La paciencia como cura

NOSCE TE IPSUM Por: Josman Espinosa Gómez

Estás formado en la fila y para variar tienes prisa pero no avanza. Ves el reloj constantemente. O estás esperando el elevador y presionas varias veces el botón, pensando que harás que llegue más rápido. En otro momento, estás detenido en el semáforo en rojo y aceleras constantemente esperando no perder ni un segundo cuando cambie a verde. En ocasiones estás en la computadora o celular y tratas de abrir el programa o aplicación pero lo único que logras es ocasionar que se trabe. O te encuentras a la espera de una noticia y constantemente revisas tu correo buscando la respuesta. ¿Te identificas con alguna de las escenas descritas?

“México se encuentra en los primeros lugares, junto con China y Estados Unidos, con el mayor número de personas estresadas a nivel mundial, según la bolsa de trabajo en línea bumeran.com.”[1]El mundo en el que hoy vivimos exige que todo deba ser de forma inmediata y en control absoluto, sin vislumbrar las consecuencias que ello provoca a nivel físico, emocional y psicológico, y apenas vemos los primeros efectos cuando hablamos de estrés y de la somatización provocada por la falta de regulación emocional, teniendo como consecuencia que “la mayoría de las enfermedades crónicas que padece la sociedad mexicana en la actualidad, se desencadenan por la presión y el estrés laboral al que se expone por años”[2].

Sumado a lo anterior, las nuevas tecnologías han creado una falsa expectativa de la inmediatez, provocando una frustración prácticamente inmediata y enfermedades con impactos a corto y a largo plazo en el bienestar personal. “Algunos de los padecimientos desatados por el estrés que más aquejan la salud y la economía de los mexicanos son, la depresión y ansiedad, ambas consideradas como enfermedades mentales en México”[3].

Los niveles de estrés a los que vivimos sometidos detonan la ansiedad que, cuando no tenemos una preparación emocional adecuada para controlarla, termina por volverse un problema que afecta nuestro bienestar psicoemocional e incluso nuestra salud física. Ante ello, el desarrollo de la paciencia surge como una alternativa que favorece el entendimiento de la situación, el control sobre ella, disminuyendo el impacto emocional y la respuesta impulsiva.

El vocablo paciencia deriva del latín patiens, esto es: el que padece. Implica pues el sufrimiento de la espera así como la esperanza de alcanzar el objetivo deseado. Ser impaciente entonces habla de un intento natural por evitar ese dolor. Y esto tiene una explicación neurofisiológica ya que en el cerebro, se producen dos mecanismos básicos: uno se enfoca a la búsqueda placer y otro procura evitar el dolor.

En la sociedad actual, la inmediatez se ha convertido en una nueva droga sin nombre. Por lo que debemos valorar la paciencia como una herramienta de crecimiento personal. Ser paciente no significa ser apático, ni vivir resignado o ser carente de compromiso, sino vivir una espera activa que implica esperanza. Es un acto de coraje, ya que la conquista de su objetivo se hará en el largo plazo. Es protectora, pues no se ve frustrada por la eventualidad de lo inmediato ya que nos permite atravesar situaciones adversas sin derrumbarnos. Es fuerza, pues es paciente aquel que ha sido capaz de domesticar sus pasiones. No nacimos siendo pacientes, para ello se entrena. Tenemos que aprender a tomarnos un tiempo para observar que algunas cosas pueden esperar sin producir sufrimiento y aprender a saborear el placer de la espera.

[1]Recuperado de:  https://expansion.mx/carrera/2018/04/13/los-trabajadores-mexicanos-son-de-los-que-mas-sufren-estres-a-nivel-mundial el 18 de agosto de 2018.

[2] Idem

[3] Idem