Periscope: ¿Héroe o villano?

Tal vez ya oíste hablar de Periscope, la aplicación que te permite transmitir y ver en vivo vía streaming cualquier evento. Forma parte de Twitter, quien la compró en 2015 y es muy fácil de usar. Con Periscope te conviertes en una especie de reportero o corresponsal, ya que donde te encuentres puedes transmitir lo que está sucediendo. Es la evolución de la selfie a un videoselfie.

En la última semana el uso de Periscope ha estado en la mesa de debate, principalmente en la Ciudad de México (#CDMX). La historia comienza en la Delegación Miguel Hidalgo, una de las zonas con más ingresos en el país y donde viven muchos smartphones felices, rodeados de personas no tan felices que incumplen muchas de las normas y disposiciones administrativas para una sana convivencia.

Ahí vive un señor de nombre Arne aus den Ruthen, el city manager de la delegación (algo así como el sheriff) que recorre las calles armado con Periscope y que pone en evidencia al ciudadano cochino que tira su basura en la calle, al señor que se estaciona en la rampa de discapacidad, la señorita que deja las heces de su perro o como él llama a todos los anteriores “Vecinos gandallas”. Por supuesto, esta exposición pública ha tenido repercusiones y al estar en redes sociales algunos entran en cintura y no vuelven a cometer las faltas; otros no lo toman bien y han respondido con violencia, agrediendo y “levantando” al city manager.

Hasta aquí puede que tú estés de acuerdo en que ya era tiempo de que “alguien” mostrara la falta de civilidad de muchos, porque hasta el Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República se tuvo que disculpar públicamente por una falta, sin embargo, surge la duda ¿dónde queda el derecho a la privacidad de las personas que graban sin permiso? ¿Está bien mostrar el rostro de menores de edad? ¿Nos consta que la persona que acusamos en vivo es culpable de la falta? ¿Dónde queda eso de “presunto inocente?

La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal recibió tres quejas de ciudadanos por presunta violación de derechos, a lo que Perla Gómez, la titular de la CDH, ha señalado que tomará cartas en el asunto y diseñará protocolos de actuación, es decir una lista de reglas que debe acatar la delegada Xochitl Gálvez y su personal. Federico Berrueto, un politólogo que escribe en Milenio, señala que el derecho a la privacidad se pierde desde que ingresamos a una red social y apretamos “acepto” y que si bien a muchos no les agrada la medida, sirve para balconear a los particulares.

Aunque el artículo 19 de la Ley de Responsabilidad Civil para la Protección a la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen del Distrito Federal señala que sí se puede difundir la imagen de un particular, sin su permiso, siempre y cuando éste se encuentre en un lugar público y la difusión responda a un hecho de interés público, diputados del PRD señalan que “nos encontramos frente a un vacío legal, por lo que hay que adecuar las leyes a las nuevas tecnologías”.

Si de algo estoy segura, es que las redes sociales se han convertido en un medio de denuncia, donde los ciudadanos han expuesto a varios funcionarios, con resultados o sin ellos, pero hay una real presión que obliga a los servidores públicos a actuar con legalidad, como siempre debió ser.

Ahora el balón está del otro lado, las autoridades, los funcionarios son quienes observan y castigan a los infractores, pero esta vez sin supervisores o inspectores de por medio, sólo armados por un teléfono, una conexión a internet y la app que lo transmita: Periscope

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El Gran Hermano te observa.
George Orwell.