Riesgos psicosociales provocados por la conexión digital
Por: Josman Espinosa Gómez
No es un secreto que, si algo nos dejó la pandemia provocada por el COVID19 y el confinamiento, fue darnos cuenta que todo cambió en el mundo laboral y con ello la dificultad y el reto de adaptarnos a nuevas modalidades formas de entender el mundo. Fuimos encerrados y con ello la única ventana al mundo parecía que eran las pantallas de nuestras computadoras o de nuestros dispositivos móviles, pero es el día que no hemos tal vez dimensionado las consecuencias que esto provoca. La conexión digital puede dar lugar a una serie de riesgos psicosociales en el trabajador. Desde el punto vista de la prevención, no hay una definición científica ni legal de hiperconexión digital ni tampoco de desconexión digital, aunque son obvias las consecuencias que produce esa falta de desconexión del trabajo, entre algunas que ello provoca se encuentran: el cansancio; el agotamiento mental y cognitivo; la compulsión adictiva para comprobar si se ha pasado algún mensaje por alto, o la imposibilidad de seguir el ritmo de la información recibida y canalizarla (estar revisando las bandejas de entrada y salida de nuestros correos). En este sentido, un informe del Instituto Nacional y de Seguridad en el Trabajo (INSST) en España, considera que estar permanentemente conectado provoca insomnio, irritabilidad, mal humor, desmotivación, agotamiento mental, falta de energía y menor rendimiento, lo cual no es cualquier cosa, sobre todo considerando el contexto de tanta incertidumbre en el que nos seguimos encontrando a nivel mundial.
Hoy en día diversas instituciones reguladoras a nivel mundial han incluido un listado no exhaustivo de factores de riesgo psicosocial por el uso inadecuado y no planificado de las TICs relacionados con el tiempo de trabajo, como, por ejemplo: la prolongación de la jornada laboral, la dificultad de conciliar la vida familiar y laboral, el aumento de las interrupciones en el desarrollo del trabajo, en especial en el uso del correo electrónico, tareas no previstas y multitarea que pueden prolongar la jornada laboral, la realización de tareas en “periodos de espera” o “tiempos muertos”, entre desplazamientos y/o viajes, que antes eran inactivos, una cultura de las empresas u organizaciones sin una política clara sobre promoción de trabajadores remotos, lo que hace aumentar la competitividad, pudiendo ocasionar un aumento de las horas de trabajo fuera del horario laboral y del centro de trabajo, entre tantas otras.
Dicho lo anterior, es un hecho que una sobrecarga de tareas puede provocar daños psíquicos o enfermedades mentales y depresivas, donde el ámbito familiar del trabajador también se ve afectada, ya que éste traslada su estado anímico y su propio trabajo al hogar, lo que termina originando en algún momento conflictos con la familia de mayor o menor grado. Además de todo lo anterior, se puede fomentar mayores exigencias mentales y de estrés en el trabajo debido a la aceleración del tiempo, la “infobesidad” o “infoxicación” (sobrecarga informativa) o la aparición de otras patologías en el trabajo como el síndrome del burnout o la adicción al trabajo (workaholism).
No estamos ante cualquier situación, estamos ante una situación que es urgente hacer visible y tomar medidas en el asunto a nivel institucional y personal, pero es trabajo de todos. Reporta y denuncia si no estás teniendo este derecho en tu espacio laboral en estos momentos, tu salud física y mental, te lo agradecerán.
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