• El retroceso de la fe en Dios es modesto, pero en el caso del occidente mexicano, apenas ⅓ del que ocurre a nivel nacional
  • Las personas buscan religiones “a modo”, o al menos, formas de espiritualidad que se concilien con sus modos de vida personales
  • El populismo ha retomado un uso descarado de los sentimientos religiosos para fines políticos

por Agustín del Castillo

Gabriela es una activa militante evangélica de Puerto Vallarta que ha recibido de sus padres la fe “bíblica”, pero se ha convertido en feminista y experimenta libremente su sexualidad; Karla es una joven católica del fraccionamiento Santa Fe, en Tlajomulco, con cinco hijos de cuatro padres diferentes que experimenta en la fe: no duda en acudir a asambleas de los Testigos de Jehová o de los Adventistas del Séptimo Día, por si le ofrecen un mejor molde para sus urgencias materiales y sus devaneos sensuales y espirituales; doña Beatriz es una anciana nonagenaria de Zapopan, que padeció por su fe: hoy la lleva su bisnieto a misa en San Juan de Ocotán, mientras lamenta que su descendencia esté entregada a la autosatisfacción egoísta.

Alfonso es nativo de Celaya y gozó de las mieles del hedonismo y el materialismo del American way of life en Chicago; hoy es un converso de una iglesia cristiana israelita, abierto propagandista de Donald Trump y vituperador del catolicismo de sus padres y de los bad hombres de su tierra; Juana es una sinaloense divorciada arraigada en Guadalajara que solía tener aventuras con hombres casados mientras acudía al templo a pedir la intercesión divina para que el mancebo en turno… dejara a su mujer, bajo la ilusión de que hicieran vida juntos.

Esto es la región centro-occidente de México, una de las plazas fuertes del catolicismo mundial. Su evolución demuestra que la creencia en Dios ni de lejos está en vías de desaparecer, pero ese Dios y su contemplación en la eternidad cada vez es más postergado: hay un desplazamiento hacia lo terrenal. Los expertos en religión sostienen que los valores tradicionales entraron en crisis, y “el éxito en la vida” así como una modalidad de fe que no entre conflicto con las decisiones personalísimas, son cada vez más el eje del sentido de los individuos.

De este modo, no llega al “siglo sin Dios” temido por la vieja guardia de la teología; lo que se asoma es una divinidad demasiado ocupada en fabricar milagros casi artesanales para que cada uno de sus fieles alcancen los mejores estándares de calidad de vida que marca la ciencia económica, pero además, con el deber de llenarlos de sensaciones espirituales que intensifiquen su sentido de lo especial e irrepetible que es su propia vida. El paraíso vendrá después.

Para el catolicismo tradicional, hay una derrota en dos ejes: en que el individuo desplaza a la comunidad, y en que lo terrenal desplaza a lo que está más allá de la vida, para lo que la iglesia era vista como la institución experta en garantizar ese tránsito. La pérdida de estos supuestos del sentido de la vida provoca una tendencia al excesivo pragmatismo de los fieles que reducen la vivencia religiosa a mera ritualidad social, aunque los fenómenos de religiosidad popular siguen vivos y generan perplejidad que desafía cualquier análisis.

¿Un catolicismo derrotado como visión de la vida sobrevive como cultura e identidad popular? El historiador Juan José Doñán así lo ve: “tendríamos que ver cómo las convocatorias populares a las llevadas de la Virgen o a San Martín de las Flores son tan multitudinarias como en el pasado, y llaman no solamente a los practicantes, sino a muchos no creyentes que siguen viendo en esas manifestaciones católicas populares un fuerte sentido de identidad […] el catolicismo es de algún modo forjador de esta cultura, y tiene notables ventajas respecto a otras confesiones porque es una religión más rica de manifestaciones desde culinarias hasta artísticas, basta ver lo que ofrece la arquitectura religiosa mexicana en comparación con la América protestante”.

Pero de ha mutado el papel de la religión en esta sociedad. La doctora en ciencias sociales especializada en antropología religiosa, Renée de la Torre Castellanos, lo destaca con base en la Encuesta Nacional de Prácticas y Creencias Religiosas (2017): “según los resultados, la mayoría de católicos son por tradición, son además católicos a su manera; el católico por convicción es bastante menor, y en cambio en otros grupos religiosos la mayoría están son por convicción; en su mayor parte son conversos y eso les vuelve dotar de un sentido religioso central como explicación del mundo, es decir, la mayoría de los que han optado por otra religión son de primera generación y la primera generación coloca lo religioso en el centro de su vida y como eje de su explicación del mundo; así, son mucho más practicantes y tienen un alto compromiso con su religión. Evidentemente, su visión de la laicidad es distinto al del católico promedio”, destaca.

TRADICIÓN Y NUEVAS FES

La encuesta es interesante por muchas razones: primero, abarca a todo el país pero está debidamente regionalizada, lo que permite apreciar que la región Centro-occidente, cuya principal ciudad es Guadalajara, es la que mantiene las más altas tasas de pertenencia al catolicismo romano, seguida por la región centro (Ciudad de México), además de ser la región menos “descreída” en términos institucionales, es decir, solamente 1.9 por ciento de los encuestados dijo no tener religión, contra 4.2 por ciento del promedio nacional.

Pero la adscripción a la iglesia romana es problemática. “El católico es más indiferente y más pragmático. Es una religión ligada a la tradición, a la familia, a los actos sociales como una boda, como velar a los muertos, son tradiciones y culturas y formas celebratorias que se asumen de lo más naturales”, apunta Dela Torre,  aunque no necesariamente eso denote un apego dogmático. “Es un catolicismo bastante secularizado”.

De este modo, hay una pregunta en la encuesta: “¿Cómo se explica usted el éxito o el fracaso de su vida? El católico casi siempre se lo va a explicar como una cuestión de esfuerzo, ya no se lo explica porque Dios así lo quiere o porque es el designio de Dios, y los protestantes y para-cristianos (un grupo de religiosidad carismática nacida en Estados Unidos: Testigos de Jehová, Adventistas y Pentescostales) mantienen a Dios como la explicación”.

Pero el para-cristianismo “no es protestantismo (que se distingue por su racionalidad), tiene también un carácter muy mágico, también apelan al milagro, la presencia del Espíritu Santo, de este modo, hace conexión con la religiosidad popular, con el viejo animismo de muchas tradiciones populares”. Es por eso que las regiones con más presencia de conversiones pentecostales sean el sureste y el norte del país, “las regiones con creencias del niño Fidencio y de la Santa Muerte luego se hacen pentecostales […] es una lógica cosmológica que tiene que ver con este pensamiento mágico que está presente en América Latina”, apunta.

– Por eso el protestantismo histórico nunca ha sido muy popular en esta región del mundo, apela a razones y no tanto a pasiones y sentidos, como sí lo hacía el catolicismo desde la conquista y la evangelización…

– Exacto, no es una ruptura racional como lo fue el protestantismo histórico nacido en Europa;  el pentecostalismo es pensamiento milagroso, mágico, y aunque no hay iconografía, hay elementos estéticos o de sensaciones corporales, de emociones fuertes.

EL ÉXITO, NUEVO DIOS DE OCCIDENTE

Cuando una religión es el eje de sentido, sus fieles están dispuestos a dar su vida por esa fe. Pero “es difícil pensar que ahorita alguien quisiera morir por Cristo Rey; si le preguntamos a la gente si ofrendaría su vida por el reino de Cristo dirán que estás loco. Los valores se han movido de lugar. El principal valor de hoy es él éxito, el consumo, los signos de la riqueza son muy importantes, aspiras no a irte al cielo sino a tener una mejor vida con más beneficios, lo material y económico son el medio”, añade De la Torre.

“Lo interesante es que las iglesias, principalmente las evangélicas y la Luz del Mundo, pero también una parte del catolicismo, se han transformado hasta buscar encontrar la posibilidad del éxito a través de la religión. La Biblia dice que al rico le es muy difícil entrar al reino de los cielos: es más fácil que pase el camello pase por el ojo de la aguja. Ahora no, eso se transformó, incluso los signos de la opulencia son evidencia de la gracia divina. En el catolicismo está el Opus Dei, los Legionarios, que trabajan esta teología; con los evangélicos está Pare de Sufrir, es teología de la prosperidad. Prometen como milagroso el acceso a los bienes materiales a través de dar dinero a la iglesia”.

Así, el secularismo no barrerá la fe en Dios, pero sí la ha transformado. “Las cosas cambiaron de lugar y se reacomodaron. Estamos en algo que ya no es como antes se pensaba, la secularización va a acabar con la religión, no, porque la secularización generó nuevas maneras de ritualidad, de sacralización, colocar en el centro el valor de lo secular, el éxito…”.

Rubén Alonso, experto en estudios religiosos desde la óptica católica, señala que lo mundano y lo trascendente han formado “una tensión permanente” en la historia de la iglesia.

Y alerta: “el catolicismo mexicano, a diferencia de grupos religiosos provenientes de  Estados Unidos, tiene un sentido comunitario mucho más fuerte; el proceso de salvación es comunitario, y esos nuevos grupos son individualistas […] por eso nuestra crisis es más profunda que la simple pérdida de religiosidad, es pérdida de identidad”.

La religión deja de regir la vida de la cuna a la tumba. Gabriela no es conversa aunque esté en una fe alterna al catolicismo; ya la somete a pruebas con sus pulsiones sexuales y políticas propias. Karla buscará una fe a su medida, como la cliente que busca lo mejor para su bolsillo. Doña Beatriz morirá con el pensamiento en el mundo cristero de su padre, donde había pobreza pero el espíritu adquiría reciedumbre bajo amenazas ateas y jacobinas, sin nuevos dioses ni dudas. Esta es la posmodernidad líquida; hoy la fe es un mercado.

EL NUEVO POPULISMO RELIGIOSO

Bernardo era un adolescente cuando descubrió a Johann Sebastian Bach en la Semana Santa de 1985, cuando el gigante alemán cumplía 300 años de su natalicio y la XEJB, la radiodifusora cultural del gobierno de Jalisco, difundía la obra colosal, sobre todo la de carácter religioso, del kapellmeister de Lepzig. La explicación asombraría a un joven de esta época.

“En mi casa se observaba puntualmente la abstinencia de la Cuaresma y sobre todo en los días santos; era una semana en que no se escuchaba música profana, no se veía televisión, sólo se daban las tres comidas. Vivíamos en la orilla de la ciudad, lo que era el naciente fraccionamiento La Estancia, y estábamos rodeados por descampado. Tuve el desacierto de caer enfermo toda la semana, y negocié con mi madre que me permitiera poner la estación de música clásica porque no me paraba de la cama. Allí descubrí La pasión según san Mateo, las cantatas y el Clave bien temperado…”.

Ese mundo, tan cercano en el tiempo, está en vías de desaparecer. Al menos en lo correspondiente a la urbe, que tenía en 1985 poco más de dos millones de moradores, mientras en 2017 rebasó cinco millones. El camino a la secularización se terminó de pavimentar: esas familias tradicionales eran de por sí ya escasas . Las iglesias evangélicas y “para-cristianas” comenzaban su auge. La Luz del Mundo ya estaba firmemente afianzada en el oriente de la ciudad y en sus relaciones con el PRI-gobierno.

El desplome de esa era no sólo tiene implicaciones espirituales y culturales; tiene también acentos políticos. Con los cambios de régimen al modelo neoliberal, que comenzaba en esos años, y de nuevo a un Estado nacionalista y benefactor, con el nuevo régimen que asumió en diciembre de 2018, el papel de la religión se ha visto afectado. No sólo la religión institucional pierde su papel central como rector de la vida de los mexicanos, pero el Estado laico está también en crisis.

“En la actualidad estamos viviendo una crisis de los valores de la modernidad; ni la ciencia, ni la democracia ni la tecnología llevaron a cumplir las promesas de un acceso popular a los bienes. Cuando se seculariza es porque la gente no iba a pedir a Dios que lo cure, porque hay medicina; pero vuelve a ser necesario pedir el milagro, invocar, hacer alabanzas, vuelven las limpias, los cultos afros, y todo lo mágico empieza a cobrar mucho sentido en la sociedad. Estamos volviendo a un sentido religioso. Lo vimos en las elecciones pasadas, cuando se convocaban peregrinaciones a la Virgen de Zapopan para tratar de que López Obrador no llegara a la presidencia”, señala la especialista en religiones, Renée de la Torre Castellanos.

– Y el propio presidente lo entendió mejor que nadie.

– Andrés Manuel está instrumentando la religiosidad, y varias, no solamente la evangélica, para su programa político, mejor que nadie […] la religión se transforma, lo que se desplaza es el lugar de los valores, hay una nueva manera de entender la religiosidad y magia articuladas a las nuevas aspiraciones de consumo, tecnología, lo medular de la cultura contemporánea.

Rubén Alonso, también especialista en el fenómeno religioso, considera que esto es la emergencia de un “populismo religioso” que en el viejo Estado mexicano ni se imaginaba, tras el triunfo de La Reforma del siglo XIX y de la revolución de 1910 y sus leyes jacobinas. Ese estado laico está a prueba.

“Las religiones seguirán siendo un referente con mucho mayor pluralidad, hoy lo vemos en los medios y en la política, estamos viviendo la llegada de un populismo religioso, los políticos recurren a esa narrativa en el desarrollo de sus programas, en México, en Nicaragua, en Brasil; no importa si es un movimiento de izquierda o derecha, la religión y lo religioso es un anclaje que les permite más vinculación a las personas ante la necesidad de referentes profundos y con sentido que siempre buscan.

– ¿No considera eso algo peligroso?

– Así es, el uso de la narrativa, de los recursos, lo vemos en México desde diciembre de 2018, vemos en Nicaragua un gobierno supuesto de izquierda que se autodefine humanista cristiano; Bolsonaro está firmemente aliado a la extrema derecha evangélica, en Filipinas igual; es populismo religioso porque las religiones dan sentido.

Para el historiador Juan José Doñán, ese frágil equilibrio del laicismo debe ser preservado.

“El incendio de Notre Dame de París, conmueve a creyentes y no creyentes, no sé hasta donde despertaría estas emociones si la destrucción se da en una mezquita; la religión católica sigue siendo esa iglesia un aglutinador cultural, creamos o no en ella, no olvidemos que es la religión de nuestros mayores. Ese catolicismo da forma a la devoción popular, a las tradiciones, y creo que es incomparable con los protestantismos, no conozco un equivalente desde esa vertiente del cristianismo en estas tierras. Pero es valiosísimo que haya respeto y tolerancia, eso se lo debemos al laicismo”, apunta.

“La modernidad llegó, asordinó lo religioso, pero como el mundo moderno no ha inventado nada para sustituir el vació existencial que han llenado siempre las religiones, esa idea de lo sagrado, que es más vieja incluso que la civilización urbana, tenderá a permanecer […] el laicismo no es enemigo de ninguna religión, su papel es evitar los excesos invasivos de determinado credo, por eso es importante velar y respetar al laicismo para sostener los derechos de las mayorías y las minorías”, puntualiza.

PUNTEO

De la dificultad del ateísmo

95.1% de los mexicanos tienen alguna religión, 4.9% dicen no ser religiosos. En el caso de la región Centro-Occidente, el descreimiento en religiones alcanza a 1.9% de los moradores

Razones del desapego religioso: “Todas las religiones son falsas”; “soy un librepensador”;  “soy ateo”; “soy agnóstico”; “en mi familia me educaron así”; “practico ‘el costumbre”; “sólo estudio la Biblia”; “No creo en una autoridad religiosa y tengo mis propias creencias”; “estoy buscando alguna que me convenza”; “soy espiritual, pero no religioso”

Los hacedores de la encuesta concluyen que las más diversas formas de espiritualidad dominan a la mayor parte de las personas que no están en alguna religión

Fuente: Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas, 2017. Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en México (RIFREM). www.rifrem.mx

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