Límites claros para una mejor calidad de vida
NOSCE TE IPSUM, por Josman Espinosa
Nos hemos acostumbrado a escuchar por muchos lados, sobre la importancia de poner límites, pero también es cierto que muchas veces solo entendemos que poner límites es decir que NO, y es más que eso. Por otro lado, el hacer esto para una sociedad que le cuesta trabajo esta frase, incluso lo toman como una falta de respeto o hasta egoísmo. Pero de lo que, si estamos seguros, es que en cualquier relación interpersonal, para tener una buena y productiva experiencia, el negociar es una parte fundamental. Contrariamente a lo que se podría pensar, el establecimiento de los límites permite de hecho dar forma a una relación en vez de limitarla.
De acuerdo a la teoría familiar de Salvador Minuchin, existen una serie de factores que determinan la forma en que se generan las distintas relaciones humanas. Entre ellas están la distribución de las jerarquías, las alianzas o coaliciones, los triángulos, y por supuesto, los límites. De acuerdo a Minuchin, existen al menos 3 tipos de estructuras basándonos en el análisis de los mismos. Primero están las “relaciones desligadas”, teniendo límites excesivamente rígidos y poco permeables entre sus integrantes, generando una defensa excesiva de la independencia de cada miembro. La segunda forma se le conoce como “relaciones aglutinadas”, estas tienden a tener límites particularmente permeables, por lo que a sus miembros les cuesta manifestar aspectos que los individualicen mucho en comparación a los demás o elementos de diferenciación: estos suelen ser asociados (como se mencionaba más arriba) al egoísmo o la culpa. Y por último, las relaciones “de límites claros”, estas se diferencian por tener acuerdos mínimos de funcionamiento de la relación negociados de manera adecuada, la posibilidad de complementar proyectos o visiones tanto comunes como personales armónicamente, además de una nutricia aceptación y resolución de conflictos.
Como podemos ver, la negociación y establecimiento de límites es un aspecto muy complejo, pero hacerlo de manera correcta puede llevar a tener experiencias de vida más flexibles y libres en nuestras interacciones sociales. Los límites claros permiten construir relaciones en las que se puede disfrutar en conjunto. Para una persona que desarrolla la habilidad de negociar límites claros con los demás es probable que también resulte más sencillo y provechoso reconocer sus propias formas de ver las cosas, emociones, acciones y, en definitiva, sus propias necesidades afectivas y de desarrollo.
Así que al tener la claridad de donde terminan las perspectivas y formas de ver de una persona y donde empiezan las de la otra, es más probable poder reconocer lo que es propio. Todo esto favorece a la comunicación más clara y provechosa. Si somos capaces de reconocer qué pensamos, qué sentimos, cómo actuamos y que necesitamos, etc de manera diferenciada respecto a la perspectiva de los otros, es más probable que sepamos qué pedir, qué aceptar y qué no, qué preguntar y qué estamos dispuestos a responder, sin que lo anterior tensione necesariamente las lealtades con la o las personas que tenemos al frente.
Definitivamente, el establecer límites es un acto de respeto profundo y psicológicamente hablando es un objetivo constante, ya que nos permite respetarnos y encontrarnos como personas diferentes. Si tienes dificultades para ello, no dudes en consultar con un profesional de la salud mental que te ayude a establecerlos.
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