• Se puede decir que en buena medida, para el centro-occidente mexicano, hidrografía ha sido destino

Por Agustín del Castillo

En el principio fue el agua,  dice con proverbial sabiduría el químico Philip Ball. “Cuando aún la Tierra no tenía forma y estaba vacía, ya el Dios de los hebreos caminaba sobre las aguas” (H2O, una biografía del agua, Turner-FCE, 2010). Sin este compuesto conformado por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, es imposible siquiera imaginar la vida en este planeta, que lleva un nombre equivocado si nos atenemos a que solamente está emergida 29 por ciento de su superficie. Todo lo demás es el agua.  En verdad, este es Oceanus planeta más que Planeta Terrae. Pero una especie de seres terrestres somos los que contamos la historia, no es posible la objetividad.

El agua disponible es aproximadamente la misma desde que se formó la atmósfera de la Tierra, lo que significa que el mal uso que hacen los seres humanos no va a terminar con su ubicua presencia: más de dos tercios de la superficie terrestre y 70 por ciento de lo que compone químicamente a cada ser vivo. Entonces, ese no es el problema.

La crisis real está propiciada por el agotamiento de fuentes de agua dulce que por siglos han sustentado las economías humanas (y que apenas significa entre 1 y 2 por ciento del agua del planeta, incluidos casquetes polares); por su contaminación o por la mayor presión debido al incremento de la población y de la producción en las últimas décadas. El escenario se agrava con el fenómeno ambiental más importante de nuestro tiempo: el cambio climático, derivado de la emisión masiva de gases de efecto invernadero, el cual está ocasionando cambio en los patrones del clima, con eventos ciclónicos más extremos, y sequías más intensas y amplias de las que se afrontaban en el pasado, y sobre mayores territorios, entre otros efectos.

sequía extrema
La sequía que hubo el primer cuatrimestre de 2021 en la región fue extrema BRUNOTICIAS lo reportó

Bajo esa premisa, el agua, aunque es un elemento abundantísimo, en realidad es escasa social y económicamente. Y no es de ahora. Hay cierta paradoja que muchos desarrollos civilizatorios se hayan dado en zonas de agua escasa (nuestra región Lerma no es excepción, sino regla), pero la necesidad del recurso siempre ha generado disputas que inundan la evolución de nuestras lenguas, nuestra mitología, nuestras tradiciones y nuestro arte. Las fábulas de Esopo, Iriarte o Lafontaine, con lobos astutos que pretextan el agua contaminada para justificar el ataque a apacibles corderos, funcionan maravillosamente para ilustrar el punto. Pero también, las artes plásticas del mundo helenístico, donde los ríos como El Nilo o el Tíber son dioses venerables de luengas barbas y cabelleras. Los los ríos unen culturas. Pero la palabra río sugiere el conflicto.

Una definición de almanauqe: “rival, procedente de rivus, que se convertirá en nuestra lengua en río y ribera, tiene como origen histórico el término latino rivales […] con el que se denominaba a los que tenían derecho al agua de un mismo arroyo. Gente que formaba parte de un colectivo contra el que no debían romper nunca las hostilidades, porque no podían prescindir del agua, y sin embargo litigaban duramente para defender sus derechos y evitar los abusos de los otros rivales”.

En esta región de México, el papel que los ríos han cumplido como ruta de comunicación se entrelaza al de frontera. En la región, muchas de las barrancas que atraviesan titánicas orografías, sobre todo hacia las costas y el norte, hicieron difícil y larga la empresa de dominación emprendida por el Imperio Español desde el siglo XVI. Ya en la etapa independiente, sirvieron de refugio para la guerrilla de Manuel Lozada, el Tigre de Álica, que insubordinó a pueblos tradicionales en una reforma agraria que precedió a la de Zapata en medio siglo. En el XX, prácticamente todo el territorio se vio sumergido en la amplia insurrección popular de los cristeros. Aún hoy, sus grandes cordilleras permanecen remotas y permiten la supervivencia de las culturas cora, huichola, tepehuana y nahua. También propician los emporios ilegales del narcotráfico, el «pequeño norte», ese sucedáneo de lo que los lugareños llaman el «gran norte», la migración a Estados Unidos, cuyas riquezas son el verdadero motor del desarrollo regional.

Se puede decir que en buena medida, para el centro-occidente mexicano, hidrografía ha sido destino.

Río de las Nutrias Tanhuato

Muchos científicos del país han analizado el problema. Presento dos visiones: la primera, de David Barkin, doctor en economía y catedrático especialista en temas de agua en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), campus Xochimilco, quien advierte desde hace años que el acceso al agua entraña conflictos cada vez más serios, “mientras la autoridad no reconozca la capacidad y la necesidad de involucrar a los campesinos y a los indígenas en la labor de conservación y producción de agua que requieren de pagos correctos a esos grupos sociales”.

El investigador subraya que el tema «también requiere una decisión política de limitar el crecimiento y reorientarlo a las regiones donde hay una abundancia del recurso, y donde habrá mayores exigencias de un reparto más equitativo de los frutos del desarrollo», pues se trata de demarcaciones ricas en agua pero con grandes núcleos urbanos y rurales depauperados, especialmente en el Sudeste de México. No todo está mal. “A pesar de las deficiencias, México ha logrado sembrar los elementos de una nueva conciencia ambiental, resultado de una combinación de exigencias impuestas por la nueva Ley de Aguas Nacionales, que impone cargos financieros por descargas con niveles de contaminación superiores a las normas. En ese sentido, México está por delante de muchos otros países […] sin embargo, en este momento no hay los recursos para crear la infraestructura necesaria y no existen los mecanismos necesarios para involucrar a la población en la búsqueda de soluciones viables”.

De hecho, la planeación del desarrollo todavía omite el aspecto hidráulico, lo que explica el crecimiento de la maquila en la frontera norte, donde hay poca agua, y la falta de “un esfuerzo serio” para limitar el crecimiento y reducir las demandas del recurso en zonas como Guadalajara.

Las buenas experiencias existen. Está el caso de una organización no gubernamental que ha colaborado más de 20 años con pueblos de la Mixteca y “ha rescatado miles de hectáreas, permitiendo a las comunidades aumentar sus niveles en seguridad alimentaria, diversificar su base productiva y fortalecer su organización social”. Sin embargo, no hay posibilidades de restaurar cuencas en casi todo el país, porque no se reconoce a “los de arriba” (los campesinos más pobres) en la solución de los problemas de “los de abajo” (los usuarios más pudientes.). la ubicación sociogeográfica a veces puede darse al revés, pero siempre, los marginados y los pobres son los que padecen más por la ausencia de políticas reales para el desarrollo.

La segunda visión es de Arturo Curiel Ballesteros, investigador de la Universidad de Guadalajara, quien llama la atención sobre el acrecentamiento de los conflictos por el agua y la violencia eventual por su posesión. “El desafío es alcanzar un equilibrio entre usos del recurso como base para el sustento de una población creciente, y su conservación”.

Para el académico, “no existe voluntad ni capacidad gubernamental suficiente para detener el daño, menos para restaurarlo. Sigue prosperando una visión de explotación ingenieril de aprovechamiento, y la restauración del ciclo hidrológico no es actualmente rectora de ninguna política o programa que conozca”. Pasa lo mismo en Jalisco, en Michoacán, en Colima. “No sé de un proyecto exitoso de restauración de cuencas; reconozco el valor que está teniendo el caso de la restauración del río Ayuquila, el cual es el mejor ejemplo de una acción con indicadores exitosos, pero concibo para una ordenación de cuencas [elementos como] el ordenamiento de los bosques, de las áreas ganaderas, las agrícolas y las urbanas. Creo que hay varios problemas de por qué no se ha dado: no existe una organización social que responda a las exigencias, y por otro lado, la autoridad de Jalisco no utiliza el instrumento del ordenamiento ecológico territorial para eso”.

“El problema no es la agricultura, sino su planeación”

Respecto a la agricultura como gran usuario de agua, “no comparto esa generalización de que es el gran enemigo […] el problema no es la agricultura, sino su planeación. Por ejemplo, Lagos de Moreno es actualmente uno de los dos productores de maíz más importantes del estado, pero al estar en una zona semiárida se cultiva consumiendo y agotando el agua. No es un problema de agricultura, es un problema de poner un cultivo donde no va. Ese mismo cultivo no consumiría agua de riego si se protegieran los suelos de jal del centro del estado y se destinaran a la producción de alimentos […] la combinación maíz-calabaza tenía el propósito de que la calabaza protegiera el agua del suelo por la cubierta de sus hojas rastreras. Cuando como ahora, se hace cultivo único y ‘limpio’, se pierden inmensas cantidades de agua…”.

Estas dos visiones tienen años vigentes, y parece que la realidad es obstinada, pues pocos cambios ocurren, o la velocidad de estos es lenta, aunque abundan las buenas intenciones. Pero se debe reconocer un cambio alentador en la acción social, no solo como crítica sino como el respaldo al trabajo de los gobiernos responsables de la provisión de agua potable y de su tratamiento: los gobiernos municipales, los más débiles en el eslabón del poder en México.

Se demuestra específicamente en el trabajo de un actor no gubernamental, la Fundación Gonzalo Río Arronte, que a partir de 2000 se ha convertido, entre las alzas y bajas de la prioridad gubernamental al tema, en muy importante vertebrador de esfuerzos para que se construya a nivel local la respuesta al derecho de los ciudadanos para recibir agua de calidad y con un servicio óptimo, hacerla rendir y derivarla en condiciones adecuadas para que se reintegre en los ecosistemas, o bien, sea reutilizada, dada la escasez apremiante en muchísimas zonas del país.

https://www.youtube.com/watch?v=cULVOyVt0iQ

Desde hace nueve años, la Fundación Gonzalo Río Arronte premia las mejores prácticas en el cobro-pago del agua en México. Me tocó acudir a una ceremonia en la Ciudad de México en 2019. La presencia de responsables del agua de los rincones más remotos del país, demuestra la importancia crítica que en muchas de esas demarcaciones tiene el tema. Y aunque se hace de la necesidad virtud, y son los organismos de la zonas áridas y semiáridas los que han avanzado más, apremiados por la escasez, es alentador ver como las regiones con agua abundante, o de acceso más o menos estable, ya se toma en serio el asunto. No es para menos: donde el agua abunda, hay problemas de calidad, ante la falta de cumplimiento de las normas oficiales de descarga. 8 de cada diez metros cúbicos de aguas descargadas en México violan la ley, y lo peor, degradan los ecosistemas a donde se arrojan, y eliminan oportunidades de desarrollo para sus usuarios.

En este mes de noviembre, una vez más, se reconocieron esfuerzos y mejoras de nueve organismos operadores de agua potable, alcantarillado y saneamiento, así como de nueve distritos de riego, los grandes usuarios de la agricultura. Se dice fácil, pero la Fundación Río Arronte ha apoyado más de 300 proyectos por un monto aproximado de 2 mil 500 millones de pesos.

“El acceso al agua en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible es un derecho humano, y lograr que llegue a donde se necesita implica costos. Para que el sistema funcione, los organismos operadores requieren invertir en infraestructura y tecnologías para la potabilización y el saneamiento, gestión de la información y capacitación de su personal. Por lo anterior, el principal reto que enfrentan es lograr mejorar la eficiencia relacionada con los costos de operación e incrementar su recaudación. Por eso es importante también influir en que la ciudadanía adopte una cultura corresponsable en materia de agua, que incluya tomar conciencia sobre la importancia de pagar por el servicio que recibe”, dijo el presidente de la fundación, Jesús Reyes Heroles.

Por su parte, el coordinador del área de agua de la Fundación, el ex secretario de Agricultura Francisco Mayorga Castañeda, reconoció que “la pandemia ha aumentado el estrés en las estructuras de dichos organismos, por un lado, aumentó la demanda porque las personas tienen que asearse constantemente y por otro lado, las finanzas se vieron presionadas porque debido al desempleo se redujo el pago de cuotas”.

La fundación, y el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, desarrollaron en 2012 un sistema de información, a través de una herramienta digital, para promover la transparencia en el cobro-pago del agua. Adrián Pedrozo Acuña, director general del IMTA, aseguró que “la entrega de estos reconocimientos fomentan la creación de nuevas prácticas y de una nueva manera de pensar al agua”. Esta herramienta “es un ejemplo claro sobre las ventajas de establecer alianzas público-privadas en la implementación de proyectos que buscan incentivar las buenas prácticas”. (La herramienta puede consultarse en: www.fgra-cobro-pago.org.mx).

El reconocimiento, que se entregó de forma virtual, establece tres subcategorías: 1. Los organismos operadores que obtuvieron el mejor promedio en el indicador de eficiencia global, es decir, “el porcentaje del volumen de agua producido que es entregado y cobrado”. 2. Los organismos operadores que lograron incrementar su eficiencia global de un año a otro, y 3. El organismo operador que, durante las nueve ediciones, paulatinamente ha ido mejorando la calidad de la información pública.

También se dan escalas de acuerdo al tamaño del organismo con base en sus tomas de agua. La categoría I (de 625 a 3 mil 749 tomas de agua), tuvo, con el mejor promedio de eficiencia global, al organismo Operador de Agua Potable y Alcantarillado Fraccionamiento Santa Cruz Amilpas, Oaxaca. El que registró un mayor incremento fue el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado Fraccionamiento El Retiro, dependiente de la Comisión Estatal del Agua, en Santa María del Tule, Oaxaca.

https://www.youtube.com/watch?v=bTdn10tgR34

En la Categoría II, que va de 3 mil 750 a 24 mil 999 tomas de agua, el mejor promedio lo obtuvo el Organismo Operador de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Quiroga, Michoacán de Ocampo, mientras que el mejor ascenso de eficiencia lo registró el Comité Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Apaseo El Grande, Guanajuato, ambos, en esta región del Lerma.

En la Categoría III, que va 25 mil 000 a 124 mil 999 tomas de agua, el promedio lo ganó la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tecate, Baja California, y el mayor incremento, el Comité de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Tapachula, Chiapas.

Una cuarta categoría es para más de 125 mil 000 tomas de agua, los mayores operadores de agua potable del país. El mejor promedio lo presentó la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali, Baja California, mientras que el mayor incremento fue reconocido al Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León, Guanajuato, pese a los problemas sociopolíticos que enfrenta con la cancelación del proyecto de agua desde la presa El Zapotillo, en Jalisco.

Por mejorar la calidad de la información, el galardón fue para Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, Nuevo León, donde actualmente se hacen proyectos pioneros para generar un modelo de “ciudad sensible al agua”, en busca de garantizar su futuro.

Hablamos de agua urbana, pero el reconocimiento también abarca distritos de riego, donde mejorar el uso del agua es un desafío ante los efectos del cambio climático y la fuerte presión por el recurso de otros actores, como los centros urbanos. Se les reconoce, de igual modo, la mejor eficiencia en recaudación, la mejora más ostensible en ese rubro, de un año a otro, y la mejora de la información. También se diferencian escalas, en esta ocasión, por la superficie del distrito.

Estos son los detalles: Categoría I, menos de 10 mil 000 hectáreas. Mejor promedio, el distrito de riego 023 de San Juan del Río, Querétaro. Por mayor incremento, el distrito de Riego 083, Papigochic, Chihuahua. Categoría II, de 10 mil 000 a 50 mil 000 hectáreas. Mejor promedio, el distrito de Riego 089, en El Carmen, Chihuahua. Mayor incremento, el distrito de Riego 024, en Ciénega de Chapala, Michoacán. Categoría III, de 50 mil 000 a 100 mil 000 hectáreas: mejor promedio, el distrito de riego 076, Valle del Carrizo, en Sinaloa. Mayor incremento, el distrito de riego 038, en Río Mayo, Sonora. Finalmente, en la categoría IV, con distritos de más de más de 100 mil 000 hectáreas, el mejor promedio se le reconoció al distrito de riego 075 Río Fuerte, Sinaloa, y el mayor incremento de eficiencia, al distrito de riego 014 Río Colorado, Sonora. Por “Mejora en la calidad de la información” se dio el galardón al distrito de riego 042 Río Buenaventura, Chihuahua.

El agua siempre ha sido un recurso crítico para el desarrollo, pero hoy tiene retos inimaginables. Muchos millones de personas más que en el pasado, demandan acceso a un recurso de calidad, y demandan mayores volúmenes de alimento, para lo cual también se necesita agua. Y si agregamos el ominoso presente de cambio climático propiciado por el calentamiento global, la incertidumbre crece. Construir sistemas urbanos y rurales más eficientes  y mejor financiados, es parte de la respuesta exigida.

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