• Proteger la identidad genética supone registrar las variedades de pitayas ante el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS)

Por Salvador Y. Maldonado 

Techaluta, Jalisco. 20 de junio de 2021.- El panorama para la producción de pitaya jalisciense sigue con novedades positivas. Además de las obras del corredor pitayero en la Región Lagunas para mejorar su comercialización, también se tienen en marcha las gestiones para la protección de la identidad genética de algunas variedades de esta cactácea de gran peso socioeconómico en esta comarca y otras regiones del agro estatal, según lo comunicó el responsable del despacho de la Secretaría  Agricultura y Desarrollo Rural (SADER Jalisco), Salvador Álvarez García.

Por cierto, con la llegada de las lluvias llega el fin de la temporada de venta de pitayas, lo que en este año tuvo mejor escenario con el funcionamiento  de los módulos de venta en el llamado corredor pitayero de los municipios de Techaluta y Amecueca.

Por su parte,  el director de Fomento Hortofrutícola de la SADER Jalisco, Néstor Olivares Mora, quien refirió que el tema de la identidad genética esto supone  registrar algunas variedades ante el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) del gobierno federal; y con ello, prevenir que en otras partes del país o del mundo se las  adjudiquen como especies propias.

Las variedades que se pretende blindar con el registro del SNICS son las que llevan los nombres populares de Mamey, Tenamaxtle, Amarilla (color naranja débil), Blanca ácida, Morada y Blanca.  Todas ellas del género Stenocereus.   

Expuso que luego de un trabajo de campo y de sistematización de información, ya se tienen en marcha las gestiones necesarias, “de parte de la academia han tenido esa incursión  para blindar la genética de las pitayas y no dejar libre esa  ruta  porque en otros países podrían utilizar la genética para propagarla”.             

PITAYAS

Olivares refirió que en el trabajo técnico sobre la genética de las pitayas jalisciense, se ha tenido trabajo de extensionistas y de investigadores de esta cactácea, como el caso de Juan Florencio Gómez Leyva y su equipo del Instituto Tecnológico Agropecuario (ITA) de Tlajomulco.   

Gómez Levya detalló que además del trabajo de sistematizar la información para su  entrega al SNICS, también se ha trabajado en acciones encaminadas a brindar apoyo a los productores pitayeros. Como ejemplo en este punto, citó la elaboración de un biopolímero que impregna la cáscara de la pitaya y le  brinda mayor vida de anaquel, de modo que se reduce la caducidad.    

Adujo que también se ha trabajado en la propagación de metodologías agronómicas ligadas a la agricultura orgánica para incidir en un enfoque sustentable. 

Por cierto, los parajes pitayeros jaliscienses se concentran en la Región Lagunas, particularmente en Techaluta de Montenegro, Amacueca, Teocuitatlán de Corona y Zacoalco de Torres, entre otros municipios. Aunque también hay en otras latitudes, como en el famoso Llano en Llamas.

A su vez, el extensionista Ricardo Navarro Hernández, comentó que ya son veinte años en los que se ha avanzado gradualmente en la tecnificación de la pitaya en la Región Lagunas, lo que registra avances importantes en reducir el tiempo de aprovechamiento de las plantas con técnicas de mejoramiento de suelos y fertilización.  Aunque reconoció que hay el reto de socializar lo más posible estos a avances.   

Indicó que ha sido notoria la actuación de la SADER Jalisco con mantener el extensionismo y llevar esquemas de apoyo a otras regiones con potencial pitayero, como fue el Programa de Desarrollo Territorial (PRODETER) de 2019 al municipio  de Zapotitlán de Vadillo. 

Añadió que es muy  positivo el hecho de la  protección legal de la genética de las pitayas,  algo que ya se hizo en Oaxaca, entidad líder en volumen de producción, seguida de Jalisco.          

EL DATO SOBRE LAS PITAYAS

Como ejemplo del impacto económico de la pitaya, cerca del 70% de la población de Techaluta es beneficiada directa o indirectamente por la actividad ya sea por trabajar durante la temporada o por los resultados económicos que se ven reflejados durante y después de la época de pitayas. En promedio  una hectárea con aproximadamente 700 tallos generan una producción real de aproximadamente 50 mil frutos en la temporada con un peso promedio de 100 a 150 gramos y un valor que oscila entre los $5.00 a $1.00 peso se tiene una ganancia de $140 mil pesos por hectárea (si la fruta es vendida a tiempo y sin castigo al precio), de aquí la importancia desde el punto de vista económico y social.  En este año la cotización ya se incrementó. 

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