• Son los primeros resultados de un proyecto de prospección arqueológica con el uso de esta tecnología, a cargo de investigadores del Centro INAH Michoacán

Por primera vez en 90 años de exploraciones en la Zona Arqueológica de Tzintzuntzan, en Michoacán, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tienen un panorama más completo de las dimensiones y complejidades de esta antigua ciudad, luego de la utilización de la tecnología LiDAR, la cual revela la existencia de más de un millar de estructuras arqueológicas dispersas en 1,000 hectáreas.

Esta importante urbe prehispánica —la gran capital del irechequa (reino) de Tzintzuntzan, acérrimo rival de los mexicas, que en los siglos XV y XVI dominó un amplio territorio del occidente de México, de más de 75 mil kilómetros cuadrados— ha sido explorada desde el siglo XIX.

El investigador del Centro INAH Michoacán, José Luis Punzo Díaz, responsable del proyecto “Prospección Arqueológica de Tzintzuntzan, antigua ciudad de Michoacán, mediante tecnología LiDAR”, recordó que, en 1930, Alfonso Caso llegó a esta metrópoli tarasca para explorarla, iniciando una historia prácticamente ininterrumpida de presencia institucional, de manera que “desde que se fundó el INAH existen proyectos continuos en esta zona arqueológica”.

Dichas investigaciones, dijo, se han centrado en la zona de monumentos, donde está la gran plataforma con las cinco yácatas en la parte superior. Asimismo, en diferentes momentos se ha intentado entender la ciudad en su totalidad; sin embargo, fue hasta los años 70 del siglo pasado, cuando la arqueóloga estadounidense Helen Pollard, con su proyecto de prospección, le dio mayor visión a la urbe.

El arqueólogo mencionó otros trabajos, como el de la investigadora del Centro INAH Michoacán, Eugenia Fernández Villanueva, cuya propuesta trata de entender la ciudad en su contexto, aunque la visión de la urbe seguía siendo parcial, ya que no se tenía la posibilidad de dimensionarla en su totalidad.

Punzo Díaz explicó que en 2019, el Centro INAH Michoacán planteó un proyecto ante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en el que se utilizaría la tecnología LiDAR en la exploración virtual de la gran urbe tarasca. La propuesta, que iniciaría a principios de 2020, se pospuso hasta 2021, debido a la contingencia derivada de la COVID-19, iniciando con el sobrevuelo de los primeros 8 kilómetros cuadrados de zona nuclear de la ciudad.

El sensor de Detección de la Luz y Distancia (LiDAR, por sus siglas en inglés) o escáner láser sirve para detectar elementos y generar imágenes digitales. Este método de percepción remota permite hallar con mayor precisión la posición y el número de monumentos que están en campo, observando una imagen del terreno sin vegetación, al tiempo que crea modelos de elevación a detalle.

En 2021, con el apoyo del National Center for Airborne Laser Mapping (NCALM), compañía que depende de las universidades de Houston y Berkeley, así como de la NASA, se realizó la prospección arqueológica en Tzintzuntzan, cuyos resultados, una densa nube de puntos y modelos digitales de elevación (MDE) y de terreno (MDT), permitieron construir una primera idea precisa de la complejidad y tamaño de la antigua urbe.

“Hasta el momento tenemos identificados más de 1,000 elementos arqueológicos, en un área de 1,075 hectáreas. Pasamos de conocer unas cuantas decenas de monumentos a más de un millar, en estos primeros kilómetros explorados. Esta tecnología, aunado a imágenes satelitales y modelos accesibles a través de la cartografía digital disponible, ha permitido que, en 90 años de investigaciones arqueológicas en Tzintzuntzan, por primera vez se cuente con una imagen más completa de la antigua ciudad”, destacó.

Punzo Díaz explicó que muchas de esas edificaciones no son apreciadas a simple vista, “se intuían en el relieve, porque se aprecian las modificaciones que hicieron a los terrenos para construir la urbe, pero no se había contado con la capacidad técnica para hacer un levantamiento de esta magnitud”.

Posteriormente, abundó, se realizó una revisión exhaustiva del mapa de dispersión de ruinas, al cual se agregó el tipo de vestigio marcado, quedando georreferenciado y con información asociada a él, según el cerro en el que se encontrase y la zona de recolección de material relacionada con los polígonos propuestos por Hellen Pollard, en 1977.

Por otra parte, el sobrevuelo en la zona nuclear arrojó datos de una infinidad de vestigios arquitectónicos que no se habían apreciado en superficie en las prospecciones previas.

El investigador del Centro INAH Michoacán destacó que, si bien se trata de la primera parte de un estudio más amplio, el cual incluirá una mayor cobertura en cuanto a la adquisición de datos LiDAR y de recorridos arqueológicos intensivos de superficie, esta propuesta de plano de la ciudad de Tzintzuntzan permite apreciar la verdadera magnitud de la urbe e identificar el millar de terrazas, plataformas, pirámides y estructuras habitacionales distribuidas a lo largo de 1,000 hectáreas en las faldas de los cerros y cerca del lago de Pátzcuaro, y no solamente en el área cercana a la zona ritual, como se había representado en mapas del sitio.

Subrayó que, hasta el momento, en el registro de terrazas se ha identificado que, aunque 69% de ellas está dentro del polígono que Pollard definió como el límite de la ciudad durante el periodo Posclásico Tardío (1400-1521 d.C.), solo 28% del total aparece asociado a las zonas que ella delimitó como áreas con evidencias de ocupación, dejando muchos conjuntos de terrazas sin información sobre el rol que tuvieron dentro de la ciudad, así como sobre el interior de las mismas.

El arqueólogo resaltó que ante estos nuevos datos se han replanteado los límites de la zona arqueológica, a fin de entender, desde otra perspectiva, a Tzintzuntzan y la conectividad que tuvo. Asimismo, adelantó que están en negociación con el personal del NCALM para que en meses próximos se realice otro vuelo, el cual abarque 50 kilómetros cuadrados, incluida la Zona Arqueológica de Ihuatzio.

Finalmente, destacó que la tecnología es una herramienta para contrastar la realidad, “lo que se aprecia con el LiDAR es un modelo que muestra ciertas anomalías que los arqueólogos deben explorar en campo, pero ahora con un mapa más preciso”.

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