• Por Aura Fuentes. Enviada

Pátzcuaro, Michoacán. 23 de diciembre de 2018 (Notimex).- La técnica ancestral pasta de caña de maíz conlleva meses de trabajo para realizar una figura religiosa, por lo que son pocas las personas dedicadas a ella, tal es el caso de la familia Gaspar Ortega, que en 2012 se encargó de elaborar el nacimiento obsequiado a El Vaticano.

En el taller ubicado al interior de la Casa de los 11 Patios, en el municipio de Pátzcuaro, la hija del artesano Mario Agustín Gaspar, Erandi Gaspar Ortega, platica este lento proceso, en el cual por cada pieza tardan un mínimo de seis meses y hasta un año o año y medio.

“Recolectamos el maíz o rastrojo, le quitamos la corteza, porque no toda la caña nos sirve, hay pedazos huecos, tiene que ser maíz nativo, después lo humedecemos, agarramos varios bloques, más o menos seleccionamos su tamaño y se mete en baba de nopal que molemos con plantas venenosas”, explicó.

Dichas plantas son usadas en la mezcla para que las piezas no se apolillen, ya que fungen como insecticida natural, y se vierte en unas tinas, que es en donde se introducen los rollos de caña los cuales después se dejan secar por alrededor de cuatro meses, tras lo cual se les quita el lazo con el cual se amarró.

“Ya teniendo la pieza, depende lo que vamos a hacer empezamos a tallar con una navaja, y ocupamos muchas lijas para realizar los detalles. Todo el polvo que sale nos sirve a nosotros porque se muele, se mezcla y sale una pasta de caña de maíz para recubrir toda la pieza, se pueden realizar la nariz, los parpados, los labios y el cabello, entre otros detalles”, explicó.

Una vez que la pieza queda completamente elaborada, se le aplica una tierra blanca mezclada con cola de conejo, la cual se obtiene de la piel de estos animales, que se pone a pudrir en agua, misma que cambian a diario hasta que la piel suelta el pelo y se torna transparente, obteniendo así una especie de grenetina.

“Ya que está blanca la pieza con esa mezcla está lista para ser pintada. Nosotros aquí en este taller dominamos pigmentos naturales y óleos, podemos decidir cómo lo queremos pintar, puede ser con maque, el cual de un efecto de brillo más natural”, mostró.

Erandi, quien aún se considera una aprendiz, explicó que la técnica para estas esculturas se perdió durante muchos años, pero sus papás junto con otros compañeros artesanos elaboraron un proyecto para su rescate, apoyados por la Universidad Michoacana, en cuyos laboratorios se analizó.

Una vez definida la técnica, se impartieron talleres que tomaron personas de diversos lados; sin embargo, no todos continuaron con la técnica, ya que Erandi reconoce que no es algo que permita a las familias subsistir debido al tiempo de elaboración y a que son caras, por lo que no se venden fácil.

“Por ello, somos poquita gente quienes lo seguimos haciendo, yo creo que aquí en Pátzcuaro hay como unos siete, además de mi familia, otras siete personas que lo elaboran, pero trabajan en sus casas y aparte tienen otro trabajo, solo lo hacen en sus tiempos libres”, compartió.

La joven recordó que en 2012 por parte del Gobierno del Estado le solicitaron a su papá elaborar en un año un nacimiento que serviría de obsequio para El Vaticano, en Roma, con motivo de la Navidad mexicana y seleccionaron a sus papás por su trayectoria, ya que cuentan con 40 años en el taller.

“Cuando les plantearon el proyecto mis papás no accedieron porque eran siete piezas y para cada una invierten un año, por lo que no iban a poder terminar todo, pero la ventaja que tenían era que recién habían recolectado muchísima caña y tenían mucha pegada, por lo que decidieron aceptar”, platicó.

Para elaborar el nacimiento de siete piezas, cada una de 1.2 metros, a excepción del niñito Dios, tuvieron que cerrar prácticamente el taller y toda la familia, integrada también por su mamá Beatriz Ortega y sus tres hermanos, dedicarse únicamente al nacimiento, el cual terminaron a tiempo y fue llevado a la Basílica de San Pedro.

“Cada imagen se fue vestida de danzantes, por ejemplo, los Reyes Magos con indumentaria de danzas típicas de Michoacán, también la Sagrada Familia con trajes tradicionales michoacanos. La otra pieza fue un ángel”, indicó, lo cual es respaldado por las fotos que decoran el taller.

Erandi contó que este 2018 de nuevo vinieron a buscarlos del Colegio Mexicano que está en Roma para hacer otro Cristo de caña de maíz para su capilla, que al parecer cumplía 100 años por lo que querían algo muy mexicano para la imagen principal, de 1.7 metros, el cual también elaboraron.