“El que no sabe lo que está buscando, no sabe qué hacer con lo que encuentra“.

 

En Principio… Si, Por Paco Romo

 

 

La idea de que nada causa más incertidumbre que el futuro, hasta hace unos años me parecía exagerada. No estoy seguro si esto lo pensaba por ser más joven e irreflexivo, o por el hecho de que en mi andar por el mundo, nunca me había detenido mucho a pensar, si hacia dónde me dirigía era la dirección correcta.

 

 

Por alguna razón, el tema del futuro del mundo, de mis hijas, del país, de las empresas en las que trabajo, y el mío propio, han empezado a tomar más espacio en mis pensamientos. Quizá por esas mismas razones desconocidas, de pronto empiezo a descubrir que el tema nos inquieta a muchos, y que la manera como cada quien enfrenta y gestiona esta incertidumbre es diferente.

 

 

Hace algunas semanas, tuve la oportunidad de asistir a un seminario relacionado con la innovación, es decir, con la construcción del futuro y cómo gestionarlo en las organizaciones. Mi sorpresa fue mayúscula cuando durante la exposición inicial, nos explicaron a los asistentes (directivos relacionados con todo tipo de industrias de diversos países), que la primera y más larga parte del seminario, estaría centrada en nosotros como personas.

 

 

De acuerdo a los investigadores que dirigían este seminario, es imposible pensar que un ejecutivo pueda trabajar de manera plena en temas de innovación empresarial, si primero no tiene conciencia de qué es lo que está buscando en su vida, y de cómo está construyendo o no, el futuro para su persona y para su familia.

 

 

Primero lo primero, la persona que decide trabajar en su futuro personal y en el de su familia, es la que posteriormente puede generar esa visión de futuro e innovación, que hoy desesperadamente estamos buscando en todas las empresas.

 

 

Estos procesos de atreverse a mirar el futuro de una industria, y después de una empresa en particular, son realizados por personas de carne y hueso, y la claridad mental y pasión de quienes conforman los equipos de trabajo, cuentan mucho más que los grados académicos, ya que siempre es posible contratar expertos técnicos para procesos determinados.

 

 

Algo que yo medianamente entendía, pero que sin duda me impresionó en este evento, es darme cuenta de primera mano, que el futuro y la manera de mantener empresas rentables en los siguientes años, es un reto para todas las industrias del mundo (autos, bancos, seguros, tabacaleras, museos, transporte, farmacéutica, etc.).

 

 

Es importante recordar que la transición entre lo que hoy usamos, compramos y consumimos, y todo lo que se nos dice que viene, es siempre un proceso gradual, solo por dar un ejemplo, recordemos que internet inició en la década de los cincuenta, y que los servicios que hoy utilizan dicha base tecnológica se han venido gestando a lo largo de más de sesenta años. No obstante, la globalización y la comunicación, han venido reduciendo los tiempos en que las nuevas tecnologías y productos reemplazan a los existentes.

 

 

Es decir, nadie está a salvo de sentir ansiedad por el futuro personal y profesional , sin embargo, hay quienes aceptan el tema con conciencia plena, incluso con gusto, y buscan construirlo entendiendo que al hacerlo, están entrando a un proceso sin fin, que puede generar desilusiones, pero que sin duda vale la pena.

 

 

Hay otros, que piensan en el futuro como algo que nunca llegará, escondiendo en esta actitud gran falta de prudencia, o bien temor al cambio, ya que como lo dijimos en la columna de hace dos semanas, el cambio nos confronta, nos incomoda, y el convencernos a nosotros mismos de que donde estamos es un lugar casi perfecto, nos brinda siempre una falsa seguridad y sentimiento de control. Las personas y empresas con temor al cambio, iniciarán con mucho entusiasmo sus procesos de innovación, sin embargo, poco a poco se convencerán, de que lo que les conviene es seguir como están, para qué arriesgar?… más vale así.

 

 

El futuro no se puede gestionar desde el presente, es decir, por más que nos mentalicemos y estudiemos un tema, lo que provoca el cambio y nos acerca al futuro es ponernos en camino… es lo que hacemos… no de lo que platicamos… no se aprende a nadar leyendo, en un determinado momento, hay que soltarse de la escalerilla.

 

 

El concepto de abordar el proceso de innovación desde la persona, cuestionándonos a nosotros mismos primero si somos los indicados para gestionarla en las organizaciones en las que nos desenvolvemos, me cimbró por completo. Me hizo reflexionar sobre iniciativas personales y de negocios en los que he estado inmerso en el pasado, y que con el tiempo prosperaron, y en otras experiencias que fueron inciertas desde su arranque, complejas, difíciles, generadoras de fricciones personales, que solo me provocaron frustración.

 

 

Qué idea tan sencilla y a la vez tan poderosa, sin duda parte del principio filosófico que dice: “Nadie da lo que no tiene”. En el seminario nos explicaron algo que todavía me dejó más pensativo e impresionado: más de la mitad de los procesos de innovación personales y en las empresas fracasan, y esto está directamente vinculado con las personas que imaginan el futuro, y en base a dicha imaginación diseñan, fabrican y venden productos, servicios o procesos, aparentemente innovadores.

 

 

Está de más decirles, que el ejercicio introspectivo para cada uno de los asistentes acerca de nuestra visión y planes de futuro propios resultó arduo por decir lo menos, fue muy revelador para mí, darme cuenta de que ejecutivos de alto nivel de más de 20 países, al igual que lo he hecho yo, han desconectado sin tener conciencia de ello desde hace mucho tiempo, el cable de persona y sentimientos del tema de la empresa.

 

 

Nos resultó mucho más sencillo a todos, hablar en público sobre nuestros productos o servicios y su futuro en la nueva economía global, que trabajar de manera personal tres horas para establecer por escrito una idea sobre nuestro futuro deseado, y un plan de tres acciones medibles en el tiempo, que nos permitan saber si nos encaminamos en la dirección correcta hacia nuestras metas.

 

 

Ahí nos explicaron que son muy pocos quienes de manera ordenada se atreven a pensar en SU futuro, y más aún, a imaginarlo y a crearlo. El ejercicio requiere de autoconocimiento y de valor, ya que en muchas ocasiones lo que nos detiene a pensar en el futuro, es el temor a darnos cuenta de que para alcanzar los objetivos que pretendo, tengo que CAMBIAR… obligar a todos a que se ajusten a mí, o al Mercado a que compre mis productos cuando hay sustitutos mejores, no resulta una buena idea.

 

 

El proceso es simple en cuanto a los pasos, muy duro en cuanto a la ejecución, en las empresas lo llamamos muy elegantemente planeación estratégica, y en las personas lo llamamos…… a qué le tiro!!!.

 

 

Primero: Imagino (pienso/siento) qué es lo que busco para mi futuro, proceso por demás apasionante, mucho más aún si utilizamos el concepto de “pisar la sombra del futuro deseado”, es decir, por definición imaginamos un futuro al que nunca llegaremos, ya que es un objetivo en movimiento como la vida misma, pero que al acercarnos a el y pisar su sombra, podremos saber si vamos en la dirección correcta.

 

 

Segundo: Lo pienso de manera profunda (lo interiorizo/lo hago mío), si no lo hago mío, tal como lo dijimos anteriormente terminaré abandonándolo, ya que implica esfuerzo, implica cambios, implica vencer el miedo a lo nuevo… tarde o temprano me confrontará, mi mente empezará a jugar con opciones para no cumplir, y si no tengo profundas convicciones me auto-sabotearé de diferentes formas y me volveré hostil contra el plan de cambio y quienes lo representen.

 

 

Importante recordar: Todo proceso de cambio personal, mejora, innovación, debe partir de la HUMILDAD, es decir, de entender que puedo y debo cambiar para ser la persona que decidí que quería ser en el paso uno, o en el caso de una empresa, que productos o servicios puedo y debo ofrecer a mis clientes para permanecer vigente y rentable en el tiempo. Sin este ingrediente… nada caminará.

 

 

Tercero: Diseño un plan con acciones concretas, medibles, que me muevan hacia esa sombra del futuro que estoy buscando.

 

 

Me gustaría finalmente compartirles que el curso resultó extraordinario, sin duda cambió radicalmente las expectativas que teníamos todos los asistentes con relación a lo que recibiríamos… algo digno de un curso de innovación, impartido por gente realmente brillante, generosa para compartir sus conocimientos y humilde para escuchar a cada uno de los asistentes.

 

 

Al principio no faltó quien preguntara: Profesor, no tendrá una guía para gestionar la innovación en la empresa?, sin embargo, al final todos regresamos a casa entendiendo que es en nuestra persona, y en las personas con quienes vivimos y trabajamos, donde encontraremos esa guía para cambiar, para mejorar, para innovar, pero que para hacerlo, tendremos que tener claro que nuestro mayor enemigo siempre es el miedo, por lo que es muy importante saber realmente lo que buscamos en la vida.

 

 

La mejor manera de reducir nuestro miedo al futuro, es paradójicamente trabajar en el, y salir a su encuentro!!!.

 

 

“La mejor defensa curiosamente no es el ataque, sino no sentirse atacado”.