• Fue lo mismo que detonar 416 millones de toneladas de TNT

Madrid, España. 8 de septiembre de 2017 (EUROPA PRESS). – El terremoto de magnitud 8,2 que se ha registrado a las 23.49 horas de este jueves frente a la costa del Pacífico en México ha liberado una energía equivalente a la explosión de 32.000 bombas atómicas como la de Hiroshima (1945) o de 416 millones de toneladas de dinamita (TNT).

Según ha explicado la secretaria de Ilustre Colegio de Geólogos (ICOG), Nieves Sánchez Guitián, a Europa Press, se registra en torno a un seísmo de magnitud 8 al año a nivel mundial y unos 800 de magnitud 5 en todo el planeta. Precisamente, ha señalado que la energía liberada por un terremoto de magnitud 5 equivale a la explosión de una bomba atómica como la de Hiroshima o a 13.000 toneladas de TNT.

En este caso, ha detallado que el terremoto se ha producido por la subducción de la placa de Cocos bajo la placa norteamericana y en el límite de placas. Además, como el epicentro se ha producido bajo el océano, ha advertido de que hay mayor riesgo de tsunami.

“Ha sido un terremoto brutal, que en la zona se junta con el huracán Irma y provoca al mismo tiempo dos noticias simultáneas de catástrofes naturales”, ha lamentado.

La geóloga ha precisado que el temblor ha afectado a la placa de Cocos, que limita con la costa occidental de Centroamérica y limita con la Placa del Pacífico y la del Caribe, junto al arco volcánico centroamericano y en el límite también con la placa americana. “Se trata de un límite de subducción importante”, ha dicho.

Además, ha comparado este seísmo con el que ocurrió en Ciudad de México en 1985, que fue resultado de un proceso ocurrido en esta misma zona de choque entre placas.

“La placa de Cocos se mete por debajo de la placa norteamericana en esa banda y es justo al producirse esta subducción, cuando en ese movimiento que es continuo y activo, se produce ese terremoto de gran importancia”, ha precisado.

En comparación con el de 1985, ha expuesto que aquel tuvo una profundidad de 15 kilómetros, es decir, no muy profundo, mientras que este se ha registrado a 33 kilómetros de profundidad, bajo el océano, y por tanto la onda de expansión del terremoto ha tenido más recorrido y puede producirse un mayor riesgo de tsunami, que se agrava también por estar muy cerca del límite de placas.

La geóloga ha puesto el foco en los efectos potenciales de estas catástrofes precisamente en zonas vulnerables y ha recordado el terremoto de 1985 en Ciudad de México, que fue “tremendo” porque se produjo “literalmente la licuefacción” del terreno y las infraestructuras se vinieron abajo.

Por ello, ha insistido en el mensaje de la prevención, que considera “clave para salir del circulo cerrado de que pobreza lleva a más pobreza con una catástrofe” es preciso mejorar la prevención a través de un mayor conocimiento técnico y geológico en las construcciones para evitar futuras catástrofes a consecuencia de la magnitud de energía que liberan estos terremotos.

Asimismo, ha reiterado en la necesidad de mejorar las construcciones e infraestructuras pero también de realizar una prevención activa de la población y de las instituciones para que los países prosperen, al tiempo que ha defendido el conocimiento que pueden aportar los geólogos a la prevención y gestión de riesgos y evitar que “se venga abajo una sociedad entera”.