• Por David Torres González. Enviado

Prypiat, Kiev, Ucrania. 18 de Nov 2018 (Notimex).- Hay dos sonidos que impactan cuando se visita la deshabitada ciudad de Prypiat: el aparato que detecta los lugares donde hay más radiación de la normal, y el rechinar de un juego oxidado que termina con el silencio sepulcral que se vive ahí desde hace más de 30 años, desde el desastre de Chernobyl.

El accidente nuclear de Chernobyl, ocurrido el 26 de abril de 1986 en el reactor 4 de la planta ubicada a solo tres kilómetros de Prypiat, obligó a que más de 49 mil habitantes tuvieran que ser evacuados de la ciudad, misma que ahora se puede visitar en un tour turístico.

Así, miles de personas de todo el mundo llegan hasta este lugar donde ocurrió el accidente nuclear más grave de la historia de la humanidad, para realizar un recorrido que, con salida de Kiev, tiene una duración aproximada de 12 horas hasta el regreso a la misma capital ucraniana.

Y no es un viaje que se pueda decidir y realizar al momento, pues hay que agendarlo de manera previa y como extranjero llevar el pasaporte, además de que viajar sin un guía es imposible.

Existen también ciertas recomendaciones para el tour, como llevar ropa cómoda, prohibida la vestimenta o calzado de tipo “abierto”.

Además de que, de mayo a octubre, con el incremento de mosquitos e insectos chupadores de sangre, es obligatoria la ropa que cubra prácticamente todo el cuerpo y usar repelente.

El recorrido es en la zona de exclusión de aproximadamente cuatro mil 800 kilómetros cuadrados, donde se visitan localidades como Zalissya y Kopachi, en las que las casas abandonadas, ventanas y paredes rotas y destruidas, objetos tirados y naturaleza muy crecida, son un común denominador.

 

Kopachi, el lugar del sarcófago de acero y concreto

En Kopachi se puede visitar lo que quedó de un kinder, en el cual la destrucción y abandono es igual que en toda la zona de exclusión.

Aún se pueden apreciar las bases de las camas donde dormían los niños, libros y hasta algunos juguetes. También es el primer punto donde el dosímetro -aparato que detecta altos niveles de radiación- emite su alarma.

También se puede apreciar un inmenso escudo antimisiles soviético y una antena de 750 metros de largo por 198 metros de alto que está abandonada, al igual que el edifico de la estación receptora.

Una pausa en el recorrido es necesaria para comer, y en la zona de exclusión sorprendentemente hay un restaurante. La tradicional sopa ucraniana (borsch), pasta, pollo y pan son suficientes para alimentarse y seguir el camino a la zona de la explosión.

El siguiente sitio en la visita es la zona nuclear, donde se puede observar la estructura o “arch” que cubre el reactor cuatro donde fue la explosión, y el cual se estima contendrá la radiación por los próximos cien años.

Tras la explosión en abril de 1986 tuvieron que pasar más de dos meses para tomar la decisión y aislar el reactor, lo que se realizó con un sarcófago de acero y concreto de 170 metros de largo y 66 de alto; su desgaste obligó a la construcción de uno nuevo, colocado en 2016.

La nueva estructura es uno de los lugares más fotografiados del tour, costó más de mil 500 millones de euros y fue financiada por casi 30 países. Mide 110 metros de alto, 150 de ancho y 250 de largo, con un peso superior a las 36 mil toneladas de metal, mismo que se espera dure unos cien años.

Anna Kirianova, una de las guías del recorrido, señala que gracias a dicha construcción “podemos tener las normas de radiación, podemos tener el nivel de radiación que no es tan alto”.

Prypiat, la ciudad fantasma

Prypiat es un sitio desolado, abandonado, destruido y con la naturaleza que crece a su antojo. De la ciudad que fue construida para quienes trabajaban en la planta y sus familias, poco queda.

Una silla ginecológica afuera del hospital, hojas y libros tirados en un salón de clases, las gradas destruidas en el estadio de futbol, edificios y oficinas rodeados de vegetación, son imágenes que impactan a los visitantes.

También un parque de diversiones que nunca se inauguró está en las mismas condiciones. Carros chocadores y una rueda de la fortuna se encuentran en la zona, además de otros juegos oxidados que con un movimiento rechinan y terminan con el silencio de la ciudad.

Al término del recorrido hay que pasar por un filtro de seguridad, donde se encuentra un vigilante, quien es una de las personas que trabajan 15 días antes de irse el mismo tiempo a descansar a su casa y volver después a la desolada ciudad.

De los 49 mil habitantes que vivían en Prypiat, en la zona de exclusión hay en la actualidad solo 130 personas en los pueblos y zonas cercanas a la ciudad de Chernobyl, quienes han visto como ha crecido el turismo en la zona.

En un radio de 10 kilómetros de la zona del accidente no hay nadie.

En 2016 realizaron el tour cerca de 37 mil personas, el año pasado creció la afluencia a 50 mil, y para este 2018 se estimaba que terminarían el año con cerca de 70 mil turistas, “especialmente de otros países”, comentó Anna Kirianova.

Han pasado más de tres décadas y aún no hay cifras oficiales de muertes por la explosión del reactor 4. Se habla de miles, algunos el día de la tragedia y muchos por la contaminación –cuatro mil hasta 2005- que llevó la nube de radiación por algunos países de Europa.

Si bien no es un lugar que los ucranianos particularmente quieran visitar, lo ocurrido en Chernobyl forma parte de la historia universal, un sitio interesante, pero donde aún se respira la tragedia ocurrida hace 32 años.

Chernobyl