Ojalá nunca creciera: Síndrome de Peter Pan

Ojalá nunca creciera: Síndrome de Peter Pan

Nosce Te Ipsum por: Josman Espinosa Gómez

El síndrome de Peter Pan se podría definir como un conjunto de rasgos personales que se caracterizan por mostrar una gran inmadurez emocional en la edad adulta; es decir; que las personas con estos rasgos presentan un desfase patológico entre su edad cronológica y su edad emocional. Son personas que se resisten a las responsabilidades de un adulto, mostrando conductas y reacciones emocionales que no son propias de su edad. Cabe aclarar que este síndrome no es un término científico de la psicología y no tiene criterios diagnósticos, sino que es un perfil derivado de la experiencia clínica de los psicólogos profesionales.

Este perfil de comportamiento fue descrito por el psicólogo, Dan Kiley en 1983; observó que algunos de sus pacientes negaban a aceptar las responsabilidades de la edad adulta y, al parecer, su estado psíquico y su comportamiento se encontraban estancados en la adolescencia, o sea, no alcanzaban la madurez psicológica y no eran capaces de desenvolverse en la vida sin la ayuda o el apoyo emocional de otras personas. Descubrió que, a menudo, estas personas mostraban rasgos narcisistas, manipuladores, cautivadores y arrogantes, pero en realidad tenían miedo al fracaso personal, una baja autoestima y un estado de inseguridad permanente. En general, se desentendían de las exigencias del mundo real y eran incapaces de conseguir una estabilidad en la vida real.

Algunas características que puede tener un adulto con el Síndrome de Peter Pan, son las siguientes: no son capaces en controlar la ira o pueden sufrir crisis de ansiedad; tienen una gran inseguridad y falta de autoestima; no les gusta pensar en el futuro; tienen un comportamiento impulsivo, y si algo no les sale bien es la culpa de los demás; muestran una inmadurez generalizada; buscan idealizar la juventud para negar la madurez, y como consecuencia tienen una preocupación en exceso por su aspecto y bienestar físico; suelen vivir fuera de la realidad o en un mundo de fantasía, hablan de proyectos no alcanzables, negocios prósperos o amores increíbles, suelen exageran sus logros; tienden a ser narcisistas, egoístas y egocéntricos, ya que no se preocupan de los problemas de los demás; sufren de baja tolerancia a la frustración, por lo que se sienten constantemente insatisfechos y reaccionan fuera de lugar, son muy intolerantes a las críticas; buscan lograr cosas sin grandes esfuerzos; sufren de una gran miedo a la soledad y también suelen tener miedo al compromiso, les cuesta mucho poder mantener una relación de pareja estable, por que acaban estando solos.

El origen del síndrome de Peter Pan se encuentra en factores relacionados con la infancia, ya que se puede deber al hecho de haber sufrido una infancia infeliz y sin afecto, como, por el contrario, haber tenido una infancia feliz y despreocupada, que es idealizada en la edad adulta. Lo que es un hecho, es que de alguna manera, la forma en que se educó a la persona durante la infancia tiene un fuerte impacto en el desarrollo emocional de las personas que sufren este síndrome, causando un déficit en las habilidades sociales, miedos, dificultades en el control de los sentimientos y en la aceptación de las responsabilidades, entre otros.

Algunas condiciones del pasado que pueden influir en el desarrollo del síndrome de Peter Pan, son: haber tenido una educación sin reglas, ni responsabilidades, ni exigencias, ni logros durante la infancia, haber tenido unos padres que cedieron con demasiada facilidad frente las demandas de sus hijos o no impusieron reglas de convivencia; por otro lado, haber tenido la asignación de responsabilidad excesiva durante la infancia; no tuvieron la opción de experimentar el sentido de la frustración, por una excesiva intervención de los padres para evitar todo sufrimiento infantil, es decir, consentir todo y generando una sobreprotección familiar, ya que no les permitieron enfrentar por si mismos los problemas diarios, provocando malestares y problemas emocionales; suelen ser personas que al no haber recibido amor, no son capaces de darlo.

Durante la terapia se enseña una serie de estrategias y conocimientos como: buscar adquirir conciencia del significado de los roles de las personas: adulto, pareja, padre o madre, etc; se pretende aprender a manejar los pensamientos, cambiar la forma de interpretar la realidad y detectar los errores de pensamiento; se busca aprender a hacer frente a las responsabilidades, entrenando estrategias de toma de decisiones de manera segura y de resolución de problemas; también se pretende aprender en tener empatía por los demás y no enfocarse en las necesidades propias; se busca desarrollar adecuadamente la autoestima, mejorar la comunicación y asertividad; así como fomentar estrategias de afrontamiento adecuadas ante los problemas, y ser más resiliente cuando no sale todo bien. Es nuestra responsabilidad y no hay que culpar a los demás.

La terapia fortalece los sentimientos de autonomía y el control de la expresión de las emociones, posibilita la generación de un estilo de afrontamiento adaptado a la edad cronológica, incrementa la tolerancia a la frustración y la capacidad de adaptación a los cambios vitales, construye una autoestima sana y proporciona las habilidades para generar un proyecto realista de vida.

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