• La titular de la CONAVIM, María Candelaria Ochoa, imparte conferencia a estudiantes del doctorado en Ciencias Sociales del CUCSH

La familia es el núcleo donde nacen los esquemas de violencia machista que, luego, se reproducen en instituciones como el Estado, la iglesia o la escuela, que legitiman el orden de dominación patriarcal y las violencias contra las niñas y las mujeres. Por eso ha sido tan difícil sacudirla de la sociedad.

Así lo declaró la Comisionada Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM), doctora María Candelaria Ochoa Ávalos, en la conferencia “Reproducción de la violencia y cambios culturales”, impartida para estudiantes del doctorado en Ciencias Sociales, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), de la UdeG, con el objetivo de iniciar los trabajos del semestre 2020-A del posgrado.

“Frente a las representaciones sociales de las mujeres buenas, abnegadas, comprometidas con la familia, se esconde, paradójicamente, la representación del control sobre las mujeres a través de la violencia, y de la que cada una puede ser objeto, tanto en el ámbito privado e íntimo, como del espacio público y en sus distintas configuraciones, como la escuela, el trabajo o la política. Esa formación familiar es la que luego se traduce en los espacios públicos en la violencia. Los hombres que violentan a la familia, seguramente violentarán a mujeres de otras familias en esos espacios”, subrayó Ochoa Ávalos.

Detalló que las violencias se sustentan en las representaciones sociales del género como estereotipos, creencias, afirmaciones o valores que las personas utilizan para orientarse o dominar su entorno social; guían la forma en que las personas actúan en la sociedad porque establecen normas o límites y una forma de pensar colectiva.

“Las representaciones sociales convierten a un aspecto abstracto en un concepto concreto. Los estereotipos son un ejemplo de la representación universal de ser mujer, y suelen silenciar o legitimar la violencia sufrida por ellas en espacios privados, públicos, educativos, laborales, e íntimos. Están sostenidos por los aparatos ideológicos que generan discursos que refuerzan prácticas de desigualdad. Los roles se instalan de manera normalizada, lo cual los convierte en prácticas discriminatorias”, explicó la experta.

Recordó que la familia es el núcleo donde se sustentan los valores de género, por ello se deben de analizar las conductas y las relaciones al interior de las familias. El rol de las mujeres es un lastre difícilmente superable para ellas, y justifica el maltrato que después se articula en el espacio público. “Así se perpetua la violencia de género”, advirtió.

Tan es así que en el año 2019 se denunciaron 2 millones 15 mil 641 delitos, de los cuales, el índice más alto estuvo ligado a la violencia intrafamiliar y contra la mujer, con 717 mil 787. De éstos, 274 mil 359 fueron delitos de violencia contra la pareja; de acoso y hostigamiento, 8 mil 22; de abuso sexual, 4 mil 813;  de violación, 3 mil 208; de violencia sexual y feminicidio, mil 007 delitos y corrupción de menores, mil 466.

“Si hacemos un total global de estos delitos, podríamos decir, prácticamente, que todos se dieron en el ámbito familiar. En 2019 se registraron 70 mil embarazos en mujeres de entre 10 y 19 años, y en 2015, 12 mil partos de menores de 14 años, los cuales, en un altísimo porcentaje, eran violaciones sexuales por sus familiares: padres, hermanos, primos, etcétera. Es de suponer que la mayoría de los embarazos en niñas menores de 15 años son productos de violaciones sexuales por sus familiares, y en un alto porcentaje de familiares muy cercanos pero que nunca fueron denunciados como tales”, denunció Ochoa Ávalos.

Por ello, dijo, urge hacer cambios culturales de fondo para procurar una sociedad incluyente, plural y pacífica. La transversalización de las políticas de género debe entenderse como política de alto nivel y responsabilidad con recursos, capacitación y revisión de prácticas de gobierno.

Admitió, además, que hay reformas pendientes para eliminar delitos como el homicidio en razón de parentesco para condenar, con 45 años de cárcel, a mujeres que abortan. Lamentó que persisten 20 constituciones locales en el país, en las que se establece protección al embarazo desde la concepción.

El Coordinador del Doctorado en Ciencias Sociales, doctor Enrique Valencia Lomelí, señaló que Candelaria Ochoa ha sido catedrática en la UdeG y su labor de investigación está estrechamente vinculada con políticas públicas para combatir la violencia de género y defender la participación política de las mujeres y los derechos humanos. Durante ocho años dirigió la revista de género Ventana, de esta misma Casa de Estudio.

Candelaria Ochoa ha sido diputada federal por el Distrito IX en la LXIII Legislatura, donde participó en las comisiones especiales de Delitos de Género y Feminicidio, y para esclarecer la desaparición de los jóvenes de la Normal de Ayotzinapa. Y fue regidora del Ayuntamiento de Guadalajara.

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Familia violencia contra las mujeres.