• Primera denuncia ante la CCAAN por la devastación de bosques michoacanos; su socio, Jalisco, debe avanzar en la cultura de la sostenibilidad si no desea ser expuesto

por Agustín del Castillo

El aguacate michoacano -y por asociación, el de Jalisco, que derivado empresarialmente del primero, se acaba de sumar al monopolio y monopsonio de la exportación hacia Estados Unidos, bajo la tutela de los aguacateros de California- está bajo la lupa de la comunidad internacional tras la denuncia, a comienzos de febrero de 2023, ante la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte, de su huella de destrucción en bosques naturales.

Y aunque probablemente sean uno de cada cuatro aguacates los que caen en esa presunción –la mayor parte de las tierras aguacateras fueron en el pasado inmediato, tierras de cultivo -, el impacto es suficientemente grave como para profundizar en los motores de la devastación ambiental. Esa tarea se la propuso una tríada de científicos mexicanos y españoles, cuya investigación acaba de ser publicada: ¿de qué manera, el fuego inducido es una herramienta de cambio de uso de suelo a favor de las huertas aguacateras en Michoacán?

Se trata de  Luis D. Olivares-Martínez,  Alberto Gómez-Tagle y  Diego R. Pérez-Salicrup. El primero es del Grupo de Edafología Ambiental del Departamento de Agroquímica y Medio Ambiente de la Universidad Miguel Hernández, en Elche, España y tiene posgrado en Ecología Integrativa, del Instituto de Recursos Naturales (Inirena) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; el segundo trabaja en el Departamento de Ciencias de la Tierra de Inirena, también de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y es de los más reconocidos investigadores del fenómeno en México; el tercero es integrantes del Instituto de Investigaciones sobre Ecosistemas y Sustentabilidad de Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su campi de Morelia, Michoacán.

El análisis, denominado Regional Drivers behind the Burning of Remanent Forests in Michoacán Avocado Belt, Central Mexico, fue publicado apenas el pasado 23 de febrero de 2023. Su enfoque de ligar la incidencia de fuego con la expansión aguacatera, no había sido explorado antes a tal profundidad.

“El estado de Michoacán, en el centro de México, suministra casi 50 por ciento del comercio mundial de aguacate, en una región conocida como el cinturón de aguacate de Michoacán o Avocadoland. El fuego ha sido un componente asociado a los procesos regionales de cambio de uso del suelo. Documentamos los atributos del régimen de incendios para el período 2000-2017, discutimos el uso del fuego relacionado con la expansión de los huertos de aguacate y evaluamos el papel de las variables atmosféricas y la infraestructura humana. Hubo una media de 276 incendios que cubrieron 3,287 hectáreas de bosque por año. Más de 80 por ciento del área quemada estaba cubierta por bosques de pino y pino-encino, con una fuerte correlación de las igniciones con la distancia a asentamientos urbanos, carreteras, parcelas agrícolas y huertos de aguacate. Hay un intervalo promedio de retorno del fuego de 2 a 3 años, y la distancia a los huertos de aguacate y las carreteras principales estuvo altamente correlacionada con la recurrencia del fuego”, apuntan.

“Los usuarios finales de la comercialización internacional de esta fruta pueden desconocer los cambios en el uso del suelo relacionados con los incendios, es decir, los daños a la biodiversidad, la salud de los bosques y los cuerpos de agua, así como al bienestar de los productores, detrás de la gran demanda para aguacates”, señalan. Pero además del problema específicamente ambiental, “las condiciones actuales de inseguridad y conflictividad social deben ser atendidas para garantizar, entre otras cosas, la conservación de estos diversos bosques”, dado que hay una alta correlación entre impunidad y ecocidio.

UN BOOM MUNDIAL DEL AGUACATE

El aguacate es una fruta tropical domesticada en Mesoamérica hace unos cinco mil años, que ha ganado reputación como superalimento, por ser “cuyo consumo ha ido creciendo aceleradamente en todo el mundo”. México es líder indiscutido de esa producción.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), “esta fruta se ha producido en más de noventa países, y durante las últimas cuatro décadas la producción mundial aumentó de 0.716 millones de toneladas en 1961 a 5.03 millones de toneladas en 2014. Dentro de este período, la superficie cultivada aumentó en aproximadamente en 700%, de 78,690 hectáreas a 547,849 hectáreas”. Huelga decir que la superficie  destinada en Michoacán y Jalisco se acerca al 50 por ciento de este total, aunque en las cuentas negras de este negocio sugieren que esa estadística la soporta solamente el estado de Michoacán.

“Mientras que la producción de México representa el 45.95 por ciento de las exportaciones mundiales, Michoacán concentra más de 85 por ciento de la producción nacional. Los ingresos generados por esta fruta han crecido rápidamente y, para 2019, alcanzaron casi 2,700 millones de dólares estadounidenses anuales”. Esta producción se concentra en una región conocida como la Franja Aguacatera Michoacana, o incluso como Avocadoland debido a la comercialización internacional”.

A pesar de “los innegables beneficios económicos asociados a la producción de este fruto, el cambio de uso de suelo no planificado e indiscriminado resultante ha generado la degradación irremediable de bosques, suelos y aguas”.

De esta manera, el cultivo ha duplicado su superficie cultivada en Michoacán en menos de diez años. Y aunque se documentó que la principal transición ocurrió de la agricultura tradicional (pequeños agricultores cultivando maíz, frijol y calabaza) al cultivo intensivo de aguacate, “el proceso de cambios en el uso de la tierra de bosques nativos de pino y pino-encino a huertas de aguacate también se intensificó. Por lo tanto, muchas de las huertas que actualmente producen aguacate para exportación se establecieron en lo que hasta hace poco tiempo (menos de diez años) era un terreno cubierto de bosque”.

¿Por qué se da ese patrón? “Los bosques nativos amenazados de Michoacán, centro de México, cubren los mismos parámetros ecológicos que demandan las plantaciones de aguacate”, y son muy diversos: al menos 13 especies de pino y 24 de roble o encino, más formas de vida animal amenazadas por el monocultivo y sus exclusiones.

“Aunque los exportadores mexicanos lo niegan, los efectos adversos de estos cambios en el uso de la tierra son conocidos por quienes están involucrados en la producción de aguacate, incluidos los propios administradores de la tierra; pero la presión económica externa, una cultura de ambición monetaria, los cárteles de la droga y la extorsión han sido fuertes impulsores de la expansión de los huertos de aguacate”. Esta expansión se vio reforzada por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) durante la década de 1990 después de erradicar una plaga cuarentenaria, el barrenador de la semilla del aguacate” (que para el ex secretario de agricultura mexicano, Francisco Mayorga Castañeda, era un mito para garantizar a Calavo –California Avocados – el control del mercado estadounidense).

Una de las herramientas utilizadas para el cambio de uso del suelo es la propagación de incendios en áreas boscosas. “Los incendios debilitan los árboles del bosque, favoreciendo la presencia de plagas como los descortezadores. De acuerdo con la legislación mexicana, los brotes de estas plagas deben tratarse mediante la tala y fumigación de los árboles infestados, y luego se puede vender la madera. Esta situación ofrece la posibilidad de disponer de tierras libres y recursos monetarios para iniciar una plantación de aguacate y dotarla de insumos hasta que comience la producción de frutos, normalmente entre el cuarto y quinto año”, apuntan los autores.

 Y si bien, la legislación nacional y local limita fuertemente los cambios de uso de suelo de bosque nativo a otros usos, “la falta de mecanismos efectivos de aplicación de la ley ha permitido la ocurrencia de cambios masivos ilegales en el uso de la tierra después de los incendios, principalmente para usos agrícolas y urbanos”.

EL ESTUDIO

Los registros de incendios en México son un dolor de cabeza para los investigadores. “Ha sido un gran desafío analizar cartográficamente toda la información generada por estas agencias, en parte porque los registros más antiguos en las bases de datos presentan inconsistencias como diferentes nombres de campo, errores tipográficos o incluso una falta total de coordenadas espaciales”. Por eso, la labor de cribado y filtros fue compleja.

El trabajo consistió en caracterizar los principales componentes del régimen de incendios y sus condiciones atmosféricas en la región, “y evaluamos la asociación espacial de los incendios y sus intervalos de retorno con factores antropogénicos”.

En la franja aguacatera de Michoacán, dominada por 19 municipios, se concentra la mayor producción del mundo. “Las huertas se concentran entre los 1,100 y 2900 metros sobre el nivel del mar (msnm). Los climas subtropical (46.16 por ciento), tropical (22.75 por ciento) y templado (22.29 por ciento) predominan en el área de huertas. Hay tres estaciones bien diferenciadas: húmeda, seca-fría y seca-caliente”. La lluviosa va desde mediados de mayo o principios de junio hasta octubre; la seca-fría corresponde a los meses de noviembre a enero, y la seca-caliente, de febrero a mayo.

Más de 86 por ciento de la región recibe lluvias anuales de entre 1,000 y 1,500 milímetros (mm). Casi 95 por ciento de las precipitaciones anuales ocurren en la estación húmeda. “Sin embargo, los aguacates se plantan en áreas menos húmedas con hasta 800 mm por año”. El trabajo de los investigadores llevó a analizar incendios de los años 2000 a 2017 de 19 municipios, levantados por la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y la Comisión Forestal del Estado de Michoacán (Cofom).

Los municipios analizados: 1, Acuitzio; 2, Apatzingán; 3, Ario de Rosales; 4, Cotija; 5, Los Reyes; 6, Peribán;  7, Salvador Escalante;  8, Tangamandapio;  9, Tangancícuaro; 10, Taretan; 11, Tingambato; 12, Tingüindín; 13, Tocumbo;  14, Turicato;  15, Tuxpan; 16, Uruapan; 17, Villa Madero; 18, Ziracuaretiro, y 19, Zitácuaro.

¿Cómo se hizo el trabajo? Dentro de las bases de datos, no todos los registros de incendios tenían coordenadas y algunos presentaban errores tipográficos. “Los datos fueron curados y estandarizados en una sola base de datos luego de un proceso intensivo de revisión, filtrado y verificación de la información. Realizamos visitas de campo para verificar la precisión de la ocurrencia de incendios y la información espacial […] obtuvimos el área quemada, el uso/cobertura del suelo, el porcentaje de árboles afectados, los días de duración del fuego, la tasa de propagación y la estacionalidad del fuego. Inferimos la tasa de propagación a través del tamaño del incendio y los días de duración del incendio y la estacionalidad a partir de las fechas de incendio registradas a lo largo del año…”.

Se determinaron aspectos como la recurrencia de incendios en un mismo lugar, la relación con variables atmosféricas (particularmente la lluvia, previo al fuego, y en el día del evento, y el fenómeno de El Niño-La Niña), y la relación de distancia del incendio “con los factores antropogénicos”, es decir: áreas agrícolas en general, huertas de aguacate existentes, carreteras principales y asentamientos urbanos.

El resultado es un análisis de 18 años de incendios: “Entre 2000 y 2017 se registraron 5,486 incendios dentro de los 19 municipios considerados; de estos, 4,588 tenían coordenadas geográficas […] los incendios ocurrieron a una altitud de 1945 a 428 msnm”; La media de días de duración fue de 1,1, con un máximo de 16 días. La tasa de propagación fue de 8.84 a 22.32 ha por día.

El municipio de Uruapan concentró más de 15 por ciento de los incendios en todos los años, y en algunos años acumuló hasta 30 por ciento de los incendios de los 19 municipios estudiados. “Otros municipios con alta incidencia de incendios fueron Ziracuaretiro y Ario de Rosales, con porcentajes que van de 5 a 17 por ciento.

“En los 19 municipios estudiados se produjeron en promedio 276.4 incendios anuales con una superficie de 3,286.79 ha por año […] 98% de los incendios tenían tamaños menores a 100 ha, mientras que 82 por ciento tenían menos de 10 ha […] la mayor parte del área quemada se encuentra en tres tipos de bosques principales: pino (25  por ciento), pino-roble (50 por ciento) y roble-pino (15 por ciento)”.

“El intervalo de retorno del fuego presentó una distribución no normal fuertemente sesgada[….] en otras palabras, los intervalos de retorno de fuego cortos eran muy comunes. El intervalo medio de retorno entre incendios fue de 3.2 años, con una mediana de 2.5 años. El mayor intervalo de retorno de incendios encontrado fue de 16 años”.

QUEMAS ILEGALES

Se registraron 2401 registros con causa de incendio (cerca de la mitad del registro total, una seria carencia de la base de datos), “de los cuales, solo 0.37 por ciento correspondió a causas naturales. En la franja aguacatera, las causas de ignición pueden ser intencionales (67,7 por ciento) o accidentales (31,9 por ciento), pero casi todas se derivan de la actividad humana”.

“Los análisis indican que los incendios se concentraron principalmente en los polígonos de la frontera agrícola, seguidos por las huertas de aguacate, luego las carreteras y finalmente las áreas urbanas. La distancia promedio de los incendios a las vías principales y áreas urbanas fue superior a 1 km, mientras que la distancia a las huertas de aguacate y áreas agrícolas fue inferior a 500 m.”.

En la franja aguacatera, “los incendios son muy comunes por debajo de los 2,000 msnm, lo que coincide con el rango altitudinal de mayor potencial para los cultivos de aguacate. Las intensidades y severidades de los incendios fueron bajas, algo esperado para este tipo de ecosistema. El intervalo de retorno identificado en el estudio actual es consistente con otros bosques de la región, donde 2-3 años han sido un intervalo de retorno de fuego sostenido desde 1925. Los bosques templados en otras partes del mundo podrían requerir décadas o incluso cientos de años para que los incendios regresen a los mismos rodales”.

El número de incendios por causas naturales fue casi insignificante. Los rayos representaron el 0.2 por ciento de las causas de incendio. “Incluso si las causas no especificadas de los últimos años se consideraran incendios forestales, las causas naturales solo aumentarían a 10 por ciento. Por lo tanto, las igniciones en esta región son en su mayoría antropogénicas y las condiciones atmosféricas pueden regular su magnitud y tamaño”.

Los habitantes de estos bosques tropicales montañeses “tienen un manejo cultural del fuego bien establecido, que se ha transmitido entre las personas que han vivido en los bosques durante muchas generaciones”. Eso lleva a sugerir que “la influencia de los esquemas de exportación de aguacate en los patrones de ignición de incendios surgió hace solo unas pocas décadas. Sus cambios han sido realizados por solo una parte limitada del sector agrícola, con motivaciones que responden a la economía de exportación más que a la gestión tradicional”.

En muchas partes del mundo, “la distancia a las carreteras principales se ha considerado una variable importante para explicar la distribución de los incendios […] en la franja aguacatera, la distancia a las carreteras se correlaciona fuertemente con el cambio de uso de la tierra a los huertos de aguacate […] la distancia a los huertos de aguacate y las carreteras principales fueron los únicos factores relacionados con la recurrencia de los incendios. Estos son dos requisitos fundamentales para el comercio internacional del aguacate, por lo que el intervalo de recurrencia de los incendios ha pasado de ser impulsado por prácticas tradicionales a estar dominado por esquemas agrícolas de exportación a gran escala en tierras supuestamente legítimas que, en teoría, no deberían haber sido quemadas”.

¿GUACAMOLE AL CARBÓN?

“Los bosques remanentes de la franja aguacatera no han dejado de resistir las igniciones que han sido parte del cambio de uso ilegal que los ha fragmentado. Existe una alta probabilidad de que una ignición única y aislada cerca de parcelas agrícolas pueda provocar un incendio forestal y, por otro lado, también existe una alta probabilidad de que un bosque remanente quemado se vuelva a encender en menos de tres años si el rodal está ubicado cerca de una carretera principal y un huerto de aguacates. Estos incendios antropogénicos disminuyen tanto la cama de combustible que agotan los efectos que pueden tener los factores naturales como los rayos”.

Como herramienta para el cambio ilegal del uso de la tierra, “los incendios pueden degradar los parches de bosque que quedan en una matriz agrícola de aguacate en alza. Es difícil pensar en una reducción de la alta recurrencia de incendios y los daños que pueden causar, dadas las condiciones de inseguridad y conflictividad social presentes en la zona. Una agenda internacional con una perspectiva de justicia ambiental y un marco de acción nacional son pasos clave para abordar estos temas que están íntimamente ligados al destino de la conservación de los bosques en esta región”. El contexto social en el que se produce el aguacate para la exportación “tiene todo un entramado de complejas relaciones de poder dentro de un ambiente de corrupción e impunidad, además de estar recientemente asociado con cárteles de la droga y actividades ilícitas”.

Los consumidores finales de la fruta pueden desconocer que detrás de la gran demanda de aguacates “puede haber productores que intencionalmente queman y talan bosques de gran diversidad, acumulan agua y contaminan los suelos con pesticidas dañinos, y que algunos productores pueden ser extorsionados o desterrados de sus cultivos por organizaciones del crimen organizado como los cárteles de la droga”, destacan los autores.

JALISCO: CUANDO VEAS LAS BARBAS DEL VECINO CORTAR…

Tras la recepción de una denuncia de activistas michoacanos en la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte, contra el modelo expansivo y deforestador del aguacate en Michoacán, el investigador Alberto Gómez Tagle, advirtió: “la información existente, indica que Jalisco tiene elevadísimas tasas de deforestación por cultivo de aguacate, incluso más elevadas que el estado de Michoacán”.

– En Jalisco no hay niveles de denuncia similares, ¿falta el músculo de la organización social michoacana?

– Los procesos son muy diferentes, en Michoacán es más evolucionado simplemente por el tiempo de producción. En Jalisco, aún no hay un contrapeso funcional.

Consideró que como en Jalisco también en otras partes se trata de ocultar el saldo negativo de la producción aguacatera. “En 2018 estuve trabajando en Colombia y la perspectiva era muy similar. La gente estaba muy contenta de poder producir y exportar aguacate, aunque en el caso de Colombia, el aguacate es ‘menos peor’ que la planta de coca que producían a punta de pistola tanto los narcos, como los paramilitares”.

– Digamos que si ahora le ponemos la lupa, estamos a tiempo de que no tengamos que lamentar más consecuencias negativas de las que ya se presentan.

– Sí. El tema es que la producción agroindustrial de aguacate de exportación no es sustentable.

La propaganda en torno al aguacate mexicano suele ignorar su fuerte carga ambiental. Al expediente de la deforestación, se debe agregar dos aspectos más: la enorme presión sobre el agua, y el uso de métodos artificiales para erradicar de los espacios del monocultivo la flora y fauna silvestre. Debieron pasar más de 25 años del primer embarque de aguacates michoacanos hacia Estados Unidos para que el asunto se hiciera del conocimiento de las instancias ambientales del tratado de libre comercio, hoy T-Mec.

La CCAAN tiene en sus manos una denuncia para analizar si el gobierno de México ha violado sus propias leyes ambientales al permitir la expansión de las plantaciones de Persea americana sobre los bosques michoacanos.

El 3 de febrero, la CCA emitió un comunicado del tema: “El Peticionario afirma que México está incurriendo en omisiones en la aplicación efectiva de sus leyes ambientales para proteger los ecosistemas forestales y la calidad del agua frente a los efectos adversos en el medio ambiente derivados de la producción de aguacate en Michoacán, México […] en la petición SEM-23-002, el peticionario asevera que México está omitiendo la protección de recursos forestales e hídricos en Michoacán ante el impacto ambiental y la deforestación causados por la ininterrumpida expansión de las plantaciones de dicho fruto. En específico, el peticionario sostiene que México no ha respetado disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y varias leyes federales centradas en la evaluación del impacto ambiental, la conservación forestal, el desarrollo sustentable, la calidad del agua, el cambio climático y la protección del medio ambiente” (ver

http://www.cec.org/es/medios/comunicados-de-prensa/recibe-la-cca-peticion-sobre-produccion-de-aguacate-en-michoacan/).

Jalisco, socio de los michoacanos en los prósperos embarques a Estados Unidos, deberá comenzar a preocuparse.

Más sobre aguacate, bosque, incendios y reportajes…

MÁS EN BRUNOTICIAS

Esta y más información puede leerla, verla o escúchela en BRUNOTICIAS. Síganos en Facebook @Brunoticias. Nuestro Twitter @brunoticiass. En el Instagram @brunoticiasO bien puede suscribirse al canal de YouTube Brunoticias. Escuche nuestro Podcast Brunoticias en SpotifyApple PodcastGoogle Podcast o Anchor