Por: Josman Espinosa Gómez

En el transcurso de nuestras vidas, todos nos encontramos con situaciones en las que esperamos ciertos resultados o eventos. Estas esperanzas y predicciones sobre el futuro se conocen como “expectativas”. Estas pueden ser conscientes o inconscientes y surgen a través de nuestras experiencias pasadas, valores, creencias y proyecciones. Aunque las expectativas pueden servir como guías y motivadores, también pueden ser una fuente significativa de frustración y estrés psicoemocional cuando no se cumplen. En este ensayo, exploraremos qué son las expectativas, cómo se forman y cómo afectan a las personas a nivel psicológico y emocional, destacando la importancia de manejarlas de manera saludable para mantener un bienestar mental.

¿Qué son?

Las expectativas son nuestras proyecciones mentales sobre cómo deberían ser o suceder las cosas en el futuro. Estas creencias pueden estar vinculadas a nuestras metas, relaciones, situaciones laborales, académicas o incluso a nuestras interacciones sociales diarias. Las expectativas pueden ser positivas o negativas, y actúan como filtros a través de los cuales interpretamos y evaluamos las situaciones que enfrentamos.

Se desarrollan a lo largo de nuestras vidas y están influenciadas por diversos factores:

a) Experiencias pasadas: Nuestras vivencias previas moldean nuestras expectativas futuras. Si hemos tenido experiencias positivas en ciertas situaciones, es probable que esperemos resultados similares en el futuro, mientras que experiencias negativas pueden generar expectativas cautelosas o pesimistas.

b) Entorno social y cultural: Las normas y valores de nuestra sociedad y cultura también influyen en la formación de expectativas. Por ejemplo, en algunas culturas, las expectativas de éxito académico o profesional pueden ser altas y exigentes.

c) Medios de comunicación y redes sociales: La exposición constante a imágenes y mensajes idealizados en los medios y las redes sociales puede crear expectativas poco realistas sobre cómo debería ser nuestra apariencia física, estilo de vida o relaciones interpersonales.

d) Comparación con otros: Compararnos constantemente con los demás puede llevar a expectativas poco realistas sobre nuestras propias capacidades y logros.

Impacto en las frustraciones psicoemocionales

Las expectativas no cumplidas pueden tener un impacto significativo en nuestro bienestar psicoemocional:

a) Frustración y decepción: Cuando nuestras no se cumplen, es común sentir frustración y decepción. Esto puede llevar a una sensación de desesperanza y desilusión, especialmente si habíamos invertido mucha energía y tiempo en la consecución de nuestros objetivos.

b) Estrés y ansiedad: Lo no cumplido puede generar estrés y ansiedad, especialmente cuando se trata de situaciones importantes en nuestras vidas, como entrevistas de trabajo, exámenes o relaciones personales.

c) Baja autoestima: Las expectativas poco realistas sobre nosotros mismos pueden dañar nuestra autoestima y autoconfianza. Si creemos que nunca podemos alcanzar ciertos estándares, es probable que nos sintamos desvalorizados y poco capaces.

d) Desarrollo de pensamientos negativos: La falta de cumplimiento puede dar lugar a patrones de pensamiento negativos, como autocrítica excesiva, rumiación y anticipación negativa del futuro.

e) Interferencia en las relaciones: Las expectativas no comunicadas o poco realistas en las relaciones pueden llevar a conflictos y malentendidos con los demás. Además, esperar que los demás actúen de cierta manera puede ser injusto y dañino para la conexión emocional.

Manejo saludable

Para evitar que las expectativas se conviertan en fuentes de frustración y estrés psicoemocional, es importante aprender a manejarlas de manera saludable:

a) Ser consciente: Reconocer nuestras expectativas y entender cómo se forman es el primer paso para manejarlas de manera efectiva.

b) Evaluar su realismo: Es esencial evaluar si nuestras expectativas son realistas y alcanzables. Ajustarlas según nuestras habilidades y circunstancias puede reducir la posibilidad de frustración.

c) Practicar la aceptación: Aceptar que las cosas no siempre suceden como esperamos es fundamental para reducir la decepción y el estrés. La vida está llena de incertidumbre y cambios, y aprender a fluir con ellos es esencial para nuestro bienestar.

d) Comunicación efectiva: En las relaciones, es vital comunicar nuestras expectativas de manera clara y abierta. Esto evita malentendidos y permite a las personas cercanas comprender nuestras necesidades y límites.

e) Fomentar la flexibilidad: Cultivar la flexibilidad mental nos permite adaptarnos mejor a las circunstancias cambiantes y ajustar nuestras expectativas según sea necesario.

Son una parte natural de la experiencia humana, pero pueden tener un impacto significativo en nuestras emociones y bienestar mental cuando no se cumplen. Reconocer cómo se forman y cómo pueden afectarnos es fundamental para manejarlas de manera saludable. Al ser realistas, practicar la aceptación y fomentar la flexibilidad, podemos reducir las frustraciones psicoemocionales y cultivar una mayor tranquilidad y bienestar en nuestras vidas. Recordemos que nuestras expectativas son solo una parte de la ecuación y que aprender a aceptar lo que no podemos controlar es una valiosa habilidad para vivir una vida más equilibrada y satisfactoria.

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