Ritmo, melodía, armonía y razón: Explorando los múltiples rostros de la música.

Por Octavio Ramírez Mercado, Observatorio Cultural Piedadense

Estimado lector, hace unos días se celebró el Día del Músico, específicamente el 22 de Noviembre. Es una fecha significativa para este servidor, por lo que para esta entrega me puse a pensar en la importancia de la música para la sociedad y la cultura, así como en sus diversos rostros. Antes de tratar de profundizar en este tema quiero elevar mis aplausos en honor a aquellos virtuosos colegas y amigos que han dedicado sus vidas a la creación musical. Son los artífices de nuestras emociones, los arquitectos de paisajes sonoros que nos transportan a otras dimensiones. Celebro su talento, su pasión y su contribución innegable al patrimonio de la humanidad.

¿Por qué la música ha perdurado a lo largo de los siglos? Porque es más que una combinación de sonidos agradables; es el eco vibrante de nuestra sociedad. Desde los himnos nacionales que unen a las naciones, pasando por la sinfonía dedicada a Napoleón, hasta las baladas que desafían la injusticia, la música ha sido la banda sonora de nuestros momentos más cruciales. Es el idioma universal que trasciende las barreras lingüísticas y conecta a la humanidad en su diversidad.

La música, a lo largo de la historia, se ha erigido como una fuerza cultural y social transformadora, desempeñando un papel central en la vida de las comunidades y las civilizaciones. Considero que su importancia radica en varios aspectos que van más allá del mero entretenimiento, penetrando en los tejidos más profundos.

La música, por ejemplo, sirve como un canal poderoso para expresar y canalizar emociones. Desde la alegría hasta la tristeza, la música captura la gama completa de experiencias humanas. Las composiciones pueden convertirse en nuestro refugio emocional, ofreciendo consuelo en momentos difíciles o celebrando la euforia en momentos de alegría.

Asimismo, cada cultura tiene su propia banda sonora, una serie de melodías y ritmos que encapsulan su identidad única. Es así como la música se convierte en un vehículo para transmitir tradiciones, valores y mitos a través de generaciones. Además, la diversidad musical refleja la riqueza y la complejidad de la diversidad cultural en nuestro país y en el mundo.

También podemos decir que es un lenguaje que no necesita traducción. Si nos detenemos a pensar, la música es el lenguaje universal que puede ser comprendido y apreciado independientemente de la procedencia cultural o lingüística. De esta manera, actúa como un puente que conecta a personas de diferentes partes del mundo, fomentando la comprensión y la apreciación mutua.

Por otra parte, no podemos olvidar que a lo largo de la historia, la música ha sido un vehículo para la protesta y la expresión de descontento social. Desde las baladas antiapartheid en Sudáfrica, las composiciones de Víctor Jara en Chile, “la cucaracha” en la Revolución Mexicana, hasta las canciones de los derechos civiles en Estados Unidos, la música ha desempeñado un papel crucial en la inspiración y organización de movimientos sociales, convirtiéndose en el eco sonoro de la resistencia.

Otro punto importante es el beneficio inequívoco ante la exposición a la música, especialmente desde una edad temprana, ya que promueve el desarrollo cognitivo. Sabemos ya, por diversos estudios científicos que la práctica musical estimula el pensamiento creativo, mejora la capacidad de concentración y fortalece las habilidades sociales. La educación musical contribuye no solo al crecimiento individual, sino también al enriquecimiento cultural de la sociedad en su conjunto, por eso habría que tener más escuelas en donde se imparta la música como materia curricular. ¿No cree?

Las melodías tienen el poder de anclar recuerdos y experiencias en la memoria. Las canciones a menudo se asocian con momentos específicos de la vida, creando una conexión emocional duradera. ¿Cuántos de nosotros no tenemos una canción favorita con nuestra pareja? o ¿Quiénes no recuerdan momentos especiales a través de una canción? La música, por lo tanto, contribuye a la creación de una memoria colectiva, compartida por una sociedad que comparte experiencias a través de sus canciones.

A su vez, la música ha sido un motor clave para la innovación creativa en las artes en general. Los avances en la composición musical, la tecnología del sonido y la producción musical han influido no solo en la música misma, sino también en campos como el cine, la publicidad y la tecnología. Por lo que, no es descabellado decir que la creatividad musical impulsa la innovación cultural y artística.

En este sentido, soy partidario de la defensa de quienes dedican su vida y su talento creativo a la producción musical. Compositores, arreglistas, letristas, cantantes, ejecutantes de todo tipo de instrumentos, etc. ven amenazadas sus fuentes de trabajo ante la innovación tecnológica, específicamente ante el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Creo que es imperante legislar en esta materia para que demos el valor adecuado al trabajo humano de crear música.

En otro orden de ideas, en su forma más simple, la música ofrece placer estético y entretenimiento. Las personas recurrimos a la música para relajarnos, divertirnos y disfrutar de experiencias sensoriales. Esta función es esencial para el equilibrio y la calidad de vida en la sociedad, ofreciendo momentos de escapismo y deleite.

Estimado lector, la música va más allá de ser una forma de arte; es un reflejo intrincado de la sociedad y la cultura. Su influencia abarca desde la expresión emocional individual hasta la construcción de identidades culturales colectivas. La música es un tesoro cultural que enriquece nuestras vidas, conecta a las comunidades y da forma a la narrativa en constante evolución de la humanidad.

¿Usted qué opina?


Por último, quiero recomendarle tres piezas musicales que forman parte del soundtrack de mi vida y que considero de un valor incalculable por su belleza:

1. Concierto No. 23 para piano y orquesta de W.A.Mozart, específicamente el segundo movimiento (adagio) es una joya.
2. Pavane pour une infante défunte (pavana para una infanta difunta) de Maurice Ravel, en cualquiera de sus versiones, para piano o para orquesta. En la versión de orquesta la melodía que ejecuta el corno francés creo que es una de las cosas más bellas que jamás se han compuesto; y
3. Nessun Dorma de la ópera Turandot de Giacomo Puccini, un aria que en la voz de Luciano Pavarotti resuena en el tiempo como un himno de esperanza y triunfo humanos.

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