nueve especialistas de México, Italia, Portugal y Canadá suman esfuerzos para el estudio de estos relicarios.

Los hallazgos del arqueólogo italiano Massimiliano Ghilardi, uno de los expertos convocados, señalan que el autor de los referidos cuerpos-relicarios habría sido el médico Antonio Magnani, quien se sabe ejerció en Roma durante el último tercio del siglo XVIII.

Cabe apuntar que, en paralelo a la labor in situ, se hizo una importante investigación documental en los acervos del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara y de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, donde pudo conocerse que el cuerpo de san Hermión fue una donación realizada en 1790 al canónigo laguense José Ana Gómez de Portugal (1750-1815), quien la legó al entonces pueblo de Santa María de los Lagos.

Sobre este tema, Sánchez Reyes agregó que fue desde 1578 cuando el Vaticano empezó a donar reliquias de la cristiandad temprana, a templos de sitios donde perdía influencia a manos del protestantismo. Asimismo, para las familias acaudaladas, adquirir objetos sagrados era una cuestión de honor y estatus.

“Estas donaciones se hacían a partir de solicitudes de particulares. Normalmente clérigos o individuos adinerados que, luego de hacer obras de caridad o realizar mejoras arquitectónicas en sus templos predilectos, buscaban legar a sus comunidades reliquias únicas para probar su fe, pero también su posición económica”.

El peticionario financiaba una empresa que consistía en el envío de un emisario a Roma, cuya misión era entrar en contacto con el vicariato de la Santa Sede hasta obtener la donación; trámite que podía durar varios meses. Después, personal del papado accedía a las catacumbas vaticanas y extraía las reliquias para luego recomendar al emisario con algún taller de artesanos que le fabricase un relicario. Finalmente, se emprendía el tornaviaje; en el caso de san Hermión, donado por el Papa Pío VI, la ruta fue Roma, Cádiz, Veracruz y Lagos de Moreno.

La mayoría de los mártires de catacumba —identificados por la presencia de signos de martirio como el vas sanguinis— son anónimos, por lo que previo a su donación se les bautizaba.

“Muy pocos podían adquirir un mártir con nombre propio, como san Hermión. Esto, junto con la probable osamenta completa, ya que había quienes sólo podían obtener un cráneo, falanges o huesos específicos, nos habla de los abundantes recursos que tenía Gómez de Portugal, así como de su conocimiento. Sabía muy bien lo que estaba solicitando”.

Y aunque el caso de san Hermión se encuentra bien documentado en la historia regional e incluso en una cartela de la parroquia que sintetiza la historia de su traslado, actualmente, Massimiliano Ghilardi, del Istituto Nazionale di Studi Romani, busca en archivos romanos y vaticanos el documento conocido como Auténtica, un ‘certificado’ que dice a los expertos las especificaciones de cada donación.

Finalmente, destaca que, en el marco del estudio, el relicario de san Hermión y los objetos asociados a él, serán incorporados por la investigadora Wanda Hernández Uribe al Sistema Único de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos del INAH, para su inscripción y asignación de Folio Real.

En la siguiente etapa de trabajo se interpretarán las placas radiográficas a fin de establecer por antropología física cuántos y cuáles huesos se localizaron; también, a partir del registro 3D y del análisis de materiales se busca replicar el rostro del relicario y su técnica de manufactura. Los resultados de toda la investigación científica y documental se expondrán y difundirán en una publicación futura.