• Te juzgué sandía y resultaste calabaza.
  • Por Lucía Tadeo Sánchez

Ciudad de México, 19 Dic (Notimex).- ¡Ay reata no te revientes, que es el último jalón!, ¡Me he de comer esa tuna, aunque me ahuate la mano!, y ¡Ay cocol ya no te acuerdas cuando eras chimistlán!, son parte de una gran variedad de dichos y refranes empleados para dar muestra de un nutrido español, que retoma algunos nahuatlismos para hacerlos todavía más propios y dar identidad a los mexicanos.

Algunos otros ejemplos son: “Le hizo de chivo los tamales”, “No se puede chiflar y comer pinole al mismo tiempo”, “Estoy como agua para chocolate” y “Nadie muere la víspera, sólo los guajolotes”, los cuales contienen palabras de una de nuestras lenguas raíz, el náhuatl.

La doctora en lingüística por El Colegio de México (Colmex), Niktelol Palacios Cuahtecontzi, dijo que los hablantes, en general, podemos utilizar refrán, dicho, proverbio, adagio, casi como si se tratara de lo mismo, con la intención de expresar en una de estas frases, que encierran una verdad reconocida por la sabiduría popular, una enseñanza moral, incluso religiosa.

Ejemplificó que en el Diccionario del Español de México definimos proverbio como “una sentencia o frase que expresa un consejo o un pensamiento con el que se quiere señalar algo; incluso, nosotros, en el habla más coloquial, podemos decir: según reza el proverbio o reconocemos la sabiduría de los proverbios chinos”.

Indicó que, en general, los proverbios son sentencias que pueden ser de origen conocido o de procedencia culta como la biblia o de origen grecolatino, de procedencia culta como: “No sólo de pan vive el hombre” o “Con la vara que mides serás medido”, ambos del nuevo testamento o algunos más bien de lo latino.

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Los proverbios, continuó la miembro del equipo que colabora en el Diccionario Fraseológico del Español de México, son los que sabemos de dónde vienen y generalmente son textos cultos. “La biblia para nosotros, culturalmente, es una fuente muy rica de este tipo de expresiones”.

Explicó que, a diferencia del proverbio, estaría el refrán y el dicho, ya que estos últimos son sentencias populares tradicionales de una comunidad, muchos de ellos los heredamos de la poesía popular, por lo que guardan una estructura con ritmo y rima.

“En el caso de nuestra tradición popular del español, estaríamos hablando de verso octosílabo y muchas veces podemos decir que nos suenan o tienen un aire de canción”, refirió que incluso algunos de estos no se puede saber qué fue primero, si el refrán y se incluyó en la canción o viceversa.

Por ejemplo, del refrán: “Me he de comer esa tuna… aunque me espine la mano, que además tiene la variante aunque me ahuate la mano”. Significa alcanzar lo que uno se propone a pesar de las dificultades o los peligros.

Este en particular, abundó, “decimos que la alegoría de la tuna es con una mujer o una persona a quien queremos conquistar. Lo veíamos en las películas de Pedro Infante y de Jorge Negrete, en las que podíamos escuchar esto”.

La maestra en Terminología por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona detalló que esta es una tradición de ida y vuelta, ya que los directores de las películas los retomaban del habla popular del español de México y al mismo tiempo, al presentar estas expresiones en los filmes tenían más difusión, lo que permitió que pasarán de generación en generación.

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Sobre el citado refrán de la tuna, precisó, tenemos la canción “México en una laguna, Guadalajara en un llano, me he de comer esa, tuna aunque me espine la mano”.

“Ay cocol ya no te acuerdas cuando eras chimistlán”, comentó que esta expresión se utiliza para reclamarle a alguien cuya situación económica y social ha mejorado y que ya reniega de sus orígenes, porque literalmente se trata de dos panes muy parecidos, pero la diferencia es que el cocol lleva ajonjolí.

Por ejemplo, esa la cantaba Mario Moreno “Cantinflas”, e introduce precisamente este refrán en la canción de la película de 1937 “Así es mi tierra”, y dice: “Ay cocol ya no te acuerdas cuando eras chimistlán, ahora que tienes tu ajonjolí ya no te quieres acordar de mí”.

Respecto a otras películas, destacó, tenemos una llamada “El padrecito”, también de “Cantinflas”, en la que el personaje principal tiene una interacción precisamente a base de refranes con su interlocutora.

Además, en nuestro caso se refleja en la literatura de la Revolución Mexicana y en los años posteriores eso se va fijando esta tradición y los hablantes, si no lo recibimos de manera directa de nuestros padres y abuelos, podemos adoptarlo de la influencia de los medios de comunicación.

Agregó que en la literatura posterior a la Revolución, Agustín Yáñez se caracterizó por utilizar este tipo de expresiones y le da un matiz a sus textos literarios verdaderamente maravilloso.

La investigadora del Colmex invitó a los mexicanos a que busquen y lean la novela posrevolucionaria que tiene más de 100 años “Las Tierras Flacas”, escrita por Yáñez, “porque se van a divertir, incluye tantos refranes que como lector es interesante mirar cuántos se sabe uno”.