Por Bruno Eduardo Aceves Alejandre

Seis días después, las llamas siguen por oleadas consumiendo el arbolado del cerro del Águila situado en los municipios de Zináparo y Churintzio. Las lenguas de fuego, ya han calcinado alrededor de una tercera parte de la montaña de acuerdo a estimaciones de la autoridad local de Zináparo.

Las más de 100 personas entre voluntarios, brigadas de protección civil, de la Comisión Forestal del Estado de Michoacán (COFOM) y la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), no se dan abasto ante el avance inexorable del fuego.

El cerro del Águila tenía décadas sin haberse incendiado de esta forma. Ya son más de 500 hectáreas las que han sido consumidas por el fuego. Los rostros de los combatientes se ven hastiados, hartos, quemados por el sol y por el calor del fuego.

Un remolino de viento formado por el aire caliente arrastró cenizas y llegó a zonas más allá de las brechas “cortafuego” que con tanto trabajo trazaron los combatientes. La frustración, el coraje, la decepción es lo reflejado en sus caras.

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Los troncos hechos cenizas ruedan por las barrancas del cerro del Águila e inician más conflagraciones cuyo humo se eleva al cielo como una señal para llamar a unas nubes cargadas de agua que nunca llegan.

La imagen de la iglesia de Zináparo y tras de ella una escenografía infernal lo dice todo.  Una línea roja en la cima de la serranía y la impotencia de un pueblo de 3 mil 200 habitantes que ve como su patrimonio natural, su fábrica de agua y oxígeno  arde ante ellos.

Este viernes, un grupo de soldados del destacamento de Zamora, ha llegado a Zináparo. Unos 40 efectivos del Ejército ya están en la zona.

LOS RECORTES INCENDIARIOS

Pero si el infierno se registra en Zináparo, el averno inicia desde la Ciudad de México. Funcionarios de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales lo dicen todo off the record, por temor a las represalias a las que es tan adepta la 4T. “Es un desmadre, no hay recursos ni para brigadas, ni para equiparlos”.

Esta misma versión la confirman en los municipios. “No le quieren pagar a los brigadistas y todos los años cambian de gente. Nadie le quiere entrar porque antes les pagaban todo el año. Primero para hacer las brechas cortafuego antes de los incendios. Después para combatirlos y en la temporada de lluvias para reforestar”.

Pero el caos llega también al Gobierno de Michoacán, en la COFOM no cuentan ni con el presupuesto, ni con las brigadas suficientes. “No se dan abasto, en todo el estado hay incendios”.

Incluso narran: Ayer en Nahuatzen, los pobladores cerraron las carreteras para hacer presión a las autoridades y llevaran el helicóptero ante otro incendio forestal. Fue en vano, la aeronave nunca llegó y el fuego continúa arrasando los de por sí ya presionados bosques de Michoacán.

Y lo que viene será igual o peor, debido a los recortes por la “austeridad republicana”. La propia CONAFOR no contará con arbolitos suficientes para reforestar. Se han hecho recortes a los viveros y el municipio que no cuente con un convenio, no podrá tener plantas para recuperar las hectáreas perdidas por los incendios forestales.

Se necesitan al menos entre 800 y 1000 arbolitos por hectárea para reforestar. Pero municipio que no tenga convenio, léase que no aporte recursos para los viveros de CONAFOR no tendrá planta. Es decir, la mayoría de los municipios no reforestará.

Pero tras el incendio y las cenizas comenzará la voracidad de aquellos poseedores del cerro que querrán volverlo campos de agave, huertos de aguacates, de berries o agostaderos. ¿Tendrán las autoridades el valor para decretar una veda en la zona? ¿O serán parte de la corrupción y la colusión?

LA CRUZ DE OLVIDO

La historia de este infierno comenzó, de acuerdo a por los ciudadanos y autoridades de Zináparo en Churintzio. “Tienen la costumbre de subir al cerro el día de la Santa Cruz” ahí hacen misa, fiesta y fogatas. Esta versión es negada en Churintzio, pero los registros de incendios forestales en la zona confirman que en estas fechas de mayo es cuando ocurren las conflagraciones en el Cerro del Águila.

Un funcionario del Ayuntamiento de Zináparo se sincera con este reportero: “Cada año le pago a empleados del municipio para que recojan la basura y apaguen las fogatas cuando suben los de Churintzio. Este año se me olvidó, andaba muy enfiestado.” El olvido está saliendo muy caro.

La iglesia católica, la Diócesis de Zamora, responsable de los curatos de Zináparo y Churintzio, promotora de las festividades de la santa cruz, fiel a su costumbre, guarda silencio. Al parecer, la encíclica Láudato y su contenido, no llegaron. Ni antes, ni después de la muerte del cardenal Javier Lozano Barragán.

Una vez más, los ciudadanos tendrán que ser quienes defiendan su patrimonio del fuego. Deberán ser los vigilantes que impidan que algunos oportunistas cazadores furtivos sin escrúpulos, maten a la fauna que está huyendo del fuego, venados, pumas, tlacuaches, zorrillos, águilas, halcones, buscarán refugio en las tierras bajas. Esperemos no hallen la muerte de ellos y con la de ellos la de nosotros mismos.

El agua, bien tan escaso Zináparo y Churintzio donde hay serios y graves problemas en su abasto faltará más. Las lluvias, si es que llegan, provocarán la erosión del Cerro del Águila y posibles aludes de lodo e inundaciones. El viacrucis que inició el día de la santa cruz, será una lápida que deberemos cargar por años y tal vez décadas. Por un descuido, por un olvido, por una negligencia, por una ignorancia, por un recorte, por el egoísmo de creer que somos “dueños de la creación”.

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