Tradiciones decembrinas, elementos de identidad mexicana.

Octavio Ramírez Mercado

Estimado lector, como usted bien sabe, ya es diciembre y con él llega una época de celebraciones y tradiciones. Para algunos, resulta la época más bonita del año por su gran significado espiritual o familiar. Por ello, en esta ocasión hablaremos un poco acerca de esas tradiciones que nos acompañan durante este tiempo, sus porqués, sus cuandos y sus dóndes. 

Comencemos entendiendo por tradición a aquella costumbre, uso social, idea, valor o rito que ha sido formado históricamente y que se transmite de generación en generación, y que a su vez, forma parte del legado sociocultural de una sociedad o grupo social. Diciembre emerge como un mes rico en tradiciones, mismas que tienen su origen tanto en las culturas prehispánicas, como en la colonia y en la mezcla de estas, dando como resultado un sincretismo especial y único en el mundo. La cosmovisión ancestral indígena, así como la religiosa cristiana traída durante la conquista, han dado lugar a estos especiales elementos que nos dan identidad.

Por ejemplo, las famosas pastorelas tienen un origen colonial, en el que los evangelizadores cristianos pretendían mostrar pasajes de la vida de Jesús para que los indígenas comprendieran la religión cristiana-católica. Con el paso del tiempo, estas celebraciones se convirtieron en pastorelas, donde se representa específicamente la llegada de Jesús al mundo.

Por su parte, nuestros antepasados también dejaron huella en estas festividades. Comenzaron a incluir algunos elementos tradicionales propios, como la flor de Nochebuena, natural de nuestra tierra mexicana, conocida por los mexicas como “cuetlaxochitl” y que para ellos representa pureza.

Otra tradición muy arraigada para nuestro pueblo, son las posadas. La historia nos vuelve a remontar a la colonia a un convento de Acolman, en donde los religiosos intentaban evangelizar a los indígenas enseñando la historia del nacimiento de Jesús. También se cuenta que, los nueve días previos, en los que comienzan a celebrarse las posadas, tienen un origen indígena, ya que podría haber estado asociado a nueve días de procesión dedicados a la diosa mictecacihuatl. Interesante, ¿no?

Las piñatas, por otra parte, son un elemento que también tiene su origen en la colonia, durante esta los misioneros intentaban representar la lucha contra el mal. Dieron esta forma redonda para representar al universo y los picos, que deberían ser siete en principio, representan a los pecados capitales. El romper la piñata, por su parte, es un acto simbólico de la destrucción de los pecados y por ende del mal.

¿Cómo olvidar el próximo 12 de diciembre en el que celebramos a la Virgen de Guadalupe? ícono sin igual de nuestra mexicanidad. El relato del Nican Mopohua nos cuenta las apariciones de la virgen a Juan Diego y su eventual prueba milagrosa al quedar plasmada su imagen en la tilma del indio, luego de la insistente incredulidad del obispo Zumárraga. Es increíble que después de 500 años y 116 a la intemperie, el tejido siga con nosotros.

La cena de navidad, otra tradición muy familiar repleta de platillos diversos, que tienen también origen español y prehispánico, como el bacalao o los romeritos, el mole y los tamales. Este día es uno de mis favoritos, porque pasar tiempo con la familia y ver la casa repleta de tíos, primos y amigos, con quienes ríes, convives y platicas, no tiene precio. Hacen que me remonte inexorablemente a los felices días de mi niñez.

Por último, la tradicional bajada de la imagen del Señor de La Piedad, imagen que un día 24 de diciembre fue encontrada en un tronco de tepame arrojado a una fogata por Juan de Aparicio, allá en la Buena Huerta, quien al percatarse que este no ardía, ni se quemaba, lo sacó del fuego y al trozarlo con un hacha descubrió medio cuerpo y un tanto de la efigie, después prosiguió a descubrirlo por completo. Pero el relato resulta más interesante por los tres misteriosos artesanos que se presentaron un 6 de enero y le dieron encarnación a la imagen, ya que al terminar el trabajo se fueron sin despedirse, ni recibir pago alguno.

Estimado lector estos fueron algunos porqués, cuandos y dóndes de nuestras tradiciones decembrinas, un tesoro cultural que refleja la riqueza de nuestras raíces, fusionando elementos prehispánicos con la influencia de la colonia. Estas prácticas, transmitidas de generación en generación, no solo nos conectan con nuestro pasado, sino que también contribuyen a forjar nuestra identidad como mexicanos contemporáneos.

La diversidad de festividades, desde las pastorelas hasta la bajada de la imagen del Señor de La Piedad, revela la amalgama de creencias y costumbres que dan forma a nuestra celebración navideña. La cosmovisión ancestral indígena y la espiritualidad cristiana se entrelazan de manera única, proporcionando a cada tradición un significado especial.

Es imperativo reconocer el valor de estas prácticas como pilares de nuestra cultura, pues son más que simples rituales; son expresiones vivas de nuestra historia y creencias arraigadas en el corazón de la sociedad mexicana. La Nochebuena, las posadas, las piñatas, la Virgen de Guadalupe y la cena navideña son vínculos que nos unen, recordándonos la importancia de preservar y respetar nuestras raíces.

En un mundo en constante cambio, estas tradiciones se convierten en anclas que nos conectan con nuestra identidad colectiva. Cuidar y perpetuar estas costumbres no solo enriquece nuestras vidas, sino que también contribuye a la preservación de la diversidad cultural de México. En este diciembre, recordemos con orgullo y gratitud la herencia que estas tradiciones nos brindan, fortaleciendo así el tejido cultural que nos define como pueblo.

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