• Por Sabine Dobel (dpa)

¿GPS en vez de campanas? En un proyecto en Bayern, Alemania, se le colocan a las vacas sensores electrónicos para ayudar a los ganaderos a encontrar a los animales en terrenos escarpados.

Ilke, de Jachenau, una localidad cercana a Garmisch-Partenkirchen en Alta Baviera, lleva este año, además de la tradicional campana al cuello, una cajita cargada de electrónica. La vaca, que pasta en las praderas de Bichler Alm a 1.400 metros de altura, es controlada por GPS. Un emisor envía señales desde su ubicación a los campesinos y al técnico Matthias Engel. Antes, el sonido de las campanas servía para guiar a los dueños de los rebaños hasta sus animales, pero ahora ayudan las señales electrónicas y los satélites.

Engel quiere desarrollar el sistema para poder determinar dónde está un animal con un margen de error de solo diez metros. La vaca Yvonne, que en el verano de 2011 huyó al bosque para evitar el matadero y estuvo tres meses sin poder ser encontrada, habría tenido mucha menos suerte con la nueva tecnología.

Desde 2016, Engel experimenta con distintos dispositivos y en la actualidad tiene unos 50 de fabricación propia con los que hace pruebas. “Al principio, yo solo quería comprar algo así”, explica, pero al menos en Alemania no se fabrican en serie. Hay iniciativas similares en Suiza, y Noruega es el único país en el que existe una empresa que los comercializa, según la Oficina Agrícola de Baviera.

En este organismo trabajan en el tema varios expertos desde hace cinco años. “Así se consigue acabar con la búsqueda de una vaca durante horas en las praderas especialmente aisladas”, señala Stefan Thurner. “En el caso extremo puede ocurrir que un pastor busque un animal un día entero”.

Aunque suena casi como una historia bíblica, en realidad es un trabajo muy duro. Según las encuestas de la oficina regional, los pastores a veces recorren miles de metros a gran altura. Además, la tecnología permite al campesino saber enseguida si algo va mal, por ejemplo si se desata el pánico entre los animales. En la actualidad hay 150 vacas con sensores a prueba en Alta Baviera y Tirol, entre ellas las de Engel.

Sin embargo, el sistema no implica que desaparezcan las campanas. “Un rebaño necesita una campana”, asegura Engel, que ve el sistema como un complemento, al menos en las montañas.

Engel está convencido de que los animales se reconocen unos a otros por el sonido de las campanas y que éstas no les causan daño alguno, como denuncian algunos protectores de animales. “Es muy importante que los animales se oigan unos a otros. Aquí solemos tener niebla y mal tiempo, de ese modo saben dónde está su grupo y su líder”.

Uno de los problemas de la variante alpina de las tobilleras con GPS es la duración de la batería, que tiene que aguantar normalmente la época del buen tiempo en la región, de junio a octubre. Engel introdujo por ello, además de tecnología que ahorra energía, una célular solar.

Tampoco fue fácil dar con el diseño adecuado. “Las primeras cajas estaban rotas enseguida, en unas horas. Pero si las hacía demasiado estables no emitían la señal”, explica. La solución fue plástico en forma de panal. También la humedad era un problema, así que acabó lacando las platinas.

En la oficina regional se siguen planificando otros avances, como sensores que permitan saber dónde se suele quedar la vaca, cuándo cóme y cómo se comporta. De ese modo se pueden conocer datos sobre su salud y crear así una imagen mucho más completa de su estado general.

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