• Especialistas estudian riqueza arqueológica de Angamuco.

Ciudad de México. 5 de marzo de 2018 (Notimex).- El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) impulsa la investigación arqueológica y la protección de vestigios, y ejemplo de ello es el trabajo realizado en la antigua ciudad de Angamuco, en Michoacán.

José Luis Punzo, investigador de la Sección de Arqueología del Centro INAH Michoacán, comentó que numerosas urbes prehispánicas de la entidad han sido estudiadas desde el siglo pasado con la finalidad de conservarlas y lograr un mejor conocimiento de las antiguas culturas que ahí se desarrollaron.

El arqueólogo indicó que especialistas de la institución han trabajado desde hace varios años en diversos sitios para abrirlos al público como Tzintzuntzan, Ihuatzio, Tingambato, Tres Cerritos, San Felipe los Alzati y Huandacareo.

En el caso específico de Angamuco la investigación arqueológica está en curso, por lo que no se contempla su apertura al público, acotó el experto, de acuerdo con un comunicado difundido por el INAH.

Punzo dijo que en esos lugares se ha trabajado con tecnologías como el Lidar terrestre (Light Detection and Ranging/detección y medición de imágenes con láser), que ofrece una imagen detallada de las estructuras y los espacios pequeños, y que también se ha ocupado en El Tajín, Chichén Itzá y Calakmul.

También se refirió al uso de drones, a una escala más pequeña que la del Lidar aéreo, lo que ha permitido hacer reconstrucciones tridimensionales y fotogramétricas de las estructuras de los sitios arqueológicos.

Recordó que los estudios arqueológicos de Michoacán datan desde el siglo XIX, con el doctor Nicolás León y Carl Lumholz, a quienes siguieron los grandes de la arqueología del siglo XX como Alfonso Caso, Daniel Rubín de la Borbolla y Román Piña Chan.

Entre los más recientes mencionó el Proyecto Legados de la Resilencia: La Cuenca del Lago de Pátzcuaro, a cargo del doctor Christopher T. Fisher, profesor titular de la Universidad Estatal de Colorado, que inició en 2006.

Mientras que en la temporada de 2007 se descubrió el sitio de Angamuco, ubicado sobre un malpaís, al este de Tzintzuntzan, que al igual que muchos de los vestigios arqueológicos localizados en Michoacán está en derrames basálticos o pedregales de difícil acceso.

Pese a los estudios realizados entre 2011 y 2015, Punzo expresó que aún no hay elementos para decir que la superficie del derrame basáltico, con una extensión de 26 kilómetros cuadrados, sea una unidad como sitio arqueológico, una sola ciudad que se ocupó y se construyó al mismo tiempo.

“Los investigadores del proyecto calculan que hay 39 mil estructuras, a las que sería mejor denominar espacios culturalmente modificados, entre ellos algunos cimientos de casas, muros de contención, terrazas, caminos, entre otros elementos. Asimismo, consideran que fue habitada por cerca de 100 mil personas, cifra que difícilmente se podría sostener”, añadió.

Se trata, explicó el experto, de un sitio muy importante, anterior a Tzintzuntzan, que corresponde al periodo Posclásico Temprano y Medio, que se empezó a construir en 900 d.C. y se ocupó hasta 1350 d.C., aunque hay sectores que pueden ser más tardíos.

Además se ha encontrado cerámica, metales, entierros y carbón asociados a ese periodo, de acuerdo con su fechamiento por radiocarbono.

A decir del arqueólogo, el uso del Lidar ha generado un replanteamiento del urbanismo prehispánico en Michoacán, donde se asentaron ciudades muy dispersas, sin homogeneidad en cuanto a la densidad de estructuras.

“En estos vestigios se han encontrado complejos rituales, que pueden ser una yácata o una serie de altares, y alrededor de este núcleo se hallan estructuras de tipo habitacional de manera más densa. Pero conforme se van alejando baja la densidad y se observan estructuras habitaciones separadas por terrazas o áreas de cultivo”, detalló.