- Los hallazgos derivan del proyecto que el INAH y la Embajada de Estados Unidos impulsan en pro de la conservación arquitectónica de El Palacio y la Tumba de Pakal.
Palenque, Chiapa. 24 de agosto de 2018.-Como parte de los trabajos de conservación e investigación en el conjunto arquitectónico conocido como El Palacio, en la Zona Arqueológica de Palenque, en Chiapas, se produjo el hallazgo de una subestructura en el edificio denominado Casa C, así como de una vasta ofrenda, en la Casa E, cuyo elemento más notorio es una cabeza modelada en estuco que representaría al gobernante maya K’inich Janaab’ Pakal, entre otros objetos asociados y vestigios de un estanque que habría funcionado en este inmueble hacia el periodo Clásico Tardío de esta cultura (684 – 720 d.C.).
Lo anterior surge como resultado de la primera etapa de un proyecto integral de conservación que la Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos en México, realiza en esta importante edificación prehispánica.
Así lo dio a conocer el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, en conferencia de prensa, acompañado de Jorge Gutiérrez, subsecretario de Diversidad Cultural y Fomento a la Lectura de la Secretaría de Cultura, en representación de María Cristina García Cepeda; de Carlos Suárez Argüello, subsecretario de Desarrollo Turístico del gobierno de Chiapas; y de Carlos Morelos Rodríguez, presidente municipal de Palenque.
Con labores de campo iniciadas en mayo pasado, luego de que en diciembre de 2017 se anunciara la elección de este sitio arqueológico como beneficiario del Fondo de Embajadores del Departamento de Estado para la Preservación Cultural (AFCP, por sus siglas en inglés), el Proyecto de Conservación para los Elementos de El Palacio, que dirigen el arqueólogo Arnoldo González Cruz y la restauradora Haydeé Orea Magaña, representa una suma de voluntades en favor de este antiguo legado maya.
Los investigadores detallaron que el descubrimiento se registró durante las labores de conservación encaminadas a atender la acumulación de agua en el patio este de la llamada Casa E, cuyo nivel de piso era casi igual al de la crujía de dicho edificio, lo que en época de lluvia causaba el trasminado del líquido y, a su vez, problemas de humedad en la pintura mural, las firmas históricas y los ornamentos que le son característicos.
“La primera exploración se hizo para buscar el desplante de la construcción y los registros usados por los antiguos mayas para drenar el agua del inmueble, sin embargo, encontramos que los canales originales no desalojaban el agua sino que la concentraban en el patio”, explicó Arnoldo González.
Posteriores trabajos ubicaron la mencionada ofrenda, al norte del patio este de la Casa E, casi en la esquina que forma con la Casa B. Los arqueólogos Benito Venegas Durán y Wenceslao Urbina Cruz detallaron que estaba integrada por un primer nivel de fragmentos de alabastro —material que no había sido localizado en ofrendas de Palenque— y por la cabeza estucada, de tamaño y estilo naturalista, que se sabe formó parte de algún decorado arquitectónico, aunque se desconoce su procedencia.
“Bajo ella encontramos cuatro vasijas semicompletas de la fase Murciélagos, que es del periodo Clásico Tardío, y coincide con los últimos años del reinado de Pakal”, anotó Venegas.
Sabiendo que Pakal “el Grande” gobernó hasta su muerte, a los 80 años de edad, y que el rostro estucado semeja precisamente a un hombre anciano, es muy probable que la escultura lo simbolice. “Cabe destacar a diferencia de otros sitios mayas donde las representaciones son genéricas, en Palenque muchos de los rasgos que vemos en pintura mural o tallas en piedra, son reflejos fieles de personajes específicos”, aunó.
El tercer nivel de la ofrenda reveló un cúmulo de materiales —hasta ahora se cuentan más de 100 lotes que se resguardan, clasifican y atienden en el laboratorio de la zona arqueológica— que incluye figurillas y tiestos cerámicos, huesos tallados, dos perlas, fragmentos de jadeíta, sílex, concha nácar, obsidiana y cinabrio, una pieza de pirita pulida a manera de espejo, así como numerosos huesos de tortugas, róbalos, mojarras, lagartos, tenazas de cangrejos, aves pequeñas y caracoles.
Todos los componentes de la ofrenda aluden a un contexto acuático y de fertilidad. Los arqueólogos del INAH coinciden en que también denotan el alto estatus de los habitantes de El Palacio, pues son bienes ajenos a Palenque que poseían gran valor en la antigüedad.
Entre las piezas resaltan una figurilla que asemeja a un langostino de río y un vaso esgrafiado cuyos motivos (lirios y peces) confirman la vocación acuática del espacio, anotó el arqueólogo William Mex Albornoz, quien estudió este vaso fragmentado ritualmente, es decir, de manera intencional.
De acuerdo con los expertos, el estanque habría estado en el extremo norte del patio y tenido 6.55 metros de largo por 3.50 de ancho, así como entre 20 o 30 centímetros de profundidad, según revelaron las huellas de humedad en las banquetas que lo delimitaban, y un par de bancas de descanso (de 1.30 m de largo por 62 cm de ancho) que se hallaron con estados de conservación distintos y que se contempla sean restituidas dentro del proyecto. Destaca que se ha logrado restituir su función original al estanque, ser un espejo de agua; asimismo, se planea explorar una serie de canales, en el costado noreste, a fin de permitirle desalojar el líquido pluvial como antaño.