Texto y fotos por Christian Gutiérrez Ramos

Penjamillo, Michoacán, 13 Septiembre 2016.- Es trece de septiembre en Penjamillo, tierra del bajío michoacano; desde el amanecer se recorren mil senderos. La fe alienta la tradición, caminan hasta encontrar la aromática flor de la “santa maría”, la cortan en “cargas” y la ponen sobre sus hombre antes de desandar el camino que pareciera largo y cansado… suavizándolo y haciéndolo inspirador al alma.

Con ferviente devoción suben la alta escalinata y se postran ante el Cristo agonizante, al que muchas generaciones han acudido a bendecirlo y alabarlo en sus alegrías y a implorar consuelo en sus abatimientos y en sus dolores.

Desde el verde campo han traído en ofrenda y como agradecimiento de la buena siembra, las doradas flores que adornaran su iglesia y que en las manos de devotos forman figuras sacrosantas en su entorno para admirar con orgullo al señor del calvario; “su señor”, que también los mira agradecido.

Durante la noche, se vela la bendita imagen mientras se entona el alabado y se esparce la flor de la santa maría que con su imperioso aroma cubre todo el ambiente.

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Al amanecer… la devoción se convierte en fiesta y algarabía; acompañados del repique de campanas y el estallido de los cuetes los fieles musitaran una oración ante él, que desde su altar, bendice a sus hijos que lo veneran, que lo lloran, que le agradecen e imploran:

“te traigo con mis penas mi pobre corazón, está lleno de culpas, sin gracia y sin amor pero en ti se refugia. ¡Oh! Señor del calvario”.

Cual eterno vigía, el sabino atestigua la fe del pueblo que celebra la memoria de sus antepasados y así mirándose unos a otros confirman que ésta hermosa tradición los une y su fe los iguala.

Pasea por tu pueblo santo, señor del calvario y santifica la comunión sagrada entre el hombre y el campo. Esta es la fiesta del señor del calvario… en Penjamillo. “VIVE NUESTRA TRADICIÓN”