Quiero que me quieras / Parte 2

NOSCE TE IPSUMO Por el Dr. Josman Espinosa Gómez

Cuando niño te daban  con un chocolate -o un helado quizás- por algo bueno que habías hecho. ¡Un premio! ¿Recuerdas esa sensación? Una especie de felicidad. Pero luego querías ir a jugar con los niños de la calle de enfrente y no te hacían caso porque eras nuevo, no te conocían. Así que ese delicioso chocolate se convertía en tu moneda de cambio para que voltearan a verte -y con un poco de suerte- para que te eligieran en el equipo o incluso fueran por ti alguna otra tarde para que salieras a jugar. Y así, sin darte cuenta, habías empezado a dar una parte de ti a los demás para ser querido, es decir, entraste al juego de necesitar que te quieran.

Me atrevo a decir que prácticamente todos nosotros nos hemos esforzado alguna vez en nuestra vida por lograr la aprobación de los demás y muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de ello. Empezamos por creer que lo que piensen ellos, es más importante de lo que pensamos de nosotros mismos y generamos ese deseo intenso de recibir halagos, cumplidos y aplausos por parte de los demás. Y es que nos hacen sentir bien pero ¿qué pasa cuando ese aprecio, aceptación y apoyo no llegan y empiezan a convertirse en una necesidad?

Es aquí cuando empezamos a repartir aquello que tenemos de valor -como nuestro chocolate-, a cambio de es esas caricias de aprecio por parte de los demás. Esto es como empezar a intercambiar pedazos de nosotros mismos por un halago o la presencia de alguien a quien consideramos indispensable en nuestras vidas.

El problema es cuando ese alguien por alguna razón desaprueba o desprecia lo que hacemos o decimos, nos derrumbamos ante la decepción de haber entregado una parte sumamente valiosa de nosotros mismos y que no fue apreciada por el otro. Es entonces que buscamos de nuevo, a toda costa –ofreciendo algo más-, algún halago, aplauso o caricia, con tal de no sentir ese vacío, esa frustración de no ser vistos ni necesitados, o de sentirnos poco apreciados por quienes deberían saber lo que valemos y ahora no lo ven, incluso haciéndonos dudar a nosotros mismos de nuestra propia valía.

En el mundo de hoy, el hecho de estar en consonancia con los demás para ser aprobados y evitar el rechazo, se vuelve una trampa personal que favorece más la opinión de los demás que la nuestra, cediendo el control de nosotros mismos a los demás. Es así como sacrificamos nuestro verdadero yo, nuestra verdadera forma de ser por las opiniones de los otros.

Y ¿cómo darnos cuenta si nuestras actitudes se encaminan a esa necesidad de ser aprobados? Puedes empezar por responder lo siguiente:

  • Eres demasiado amable con los demás, aunque no estés de acuerdo con lo que ellos dicen o hacen.
  • Cambias de puntos de vista u opinión, con el fin de gustar o de no discutir y parecer amable.
  • No sabes decir que NO a los demás, y como consecuencia, haces cosas, aunque no quieras.
  • Te sientes deprimido o angustiado cuando no aceptan lo que dices o haces.

Si te identificaste con más de una opción, seguramente estás queriendo que te quieran, y lo más probable es que no sepas cómo paso, ni cómo salir de ello, pero tranquilo, el primer paso que es darse cuenta.

Piensa que cada uno de nosotros somos únicos e irremplazables y la tarea de agradar a todo mundo es imposible. Bien dice el refrán, no soy monedita de oro… aceptémoslo.

Una vez hecho esto, reflexiona si realmente el querer que te quieran es algo que necesitas; date cuenta que esa necesidad de ser validados existe en cada uno de nosotros y, sobre todo, que liberarnos de ella es más fácil de lo que creemos. CONTINUARÁ…

QUIERO QUE ME QUIERAS (PARTE 1)

https://www.youtube.com/watch?time_continue=203&v=BJs_L7yq5qE

QUIERO QUE ME QUIERAS