SECTOR PRIMARIO, por Francisco Mayorga Campos

Hace poco que la mayor cadena de tiendas de autoservicio del mundo anunció que iba a cambiar el 100 por ciento de  su oferta de huevo de jaula por huevo de gallina libre de jaula para el 2025.

Lo que consume de huevo esta cadena al año son varios miles de millones de blanquillos, por lo tanto, muchos proveedores tradicionales tendrán que cambiar sus prácticas si quisieran seguir en el negocio.

En México estamos en la misma tendencia, aunque mucho más lento; el principal fabricante de pan de nuestro país, y del mundo, anunció que para el 2025 transitará hacia compra de huevo de gallina libre de jaula en toda su proveduria.  Esa noticia con ligeros cambios ya la dieron una empresa de producción de chocolates para niños y algunos restaurantes. El cambio está en curso y los avicultores están bien conscientes.

Algunos se preguntarán de dónde viene esta presión del cambio hacia productos con principios de producción más “humanos”. Si es algo que los mismos consumidores están pidiendo o más bien si los productores avícolas están cambiando sus métodos de varios años atrás.

Para responder la pregunta, los cambios están siendo impulsados más que por clientes o proveedores, por asociaciones defensoras de los derechos de los animales. Y esto es por sí mismo todo un tema.

El detalle con estas asociaciones es que no siempre tienen una visión integral de las cadenas de suministro y de las implicaciones colaterales que generan cambios en los criterios de compra, venta o producción de alimentos.

Algunas de ellas navegan con banderas radicales, por ejemplo, impulso al veganismo, que es no consumir nada de origen animal, intentando convencer a las personas (muchas veces desde un cabildeo político en las cúpulas o cámaras que implica mucho dinero y tiempo) que debemos consumir puros vegetales y hasta dejar de comprar artículos de cuero animal.

Más aún, para lograr esto muchas veces hacen campañas masivas que transmiten una imagen distorsionada del productor primario, principalmente ganadero, haciéndolo ver como un verdadero depredador de los recursos naturales.

Desde mi experiencia de productor orgánico, puedo decir que me emociona que estas tendencias estén llegando finalmente a ser una realidad en la producción de alimentos más amigables con el bienestar animal y la búsqueda de mejores prácticas en beneficio del ambiente. No obstante, no estoy de acuerdo que esto se convierta en fanatismo, en que se degrade una profesión noble y milenaria como la ganadería, en que se influya a los más pequeños (sin una explicación científica y condensada) a ver la carne como algo que hace daño habiendo tantas otras amenazas.

La propuesta aquí para algunos grupos protectores de animales es ver la pantalla completa, con un enfoque integral bien asentado y fundado en la realidad y las posibilidades de cambio sin llegar al alarmismo.

Es bien sabido que la mayoría de los productores ganaderos hacen bien su trabajo y se apegan a principios éticos y de trato humanitario al ganado. Eso se debe reconocer. También es delicado impulsar cambios radicales en los sistemas por el simple hecho de que muchos se quedaran fuera.

Hay que abogar por el justo medio. Veo muy posible un nuevo mercado en donde los productores y consumidores, las asociaciones y los gobierno, tengan más puntos de acuerdo que de desacuerdo. En donde se busque conocer y reconocer la labor del ganadero y no sólo se tomen decisiones desde un escritorio. Hay que hacer de lado el orgullo y sentarnos a dialogar y a planear el futuro de los sistemas alimentarios. Todos tenemos algo que decir y ganas de participar.

Si se toman así las decisiones, como dicen en mi rancho “otro gallo cantará”.

Enhorabuena.

Francisco Mayorgar Campos @fmayorga00