Pénjamo, Guanajuato. 28 de mayo de 2018.- El corrido dice: El día 28 de mayo / que desgracia sucedió / en San Antonio de Aceves / todo el gobierno murió. La letra de esta canción popular relata parte de lo que se vivió en 1914. Las familias Aceves y Guzmán, junto con sus trabajadores se enfrentaron a las tropas federales. El lugar de la batalla fue la ex hacienda de San Antonio de Aceves.

La historia oral de la familia Aceves relata que el domingo 24 de mayo una mujer embarazada y de rodillas, le suplicaba al cacique local de La Piedad, Maximiano Velázquez, no se llevaran a su esposo en la leva. Este era un método que utilizaba el gobierno para reclutar forzosamente a personas. La respuesta del mandón piedadense fue patear a la mujer.

El hecho suscitó gran indignación entre Pedro, Merced y Juvenal Aceves, así como entre personas de la familia Guzmán y los Ramírez Zenteno. En los hechos se narra la participación de Mauricio Jiménez.  Conspiraron y se alzaron contra el gobierno de Huerta, se fueron a refugiar a la Hacienda de San Antonio por su ubicación estratégica. Les permitía estar en la barranca de El Chilar y una posición en altura.

Cuando los soldados federales se acercaban a la casa, los hacendados disparaban. Causaron gran número de bajas entre las tropas. Los lugareños de San Antonio de Aceves, narran que se utilizaban cueros rellenos de pólvora a manera de bombas. Esto de acuerdo a los relatos de sus padres y abuelos. Sin embargo, los rebeldes eran menos de dos docenas y con parque limitado.

Una mujer, Luisa Peña, esposa de Ignacio Aceves, tuvo un importante papel en la batalla. Ella abasteció a los defensores de la hacienda de parque. Relatan que fue juntando cada tiro útil que encontró en la hacienda y los colocó en su delantal. Así fue yendo con cada uno de los combatientes para que contaran con balas para continuar disparando. Sin embargo, era limitado y eso marcó el límite.

Por la noche y ya sin parque, los combatientes se vieron asediados por el gobierno. Una providencial lluvia les dio la oportunidad perfecta para escapar de un fusilamiento seguro. Todos a caballo se dispersaron por la Sierra de Pénjamo donde más tarde se reagruparían. No hubo bajas, sólo un herido por un rosón en la oreja. De estos hechos se cumplen 104 años este lunes y BRUNOTICIAS quiso recuperar esta parte de la historia regional.