• Cuatro expresidentes del IFE y el INE dialogaron en la FIL en conmemoración de los primeros 30 años de vida de este organismo

A 30 años de su fundación, el Instituto Nacional Electoral (INE) –antes IFE– se ha consolidado como un órgano insigne de la democratización en México; sin embargo, el actual gobierno federal parece no valorar estas aportaciones ni la autonomía de este órgano, declaró José Woldenberg, Presidente de 1996 a 2003 y actual profesor de la UNAM.

“Parece que la presente administración no valora esa autonomía y desearía alinear no sólo al INE, sino al resto de los organismos autónomos a la voluntad presidencial; pero si ello llegara a suceder perderíamos todos, ciudadanos, partidos y hasta el propio gobierno, porque el ancla de la credibilidad en el expediente laboral se habría desbordado”, dijo.

Woldenberg participó, junto con otros tres expresidentes de este organismo electoral, en el conversatorio “Lo que tú y tu voto han construido: 30 años del órgano electoral en México”, en el marco del programa FIL Pensamiento. Recordó que el Instituto Federal Electoral (IFE), actualmente INE nació luego de la crisis política por la cuestionada elección presidencial de 1988, pues en esa época ni las normas, ni las instituciones, ni los funcionarios estaban capacitados para procesar de manera limpia y transparente los resultados electorales.

“Esas verdades del tamaño de una catedral empujaron a construir una nueva institucionalidad electoral que fuera capaz de inyectarle credibilidad y, con ello, legitimidad a nuestros procesos electorales”, apuntó el Expresidente del IFE.

Luis Carlos Ugalde (Presidente del IFE de 2003 2007), hoy Director de Integralia Consultores, consideró que la historia del IFE, hoy INE, es en sí la historia-reflejo de la transición de México a la democracia, y ha hecho bien su trabajo, no así los demás actores.

“El IFE–INE ha hecho bien su trabajo al establecer un modelo moderno, confiable, verificable, reproducible, estandarizado, replicado en muchas partes del mundo para regular el acceso al poder político; contar votos y hacerlo un mecanismo universal que garantice el acceso equitativo al voto popular. Sin embargo, la democracia no se agota en establecer mecanismos de acceso al poder, hay una segunda parte que es el control del ejercicio político una vez que quienes ganaron en las urnas ejercen sus cargos de responsabilidad. Y aquí está parte del desencanto con el proceso de transición a la democracia que no es adjudicable ni al INE ni al IFE, pero los públicos desencantados le achacan al INE los resultados de estos gobernantes que surgen en estas elecciones democráticas”, declaró.

Ugalde añadió que una democracia electoral funcional, pero que carece de los pisos de gobernabilidad sustentados en el Estado de derecho, es una democracia coja, incompleta, deficiente, “y creo que es necesario resaltar esto, una y otra vez, porque el gran desafío de México, como en muchos países del mundo, es que ante el desencanto surgen liderazgos populistas que fusionan los fundamentos de esta democracia; pero es necesario dividir lo que se hace bien en las votaciones de lo que se hace mal debido a esta herencia clientelista de un país que no se rige por las leyes, sino por los arreglos cupulares”.

Entre los desafíos está el financiamiento de campañas, en el que se sigue recibiendo dinero debajo de la mesa; la equidad y cómo conjugarlo con la libertad plena.

Leonardo Valdés Zurita (Presidente del IFE de 2007 a 2013), profesor de la Benemérita Universidad de Puebla, dijo que el proceso democrático ha sido largo y sinuoso. “Fui representante del Partido Mexicano de los Trabajadores, en 1985 y del Partido Mexicano Socialista en 1988, ante la Comisión Federal Electoral, que organizaba las elecciones en aquel México autoritario en el que no había democracia. La comisión era conducida por el Secretario de Gobernación, es decir, por el gobierno federal. El partido hegemónico, el PRI, tenía mayoría en el consejo y, por supuesto, ganaba todas las votaciones”, relató Valdés Zurita.

Agregó que aquel órgano no tenía empleados, y quienes operaban eran los funcionarios de la Segob y los gobiernos estatales. No se les otorgaba financiamiento público ni tiempo en radio y televisión a los partidos, y tampoco fiscalizaban ingresos ni egresos, por lo cual se desviaban los recursos públicos al PRI de forma habitual, además de que en el padrón electoral había nombres repetidos y hasta los muertos votaban.

El actual Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, explicó que la creación del instituto trajo reglas claras, cancha pareja en recursos y tiempos en radio y televisión, y estandarización de procesos en los estados.

“En las ya 200 elecciones que ha organizado el INE, o coorganizado con los órganos locales estatales, de 2015 a 2020 hemos presenciado el índice de alternancia más grande de nuestra historia democrática, pues nunca antes había habido tantas alternancias como en este período de seis años; es un índice de alternancia de 62 por ciento, es decir, hoy la probabilidad de que el partido que ganó una elección pueda ganar la siguiente es de cuatro de cada diez. Es una prueba fehaciente de que el voto ya no sólo representa el derecho de definir a quien nos va a gobernar, sino un mecanismo de rendición de cuentas a través del cual se premian o se castigan malas actuaciones en el gobierno o en los espacios de representación política”, explicó Córdova Vianello.

Y remató: “El voto en México cuenta, y es contado bien. Por ello, por esa historia que para que quienes quieran hacerle creer a la sociedad mexicana que México arribó intempestivamente a la democracia el 1 de julio de 2018 en una lógica creacionista, vale la pena recordarles que la democracia en México es producto de una larga y profunda transformación que se articuló a través de una serie de cambios graduales, producto de muchas y muchos actores a lo largo de décadas y en lo particular en los últimos 30 años. No es la voluntad de un solo hombre, de un solo partido o de una sola ideología, sino de una lucha colectiva de múltiples generaciones que consiguieron democratizar a nuestro sistema político”.

La mesa fue moderada por la ex consejera electoral Jacqueline Peschard, quien consideró que, a 30 años de distancia, el INE es una institución electoral sólida con capacidades institucionales y técnicas probadas, con procesos aceitados, vigilados y evaluados. El encuentro fue organizado el CUCEA y el CUAltos.

El INE, en el año 2021, organizará los comicios más grandes de la historia, con un padrón electoral de 95 millones de mexicanos y estarán en disputa 21 mil 300 puestos de elección popular.

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