Educación emocional ¿nos urge?
Nosce Te Ipsum por: Josman Espinosa Gómez
Todos sabemos que hay y habrá un antes y un después del confinamiento provocado
por el COVID 19, y no era un secreto que antes de ello, vivíamos en un mundo donde
estábamos enfocados hacia afuera, es decir, hacia los estímulos externos que
recibíamos todos los días. Es por ello, que la necesidad de voltear hacia adentro de
nosotros es fundamental hoy en día, y este ejercicio de introspección es necesario
antes las exigencias que vivimos día a día, un reto diario de examinar nuestras
emociones, nuestros pensamientos, etc., y que, en lugar de sentir tanta rabia o envidia,
aprendamos a alegrarnos de la felicidad ajena y de esta forma, en lugar de sentir una
emoción negativa, sentiríamos una emoción positiva.
Bisquerra (2002) define la educación emocional como: «Un proceso educativo,
continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como
complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los
elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral». De esta definición se
desprende que la educación emocional no debe ser algo puntual, sino algo continuo. Si
queremos ponernos fuertes no iremos de vez en cuando al gimnasio, sino que
acudiremos con frecuencia. A nivel emocional ocurre algo similar, el camino de
aprendizaje emocional debe ser constante. Bisquerra también propone que: «Para ello
– la educación emocional- se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades
sobre las emociones con el objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos
que se planten en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el
bienestar personal y social». A través de la adquisición de conocimientos y habilidades
sobre las emociones, aprenderemos a manejarnos mejor ante situaciones que
podemos considerar adversas. Por ejemplo, cuando consideremos que alguien nos
ofende, en lugar de reaccionar con ira y causar un mal mayor, podemos entender que
su ataque es fruto de un mal manejo de sus emociones. De esta forma, nuestra
reacción no será negativa y sabremos conservar la serenidad y la calma.
En fin, hablar de educación emocional no es una moda, sino un acto de
responsabilidad personal y social, donde los beneficios de ello, serán un cambio
positivo en nuestra vida y de las que nos rodean. Si bien es cierto que no es sencillo
comenzar, el empezar con auto observarnos y reflexionar sobre ello, ya de por sí, es un
tema, pero quiero pensar que el interés por tener la capacidad para comprender las
emociones, la capacidad para expresarlas de una manera productiva y la capacidad
para escuchar a los demás y sentir empatía respecto de sus emociones, es un trabajo
que nos hace mejores personas y con ello, abre un camino más amplio hacia la
felicidad y el dejar de sufrir por tantas cosas, porque hemos encontrado el camino hacia
el autoconocimiento y hacia el gozo pleno.
¿Te animarías a empezar el camino?
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