Tu mientes, yo miento…todos mentimos.

NOSCE TE IPSUM Por: Josman Espinosa Gómez

  • Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve. Martin Lutero (1483-1546)

Los seres humanos mentimos, y todo el tiempo. Muchas veces no lo hacemos por maldad y la mayoría de las ocasiones son pequeñas mentiras que, aunque no parecen suponer un problema para nadie, a lo largo del tiempo sí resultan un problema. Según el diccionario de la Real Academia Española “Mentir es manifestar lo contrario a lo que se sabe, cree o piensa”.

Hoy sabemos que son múltiples las causas por las que mentimos, tales como: por ser piadosos con los demás, para crearse una realidad que no existe, para ser el centro de atención, para exagerar la realidad, para parchar la realidad o tapar la verdad, para culpar/dañar/ayudar a otra persona, para evitar la responsabilidad, para ocultar errores y evitar pedir disculpas, para no enfrentar el futuro, por evitar la vergüenza, por evitar la pérdida de la pareja, para aparentar lo que no se es, por temor a las consecuencias de que algo se sepa, por sentirnos: seguros, inseguros y desconfiados, por conseguir una ventaja o beneficio, para conseguir objetivos de vida, entre tantas cosas; lo que es un hecho, es que mientras mayores sepamos que son las consecuencias, mayor es la motivación a no decir la verdad.

Según Douglas Peters, psicólogo de la Universidad de Dakota del Norte, EUA, mentimos desde pequeños. Los niños mienten a través de la observación, ven a los adultos – a sus propios padres – mentir y los imitan, se mienten entre ellos en la escuela y mienten para proteger a sus amigos ante los adultos. Estudios recientes aseguran que 1 de cada 4 mentiras se dice para proteger a un tercero, y pareciera entonces que muchas veces el engaño nos sirve para poder seguir viviendo en sociedad.

Así que, si una persona le funcionó decir una mentira por pequeña que sea, puede sin darse cuenta convertirse en un experto en mentir y hacerlo como un mecanismo natural de su vida sin darse cuenta que detrás de la mentira se esconde algo mucho mayor: el miedo. Un miedo a ser menos que los demás, a no conseguir un objetivo profesional, a ser menos atractivo, a que no nos quieran o que no nos aprecien, a que no nos respeten, a perder o no ganar algo. Por lo que, para un mentiroso, ser descubierto en una mentira puede ser desastroso para su vida, así que hará todo lo posible para mantener esa mentira y con ello estará creando un hábito patológico convirtiéndose ello en un Trastorno de Personalidad Antisocial, donde la causa de la mentira ya es otra y por lo que deberá acudir a un profesional para tener un apoyo en ello.

En resumen, mentimos porque queremos, porque sabemos hacerlo y porque, en algún modo, nos beneficia, así que debemos aprender a reconocer cuando lo hacemos y porque lo hacemos, de lo contrario empezamos a construir un mundo fuera de la realidad y eso sí realmente puede dar mucho miedo.