• Se han registrado once imágenes labradas, y se ubicaron vigas de madera que pertenecerían a una compuerta en el costado poniente del pasaje subterráneo.

Despuntaba el siglo XVII cuando tres mil indígenas, según fray Juan de Torquemada, iniciaron la construcción de un colosal dique de cuatro kilómetros, cuyo objetivo sería regular las aguas que entraban de los lagos Xaltocan y Zumpango al de Texcoco, para evitar las constantes inundaciones que asolaban a la capital del virreinato novohispano. Anteriormente llamado Calzada de San Cristóbal, hoy conocido como Albarradón de Ecatepec, este monumento es fuente de importantes hallazgos arqueológicos para el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), entre ellos, el de un túnel-compuerta (de 8.40 metros de largo) con 11 imágenes prehispánicas —entre petroglifos y relieves estucados— dispuestas en sus costados.

En un recorrido con medios de comunicación por el lugar, encabezado por el director del Centro INAH Estado de México, Antonio Huitrón Santoyo; por el arquitecto Javier Martínez Burgos, coordinador de Monumentos Históricos del INAH en la entidad; y por el arqueólogo Raúl García Chávez, coordinador del salvamento arqueológico; se mostró el conjunto de petroglifos del sector oriente, del cual se distinguen las tallas de un chimalli o escudo de guerra, la cabeza de un ave de rapiña, una punta de pedernal y un elemento que el arqueólogo Alfonso Caso identificaba como ‘adorno de papel’.

De las imágenes labradas, por su estado de conservación y estucado, sobresale la piedra clave del arco del túnel, la cual se compone por dos partes: un teocalli (templo) perfilado en su parte baja, y tres lóbulos en su parte alta que, a su vez, están asociados con estucos que asemejan gotas de lluvia, rasgo iconográfico que “indica que la talla y el templo que representa, tienen un vínculo con Tláloc”.

En el extremo poniente, se ubicó un glifo más cuya iconografía permanece en estudio. En esta misma área que otrora fue el acceso del agua al túnel, los investigadores han hallado cuatro clavos de hierro, así como dos vigas de madera de 6.50 metros de largo y un pilote del mismo material orgánico, que se teoriza forman parte de la compuerta original del dique; se han tomado muestras de estos elementos para su posterior estudio en laboratorio.

Azteca llega al museo de Stuttgart; una gran exposición sobre cultura

Raúl García, coordinador del proyecto de salvamento arqueológico y puesta en valor del Albarradón de Ecatepec, el cual desde 2004 llevan a cabo el INAH y el gobierno del Estado de México, en el marco de la construcción de la Línea 4 del sistema Mexibús, señaló que no es inusual hallar materiales de reuso en la estructura del dique, pero sí es inédito el realce de las piedras labradas al ubicarse en la arcada.

Una hipótesis, dijo, es que los glifos y los estucados de las arquerías provengan de los pueblos prehispánicos de Ecatepec y Chiconautla, cuyos habitantes, se sabe, participaron codo a codo con indígenas de la región para erigir el dique en ocho meses.

Destacó que el túnel recién descubierto se ubica en un área conocida como Patio de Diligencias, a 500 metros del inicio del albarradón; el cual, por el momento, reporta tener cinco metros de diámetro y más de seis de profundidad en su arco de desfogue (sector oriental). Para los especialistas, es claro que el pasaje pertenece a las tres compuertas originales del dique.

En la época virreinal, abundó, el dique estaba integrado por dos compuertas tripartitas, es decir, con tres conductos de desfogue, colocadas en sus extremos —donde hoy se localizan la Casa de Morelos y Venta de Carpio—, así como por una intermedia, de un solo túnel, que corresponde a la ahora hallada en el Patio de Diligencias.

En el pasaje subterráneo hallado se han encontrado materiales de relleno que van desde el periodo Formativo (900 a.C. – 150 d.C.) a la época colonial, entre ellos, vidrio, porcelana, mayólica, un metate seccionado, una escultura sedente decapitada y la base de una efigie humana hecha en basalto y que se usó como dovela.

Los arqueólogos también localizaron un tapiado de lajas con el cual fue clausurado el túnel en tiempos virreinales, mismo que será retirado parcialmente para explorar y consolidarlo desde su interior. Asimismo, se investigará para emprender estudios de paleoclima a partir de los estucos, restos de polen y arcillas que resguarda.

Raúl García precisó que el costado poniente del túnel será nuevamente cubierto como medida de conservación, pues la arquería de esta sección evidencia una fuerte afectación por efecto pluvial que habría derivado en su tapiado.

Indagan la historia y el sistema constructivo del albarradón

Al estar situada en una cuenca endorreica, donde el agua no tiene salida natural, la Ciudad de México lidia con las inundaciones desde su fundación tenochca. En 1446, Moctezuma I, por consejo de Nezahualcóyotl, ordenó levantar un dique de 11 kilómetros, hecho con tierra y estacas, el cual iba de Iztapalapa al actual Metro Martín Carrera.

Años después, el dique fue destruido para permitir el paso de Hernán Cortés a la ciudad-isla, lo que derivó en la fundación de una urbe virreinal, y en lo cual se ignoró la existencia de inundaciones periódicas que, en promedio, ocurren cada 30 o 40 años.

En 1604, la ciudad se vio nuevamente anegada, el virrey Juan de Mendoza encargó la edificación de la Calzada de San Cristóbal —en alusión al pasaje bíblico en el que dicho santo ayudó al Niño Jesús a cruzar un río— a dos maestros constructores: los frailes Gerónimo de Zárate y Juan de Torquemada.

Los religiosos construyeron la calzada en la parte más angosta del sistema de lagos: entre la Venta de Carpio y la actual Casa de Morelos. Tal sitio se nombra Acalhuacan (embarcadero, en náhuatl) y aparece en el Códice Xólotl representado por una canoa. Esto, dijo Raúl García, ha dado pie a que se crea que el albarradón es prehispánico; teoría que Ángel Palerm planteó en el libro Agricultura y civilización en Mesoamérica (1972), la cual nunca sustentó con trabajo de campo.

“Un objetivo de nuestro proyecto era conocer el sistema constructivo de la calzada, lo que nos ha permitido probar que no posee métodos prehispánicos, sino arcos de medio punto y dovelas de andesita, argamasas de cal y arena, y un piso en la parte superior, con líneas maestras de piedra y sillares. Todo es influencia romana y española”.

El arqueólogo abundó que el dique funcionó durante dos décadas, hasta que la famosa ‘tromba de San Mateo’ —que inició el 21 de septiembre de 1629 y duró tres días— dejó a la ciudad inundada durante cinco años. En consecuencia, a la calzada se le añadieron dos túneles intermedios más, consagrados a San Juan y Santa Bárbara, por lo que el número de compuertas se elevó a cinco.

Cabe destacar que desde 2004, cuando inició el salvamento arqueológico, el equipo de expertos, integrado también por Juan Manuel Martínez Morales, Miriam Soriano Fernández, Antonio Lavariega Sánchez y Juan Manuel Toxtle Farfán, así como por decenas de trabajadores locales, ha localizado los vestigios del túnel de San Juan y de la compuerta tripartita de Venta de Carpio, estructuras que, a diferencia del túnel de Santa Bárbara y la compuerta tripartita de Casa de Morelos, no estaban visibles.

Se han encontrado materiales de relleno de la Colonia, entre ellos, la base de una escultura humana hecha en basalto. Foto Edith Camacho

El albarradón será en breve un corredor peatonal y parque público

Declarado Zona de Monumentos Históricos por decreto presidencial del 23 de marzo de 2001, el Albarradón de Ecatepec está protegido en el contexto de la obra de la Línea 4 del Mexibús. El diálogo entre el INAH y el gobierno mexiquense ha establecido medidas, como una separación media que va de los cuatro a los seis metros entre el monumento y los carriles confinados del transporte, así como el uso en éstos de material que evite vibraciones que afecten al edificio virreinal.

El grupo de arqueólogos explicó que, en el marco de dicha obra vial, ha sido posible consolidar tres de los cuatro kilómetros del muro de contención de la calzada, así como reconstruir la capilla de la compuerta de San Juan, que en el siglo XX había sido afectada por el choque de un camión.

De igual modo se emprendieron trabajos de conservación en la capilla que desplanta sobre el costado norte de la compuerta de Santa Bárbara. Además, con la finalidad de evitar que se pierda la perspectiva integral de este pequeño templo, se acordó hacer un vado en los carriles confinados del Mexibús, y protegerlo con una reja metálica que evite el paso a él, sin dañar su visual.

Cabe añadir que en el terreno de 500 metros de largo que concentra los hallazgos arqueológicos referidos, la ruta del Mexibús fue alejada 50 metros del albarradón. En ese espacio se contó con el apoyo del gobierno estatal para crear un parque público que, se anunció, estará abierto al público dentro de 15 o 20 días.

El director del Centro INAH Estado de México, Antonio Huitrón, declaró que la apertura al público de esta sección del albarradón contribuirá a “hacer ciudad”, y acercará a los habitantes de las colonias aledañas al centro de Ecatepec, lo mismo que a los futuros usuarios del Mexibús, “al patrimonio cultural del cual son herederos”.

Detalló que como parte de un Plan Maestro de puesta en valor del albarradón, en una primera fase, se han instalado áreas verdes y corredores, y se ha retirado el pavimento que cubrió la calzada virreinal durante gran parte del siglo XX, a fin de volverla un paso peatonal de libre acceso.

Apuntó que, si el estado de conservación del túnel de la compuerta de San Juan lo permite —ya que es la más cercana al paraje de alta afluencia conocido como Puente de Fierro—, podría adaptarse como un corredor museográfico vinculado con la historia del dique novohispano.

Una vez que finalice esa primera fase del Plan Maestro, se contempla emprender dos etapas posteriores, en las cuales se buscaría conectar el parque público con el Puente de Fierro y la compuerta tripartita cercana al Centro Comunitario Casa de Morelos (CCCM).

La sección oriental del túnel —donde fueron ubicados los glifos— permanecerá abierta a los usuarios del parque urbano, aunque con una separación entre el andador y el vestigio como medida de conservación.

Finalmente, se anunció que las piedras que alojan a los glifos y relieves estucados serán sustituidas con réplicas, en tanto que los elementos originales, los clavos y las vigas de madera encontradas en el túnel —luego de su estabilización—, estarán a la postre integrados en una sala del CCCM, que se especializará en el devenir del Albarradón de Ecatepec.