Ciudad de México, 8 de noviembre de 2018 (Notimex).- A 505 años de su publicación, El Príncipe, obra máxima del filósofo y político italiano Nicolás Maquiavelo, sigue vigente aunque para especialistas universitarios ha sido malinterpretada por siglos.

En la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se realizó la mesa de trabajo “¿Qué tan maquiavélico fue Maquiavelo?” con la participación de Leonardo Curzio, Raúl Contreras Bustamante, Maurizio Viroli y Jorge Islas.

Maurizio Viroli, profesor emérito de la Universidad de Princeton y máximo especialista de la obra del pensador florentino, comentó que “El Príncipe” ha sido malinterpretado y mal leído por siglos.

Subrayó que en los tiempos actuales “necesitamos la guía de alguien que haya entendido verdaderamente la esencia del viejo Niccolò Machiavelli”. El también académico de la Universidad de Lugano, remarcó que “El Príncipe es una crítica a los políticos mediocres para invocar a los grandes”.

En general, detalló, toda la obra del filósofo italiano está en la búsqueda de la gran política, porque no es lo mismo la gloria que la fama: la primera es la forma en que los hombres buenos saben ganarle al mal, y la segunda es lo que han cosechado políticos como Hitler.

Maurizio Viroli, quien ha colaborado con pensadores como Norberto Bobbio y Martha Nussbaum, remarcó que se debe tener claro que ningún libro de filosofía política termina con una exhortación, pero éste lo hace. “La finalidad de la obra era mover a la acción, no ser un texto científico. Maquiavelo deseaba escribir para las generaciones venideras, hacer lo que él no pudo lograr por el bien de su patria”, enfatizó.

Al hablar del término “maquiavélico”, explicó que se malentiende por aquel que no tiene principios, que miente, “un político corrupto, interesado en su propio poder, una persona fría que sabe controlar sus pasiones, que se domina a sí mismo, que simula, esconde su pensamiento y ve dentro de las almas”.

Maquiavelo, aclaró, no era así: sus dichos los basó en documentos y no en opiniones; fue hacedor de política, “manejó grandes cantidades de dinero y después fue aún más pobre, con lo que dio una prueba real de honestidad”.

Jorge Islas, quien fue abogado general de la máxima casa de estudios, afirmó que Maquiavelo era un patriota. Agregó que convencionalmente “maquiavélico” implica más un adjetivo que un sustantivo, pero que de manera franca es la búsqueda de la gloria política.

En su opinión, se ha hecho una “pésima” interpretación de “El Príncipe”, pues esta obra fue pensada como una exhortación, no como un texto erudito.

De acuerdo a un comunicado de la UNAM, Leonardo Curzio, académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) y periodista, dijo que dicha obra no fue un ejercicio introspectivo, ni un justificador de barbaridades, sino una “ruptura con la literatura de espejos de príncipes”.

Raúl Contreras Bustamante, director de la Facultad de Derecho, expuso que “maquiavélico” es una palabra sacada de contexto, que no corresponde a su significado real.

“A los ‘príncipes’ gobernantes no les gusta escuchar críticas, pero el buen colaborador es el que dice la verdad; hoy deberían estar rodeados de ellos”, comentó.

El Príncipe