Por Agustín del Castillo

Las montañas silenciosas del invierno, al norte y al poniente, son la cúspide de una región de clima tórrido, ríos embarrancados, y un enorme lago artificial (la presa Constitución de Apatzingán, en la región sureste de Jalisco) que sostiene desde hace décadas gran parte de la prosperidad agrícola de los valles michoacanos de Tepalcatepec y Apatzingán; pero el milenario calor y un régimen pluvial intermitente, parece que en los últimos quince años, han convocado también pasiones humanas desbordadas.

Hoy son territorios en disputa por agrupaciones criminales, con una sociedad civil a la defensiva, donde pequeñas victorias de los pacíficos no han impedido una penosa adaptación a un entorno donde el Estado mexicano apenas influye, y son los señores de los cárteles los que imponen su ley. Pero no en Tepalcatepec, por cierto, al menos hoy. “Digan lo que digan, aquí tenemos un movimiento de autodefensa que ha mantenido limpio el pueblo; en noviembre pasado, las balas del Cártel Jalisco [Nueva Generación] llegaban a dos kilómetros de las orillas de Tepeque, pero no pasaron de allí. No me pregunte por qué, pero la Guardia Nacional, que nunca se mete,  esta vez sí apoyó el trabajo de los ciudadanos, e incluso los rivales de los Jalisco se sumaron, pues a ellos también les interesa que los del Mencho no se apoderen de esta región. Lo cierto es que tenemos una Navidad y año nuevo tranquilos, como si no hubiera guerra, y eso es verdad aquí, aunque si usted se mueve a los alrededores, los cárteles imponen su ley”, dice, contundente, y con la autoridad que da la experiencia cotidiana con esta realidad, un comerciante, que llamaremos don Juan, pues la seguridad no deja de ser precaria, y todo mundo se previene cualquier ajuste de cuentas, así sea por razones nimias o equivocadas.

fotos. Autor: Marco A. Vargas. Cuenca del río Tepalcatepec

Porque un deterioro tal de la institucionalidad, convierte las vidas anónimas de miles en frágiles y preciosos correlatos del gran drama que domina las regiones rurales de Michoacán y Jalisco: a veces, un pistolero puede disponer del destino de cualquiera que ostente una mirada incómoda, o emita un comentario medianamente quejoso o incómodo.  Y no digamos el papel del rumor o de la calumnia, esa vieja deidad virgiliana, que construye historias fantásticas y creíbles que justifican la destrucción de un enemigo que apenas ha balbuceado frases, pero en realidad, su tragedia remite a rencillas viejas de familias o de clanes, que son ahora oportunamente resucitadas. Alinearse con algunos de los bandos es por eso un tema delicado. “Y por eso defendemos lo que hemos logrado, aquí no imperan ni El Mencho, ni los Viagras, ni los templarios, ni los que usted me quiera mencionar”, añade el orgulloso ciudadano.

De este modo, la vida en Tepalcatepec es más libre que en otras cabeceras tomadas por la mafia. Pero en términos generales, si se busca llevar rutinas regulares, no es tan difícil adaptarse, pues es necesario moverse en toda la zona y salir hacia Morelia, Uruapan, Zamora o Guadalajara. La clave es hacerlo solamente de día, y no ser ostentoso. Naturalmente, si te topas con un retén, sean soldados de la Guardia Nacional o la Marina, o esos ejércitos de sicarios, la discreción y el perfil bajo ayudan. “Si te conocen, y sabes en lo que andas, te suelen dejar pasar. A veces, los que cometen asaltos son de un grupo rival o son delincuentes que aprovechan el revoltijo, por eso hay que ser prudentes, nadie nos va a defender de eso”, señala Sofía, una estilista de Apatzingán, que sugiere a los foráneos: no vengan para acá si no tienen a qué”.

fotos. Autor: Marco A. Vargas. Cuenca del río Tepalcatepec

Al controlar territorio, un cártel intenta imponer su propia legalidad, es decir, instituirse como una especie de nuevo Estado, señala en la Historia del narcotráfico en México el ex director del Cisen, Guillermo Valdés Castellanos (Aguilar, 2013).

“…en gran medida lo logran en regiones donde tienen superioridad militar, como el caso de muchos municipios donde ni autoridades ni ciudadanos pueden ser defendidos por las policías municipales o estatales –porque son muy débiles o porque trabajan para los delincuentes- ; y entonces, en esas regiones, quienes mandan e imponen las normas, e incluso los impuestos [la extorsión a las empresas es, para todo efecto práctico, un impuesto], son los líderes de las bandas criminales. Esa capacidad de imponer un orden legal y social alterno al del Estado coloca a los ciudadanos en una encrucijada: ante la indefensión en que se encuentran [el Estado que debería defenderlos está ausente o en complicidad con los criminales] sus opciones consisten en oponer resistencia o aliarse con los criminales que los extorsionan cotidianamente. La decisión, la mayoría de las veces, es colaborar para evitar males mayores. Ello establece una relación de complicidad social con los criminales y con su ‘orden”, pues lleva aperajada la posibilidad de sacar provecho a esa relación y eliminar rivales o competidores en actividades económicas.

Es decir, en una red tortuosa de posibles beneficiarios no siempre significa que la cabeza esté al tanto de las acciones relativamente autónomas de sus capataces. Por eso, hay que hacer ocasionales sangrías y renovación de los pequeños tiranos para mejorar la imagen y recordar quién es el que manda.

fotos. Autor: Marco A. Vargas. Cuenca del río Tepalcatepec

“En otras palabras, ante la ausencia del Estado que proteja y promueva los intereses de los ciudadanos, por ejemplo, de los campesinos que no tienen opciones productivas; de jóvenes sin oportunidades de mejora social o económica; de empresarios que ven en su asociación con el narcotráfico un manera de hacer crecer sus negocios; la tolerancia, complicidad o colaboración de esos grupos sociales fortalecen al crimen organizado…”, agrega Valdés Castellanos.

Pero todo esto se da con matices. En los grandes poblados michoacanos, el control de esta especie de señores feudales suele difuminarse. En las poblaciones pequeñas, es más sencillo. “Nosotros captábamos señales de radio de los grupos criminales; los que viven en las tierras que controlan, ejercen un control sobre la vida completa de los lugareños. Deben pedir permisos para todo […] me tocó escuchar una historia completa: un campesino que pedía permiso para hacer una fiesta por la pedida de la novia, y la respuesta de que no hicieran escándalo y terminaran la velada temprano, como condición del jefe de plaza para permitirla”, me reveló un jefe policiaco de Jalisco, donde se cuenta con equipo para monitorear ambos lados de la frontera.

No es casualidad que muchos aldeanos decidan dejar los caseríos donde han estado toda la vida. La batalla por Tepalcatepec arrojó saldos claros. El comerciante consultado, estima que la población del poblado se ha incrementado en 30 por ciento durante los últimos meses, desplazados de esa guerra intestina entre grupos privados. El censo de 2020 arrojó 24 mil moradores para esta localidad. Ahora podría rondar los 30 mil.

fotos. Autor: Marco A. Vargas. Cuenca del río Tepalcatepec

“No se nota muy fácil, porque suele haber parientes que los reciben en el pueblo, pero es claro que encontraron refugio, y es la mejor demostración de que esta localidad tiene reglas distintas y aquí no seguimos la ley de las mafias”, destaca el comerciante. Quien habita en Ahuijullo, Gallardo o Palma de Macías, del vecino municipio jaliscienses de Tecalitlán; La Estanzuela, Zoquitita, Los Habillos, en la demarcación michoacana, o Corongoros, El Mentidero o Los Copales, de Jilotlán de los Dolores, también en Jalisco,  puede confirmar esa versión de los desplazamientos. Uno de los saldos positivos de la momentánea contención del CJNG es que se liberó la carretera Tepalcatepec-Jilotlán, Tecalitlán, lo que facilita el tránsito a Colima, Ciudad Guzmán y Guadalajara. Pero dependerá del celo que ponga la Guardia Nacional en sostener la vigilancia de la ruta, que se adentra en territorios de dominio incontestado de la agrupación criminal de Nemesio Oceguera Cervantes, en estos momentos, el capo más importante de México.

Y es en esos territorios, que van de Ciudad Guzmán hacia Autlán, por la carretera que rodea el Nevado de Colima y conecta con los pueblos de El llano en llamas rulfiano: San Gabriel, Tolimán, Tuxcacuesco, Tonaya y El Grullo, donde se vive la Pax Narca impuesta por el CJNG. No es el dominio cruento que prevaleció hasta 2015, sino una presencia más estable, latente: los moradores de esa región de Jalisco se han acostumbrado a vivir bajo la mirada de los halcones, pero la dominación del capo nacido en Aguililla, Michoacán, y que pasó a la fama mundial después de la muerte de Ignacio Coronel y el resquebrajamiento del control del Cártel de Sinaloa con la recaptura del Chapo Guzmán, se ha transformado en una fuerte apuesta por las relaciones públicas: los pueblos agrícolas son frecuentemente apoyados por el ejército privado del Mencho en labores de beneficiencia social: construyen instalaciones escolares, dan regalos de Navidad a los niños, auxilian el combate de incendios forestales e, incluso, a una orden del capo di capi, desaparece la anarquía de los usos del territorio que propician estos desastres, imprecisa y eufemísticamente llamados “naturales”.

El músculo está ahí, pero se dosifica, pues no hay quién dispute el territorio. Se mostró, por ejemplo, en el periodo electoral pasado, en el primer semestre de 2021, y sobre todo, en la jornada electoral del 6 de junio de 2021, en que diversos candidatos y funcionarios de casillas fueron intimidados y retenidos, se dio robo de urnas y operaciones para movilizar votantes a favor de candidatos municipales que, al menos, el CJNG estaba dispuesto a tolerar. Esto afectó, de acuerdo a testigos, los resultados en unas diez demarcaciones de Jalisco, incluida la Costa Sur. Muchos testigos lo reconocieron, pero ni los partidos afectados ni los ciudadanos lo denunciaron ante la autoridad electoral.

Así, esta vasta región, cuya frontera fue denominada JalMich por el creador de la microhistoria moderna en México, Luis González y González, afronta en la actualidad un momento tal vez transicional, en que una suerte de nuevo feudalismo, suscitado por la tibia reacción de los tres órdenes de gobierno, ha llevado a la captura del territorio y de gobiernos municipales. El fenómeno puede ser muy violento cuando hay una disputa entre agrupaciones (en las fronteras de Jalisco con Zacatecas y Durango también sucede en estos momentos), pero una vez consolidado el monopolio, surge una suerte de imperium que ya marca las nuevas reglas de convivencia entre miles de pacíficos dejados a su suerte por las omisiones reiteradas del Estado mexicano. 

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