El púgil alemán de origen turco Firat Arslan quiere escribir su página en la historia del boxeo, y el sábado pretende hacerlo convirtiéndose en el campéon del mundo de más edad, con 49 años y 133 días, más de un año más que el estadounidense Bernard Hopkins.

Arslan dejó a su familia durante un tiempo para poder cumplir su sueño. “No vi a mis hijos durante semanas. Eso es muy, muy duro, pero tengo que establecer prioridades”, dice el boxeador con el pensamiento en el combate y en superar a Hopkins, que se convirtió en campeón del mundo en 2013 a la edad de 48 años y 53 días.

Pero primero Arslan tiene una cita en la ciudad de Göppingen, en el suroeste de Alemania, donde debe destronar al vigente campeón de la categoría de peso crucero, versión IBO (Organización Internacional de Boxeo), el sudafricano Kevin Lerena, 22 años más joven.

Además del título, hay mucho en juego para Arslan, porque el ex-campeón del mundo no solo será el principal luchador sobre el ring, sino que también es el promotor del combate, que tendrá lugar en el EWS-Arena, con una capacidad para 5.600 espectadores.

Arslan pagó una suma de seis cifras por adelantado. “Si la pelea se suspendiera por un resfriado, sería un fiasco financiero para mí”, enfatizó el boxeador, agregando que nunca renunció a un combate en 30 años de carrera.

Pero para que no suceda ahora, Arslan tomó medidas radicales. A cualquiera de su equipo que tuviera el más mínimo signo de tener un resfriado no se le permitió asistir a sus entrenamientos.

Además de instalar su base en el principado de Liechtenstein, Arslan también utilizó una cámara hiperbárica en Bad Aibling, donde simuló una altitud de 3.000 metros en las instalaciones del Instituto Hermann Buhl.

La menor densidad del aire causó efecto. En combate, Arslan tuvo un pulso máximo de 207, algo notable a su edad, y siguió durante casi una hora con un promedio de 190.

“El motor es resistente”, dice Arslan con orgullo. “Mi ritmo cardíaco en reposo es menor de 40. Estoy realmente en forma. La oportunidad de volver a ser campeón del mundo es un gran incentivo para darlo todo”, reconoce.

Arslan no oculta darse cuenta de la edad que tiene, pero no se avergüenza de sus 49 años. “La regeneración después de las sesiones duras lleva mucho más tiempo”, explica. “Pero soy realista. Sé que probablemente ya no superaré mi mejor rendimiento, pero creo que mi experiencia sí me permitirá aprovechar mi mejor rendimiento”, enfatiza.

“Me presentaron muchas veces como un perdedor y luego sorprendí a todos”, explica el boxeador en edad ya de ser abuelo. Arslan también lo espera de la pelea del sábado, y es importante para él saber que dio el cien por cien: “Que estoy en paz conmigo mismo cuando me miro en el espejo.”

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